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Tándem Bonig-Catalá para neutralizar a Mazón

La presidenta regional del PP y la portavoz popular en el Ayuntamiento de València suman fuerzas en un año clave para renovar el liderazgo del partido

María José Catalá e Isabel Bonig, el pasado mes de junio en las Corts. | EDUARDO RIPOLL

La carrera política de María José Catalá e Isabel Bonig ha transcurrido por caminos paralelos y en ese discurrir la relación entre la actual portavoz del PP en el Ayuntamiento de València y la presidenta regional de los populares ha sufrido altibajos. Aunque formalmente ambas siempre han mostrado cordialidad, la desconfianza ha sido la nota predominante durante muchos años.

La situación hoy en día es, sin embargo, bien distinta. Bonig y Catalá comenzaron a ir de la mano y a enterrar los recelos cuando finalmente Génova decidió que la torrentina sería la cabeza de lista para tratar de recuperar la alcaldía de València. Catalá no era en un principio la candidata de Bonig, que siempre ha temido que su compañera de Consell ambicionara su puesto, pero la presidenta regional acabó aceptando la propuesta e incluso sintiéndose a gusto con compañera de viaje en la política autonómica.

Bonig y Catalá andaban ya por entonces unidas por el ‘error’ de haber respaldado a la candidata equivocada (Soraya Sáenz de Santamaría frente al elegido Pablo Casado), una circunstancia que ha supuesto para muchos populares el fin de su carrera política. Ni Bonig ni Catalá tuvieron éxito en sus respectivas elecciones y desde entonces, cada una en su ámbito, ha tratado de ganarse por derecho propio ser referentes de la oposición.

En este tiempo, ha sido habitual verlas juntas en actos de partido o en comparecencias públicas. Juntas suman fuerzas, argumentan desde el PPCV, ya que permite intensificar el discurso contra los gobiernos de izquierda. Lo cierto es que el perfil político de Bonig y Catalá es muy distinto. La primera, intensa, impulsiva, sin complejos de ser de derechas; la segunda, más contenida, y con perfil más centrista. Son contrapunto, pero en cierta medida ensanchan un partido que quiere ser amplio y situarse en el centroderecha.

Pero esta alianza se afianza, además, en un momento en que la renovación en el PP valenciano esta cada vez más cerca y cuando los ojos siguen puestos en el presidente de la Diputación de Alicante, Carlos Mazón, como posible sucesor.

El dirigente popular se esfuerza en desmentir, siempre que le preguntan, que en sus planes esté suceder a Bonig, pero su proyección sigue al alza y cuenta con el beneplácito de Génova gracias a su buena relación con Teodoro Gea, número dos de Casado en la dirección nacional. Su cargo institucional (el más importante que todavía conservan los populares) y la portavocía dentro de la federación valenciana de municipios le permite una presencia activa en la vida política valenciana, una agenda cada vez más visible.

En este contexto, no faltan voces en el partido que ven en el tándem Bonig-Catalá una fórmula para neutralizar al dirigente alicantino. Un frente unido de cara a un congreso regional, en principio previsto para después del verano, pero que sigue pendiente de la evolución de la pandemia.

La actual presidenta del PPCV ha afirmado varias veces que se presentará a este cónclave para revalidar el puesto, pero en el partido se da por hecho de que habrá batalla. Hay fuentes que sostienen que Génova tiene la decisión tomada de un relevo en el cartel electoral de la Generalitat en 2023, incluso si Bonig gana las primarias. Antecedentes hay. Casado ha cambiado a dos candidatos (Cantabria y País Vasco) a pocas semanas de unas elecciones y ello, pese a ser en ese momento los presidentes de esas organizaciones territoriales.

En espera de acontecimientos internos, Bonig y Catalá retoman las reuniones del consejo de dirección cada quince días, encuentros a la que ambas asistirán presencialmente, mientras que otros podrán hacerlo telemáticamente. Los consejos de dirección del PPCV sufrieron un parón durante la primera ola de la pandemia, pero ahora se retoman con frecuencia quincenal. Será habitual (la propia Bonig lo dijo el lunes al iniciar una rueda de prensa) las comparecencias en las que ambas participen, una estrategia, por otro lado, lógica ya que en asuntos de pandemia el papel de la ciudad es muy relevante. Catalá forma parte del consejo de dirección del PP, un órgano reducido en el que, sin embargo, no están los presidentes provinciales.

De hecho, aunque Mazón y Bonig han coincidido alguna vez en la sede de la plaza América, los canales de comunicación no son tan fluidos como lo son con la líder de la oposición. La explicación de la distancia geográfica tendría sentido, sino fuera porque también es bastante puntual las acciones conjuntas con el nuevo presidente provincial, Vicente Mompó, quién ‘habita’ a escasa distancia de la sede popular.

En términos generales, la regional y la provincial de Mompó van por caminos distintos. Mompó no era la opción de Bonig al no ser una persona de su confianza. Venía avalado por el diputado nacional Vicente Betoret y Génova lo situó al frente de la organización provincial. Cabe apuntar que el apoyo de las provincias es clave a la hora de ganar un congreso.

Barrachina pierde fuelle

Bonig no controla ni la provincial de València ni la de Alicante y también podría tener problemas en Castelló, donde el diputado Miguel Barrachina ha perdido fuelle. Barrachina, a quien en el partido le reconoce su brillantez ante la tribuna, prometía ser uno de los colaboradores claves de Bonig en las Corts.

Sin embargo, ha ido perdiendo presencia. Si el calendario se cumple, será el primero en tener que pasar por las urnas y no está claro que sea el favorito de Génova. También se quemó en la batalla Soraya-Casado al elegir a la primera. Parte de la dirección provincial, con Barrachina al frente, se posicionó del lado de la vicepresidenta del Gobierno. Fue el caso de la presidenta local, Begoña Carrasco, apostó abiertamente por el segundo. Podría ser la favorita de Madrid.

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