La Comunitat Valenciana sufre terremotos "todos los días" y es "normalísimo" que se den seísmos de intensidad baja o muy moderada ya que se sitúa entre tres grandes sistemas: el Ibérico, el Bético y el Costero catalán donde se producen movimientos de placas.

"Los terremotos no se pueden parar porque la Tierra está viva", defiende el experto en geodesia y profesor de la Universitat Politécnica de València, Paco García, que ha explicado que la Comunitat Valenciana es la tercera zona con mayor actividad sísmica de España por detrás de Andalucía y Murcia.

Por tanto, los terremotos en este territorio son "normalísimos", aunque la mayoría son de magnitudes muy bajas, generalmente imperceptibles. La escala que se utiliza es exponencial, por tanto, una magnitud 2 es "algo bajísimo".

Esta actividad se debe a los movimientos de las placas tectónicas. En la Península Ibérica coinciden dos grandes, la euroasiática y la africana, y también hay otras más pequeñas como la ibérica y la de Alborán. El choque entre estas placas produce tanto las grandes cadenas montañosas del país: "no es casualidad que el Mulhacén sea el punto más alto de la península", señala.

Y es que, la convergencia de estas placas de lugar a movimientos sísmicos más habituales en la zona de Granada, como los que se están produciendo en los últimos días, que son "normales". "La pobre Granada se lo lleva todo", ha lamentado.

"Cultura sísmica"

Ante esto, García aboga por ampliar la "cultura sísmica" en la Comunitat Valenciana. "En otros lugares, la tierra se mueve más y se desarrolla una vida normal, como en California y Japón", donde "todo sigue cuando pasa".

No hace falta, en su opinión, irse tan lejos para encontrar territorios sísmicos: "A veces buscamos un caballo y lo tenemos entre las piernas". Y es que, pese a que no son tan habituales, en la Comunitat Valenciana se han dado terremotos de magnitudes altas.

De hecho, en 1396 se produjo uno en Tavernes de la Valldigna que "se sintió hasta en Tortosa"; en 1748 la tierra tembló en Montesa y "destruyo por completo" el castillo en "menos de 60 segundos", y en 1829 ocurrió otro en Torrevieja que causó cerca de 400 muertes.

¿Existe la posibilidad de anticiparse a estos eventos? "Rotundamente, no". "Sí sabemos qué zonas son mas propensas" pero "la Tierra está viva y se obedece a sí misma", ha explicado García.

Ahí radica la importancia de la "cultura sísmica": "La sismología tiene como objetivo salvar vidas, que aunque haya un terremoto y tu casa se caiga, salgas vivo", ha señalado. Así, tras un terremoto, "es posible que se tenga que reconstruir la zona, pero la vida humana tiene que prevalecer".

En este sentido, ha apuntado que las construcciones en España deben cumplir "desde hace muchas décadas" la norma sismorresistente. Según ella, la planificación de edificios debe tener resistencia a terremotos, aunque "luego ya los controles de la ejecución de la obra son más delicados".

Este tipo de normativas tienen como objetivo que la estructura "no colapse", que "no haya un chispazo y explote la instalación" o que, por ejemplo, un puente "se pueda tambalear ligeramente pero no se caiga", todo con el objetivo de "salvar vidas".