Una vacuna que sobraba y que se iba echar a perder ha arruinado una de las carreras políticas más prometedoras de la Marina Alta. Cristina Morera, del PSPV, renunció ayer a su acta de concejala. Era responsable de Sanidad y de Bienestar Social y primera teniente de alcalde. Morera rompió a llorar cuando anunció que, tras diez años, dejaba el Ayuntamiento de Dénia. «He cometido un error y la mejor decisión es dimitir», dijo la hasta ayer concejala socialista. Su renuncia mete presión a los cargos públicos que también se han vacunado cuando no les tocaba y no se van: el diputado y alcalde de la Nucia, Bernabé Cano, del PP; el munícipe de El Verger, Ximo Coll, la alcaldesa de Els Poblets, Carolina Vives, y el primer edil de Rafelbunyol, Fran López, los tres socialistas, y el concejal de Orihuela, el popular José Galiano.

La ya exconcejala de Dénia también avanzó que no se va a poner la segunda dosis de la vacuna. Morera reiteró, eso sí, que no se ha aprovechado de su cargo ni ha actuado con mala fe. «Pensaba que seguía el protocolo, pero es verdad que no me pusieron una pistola en el pecho para vacunarme», sostuvo.

Dijo que desde Salud Pública le llamaron a las 20 horas el 12 de enero, el día que se vacunaba a los mayores de la residencia de Santa Llúcia. Le pidieron que buscara a todo correr a voluntarios para que les inocularan las dosis que habían sobrado y que se iban a perder. «No sé si me pedían un favor o era una orden. Pero se trataba de una instancia sanitaria superior», apuntó.

«Las prisas son malas consejeras. Si me hubieran dicho que buscara a voluntarios para el día siguiente, seguramente hubiera contactado con otros distintos». El caso es que Morera echó mano de sus contactos más próximos. Tenía 15 minutos para dar con ellos y decirles que acudieran a la residencia, que está bastante a desmano. Admitió que acudió a personas de su entorno, entre las que estaría su marido, extremo sobre el que prefirió no pronunciarse.