Nieblas y neblinas: un gran seguro de agua

Ciudades andaluzas cono Almería amanecen con intensas nieblas tras el aumento de las temperaturas / Carlos Barba
Natacha Payà
Durante el invierno, la formación de las nieblas es algo tan habitual en nuestro país que todos las hemos visto, por lo menos, alguna vez durante el año. A muchas personas no les gusta por la elevada pérdida de visibilidad o, por el frío que produce cuando se cala en los huesos, por ello abandonar una zona con niebla casi siempre nos produce un gran alivio. La niebla es un hidrometeoro muy discreto, ya que a diferencia de la lluvia no hace ruido. Normalmente se deja ver por las mañanas cuando nos levantamos, cuando viajamos por algún valle o, desde lo alto de alguna montaña al amanecer. Dependiendo de la visibilidad, los observadores meteorológicos las clasifican en: niebla débil, moderada o densa. Según su formación y origen encontramos distintos tipos de niebla, aunque las más conocidas y comunes son las de radiación y advección. Las primeras son las que se forman durante el invierno en los grandes valles y en las depresiones de las dos mesetas.
Las otras, en cambio, se forman sobre todo entre otoño y primavera en el mar, y en ocasiones alcanzan la línea costera. La neblina es un hidrometeoro similar a la niebla y está formada por pequeñas gotas de agua en suspensión. A simple vista no vemos la diferencia pero, en realidad se distinguen por la densidad y tamaño de esas partículas. Si la visión es menos de un kilómetro se considera niebla, y si la vista alcanza más allá hablamos de neblina. Aunque existan muchos otros fenómenos meteorológicos violentos, la formación de niebla y neblina puede complicar más de una situación y pueden ser de las más peligrosas.
Tienen el poder de quitar visión. Cada año provocan miles de accidentes de tráfico en todo el mundo y retrasos o cancelaciones en los aeropuertos. También tienen efectos sobre la salud. Las personas con problemas respiratorios suelen sufrir mucho su presencia, ya que en las grandes ciudades se puede juntar con la contaminación y provocar el famoso ‘smog’. No todos son efectos negativos, la niebla los tiene también muy beneficiosos y valiosos. Como muchos sabrán, hablar de la niebla es sinónimo de hablar del agua. Sin agua, la vida sería imposible en nuestro planeta. Quien más agradece su llegada es la vegetación. Durante el invierno, las precipitaciones pueden llegar a escasear en esas zonas en las que el anticiclón pasa largas temporadas. La niebla riega esas zonas depositando el agua en las superficies.
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