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Ricardo García Macho

Ricardo García Macho: "El Consell no quiere un órgano potente de control que mejore la calidad democrática"

Presidente en funciones del Consell Valencià de Transparència

El presidente en funciones del Consell Valencià de Transparència, Ricardo García Macho. | LEVANTE-EMV

¿Qué balance hace de estos cinco años?

El consejo ha tenido una trayectoria complicada como consecuencia de que en la ley que elaboró el PP en 2015 la institución no estaba bien diseñada. Pretendía lavarse la cara y era un órgano con miembros sin dedicación exclusiva, con muchísimas funciones y con dependencia orgánica de la conselleria. Desde el primer momento, el conseller nos vio como adversarios.

¿Por qué motivo?

Posiblemente porque existía una Conselleria de Transparencia, pero quien realmente puede mejorar la calidad democrática a través de sus resoluciones es el consejo, no la Administración. Y eso no lo querían entender y tuvimos muchas dificultades por esa dependencia y porque la oficina que necesitábamos para trabajar no se dotaba.

De hecho, se quejaron desde el principio de esta situación...

Sí, pasó un año y escribí un artículo diciendo que el porvenir del consejo era negro si no cambiaba la actitud política y eso enconó más los ánimos. Fue leído por Presidencia y nos enviaron una letrada. Gracias a eso pudieron trabajar más deprisa, pero realmente hubo unas enormes reticencias en la época en que Alcaraz fue conseller.

¿Y cómo fue la actitud del resto de partidos?

Tampoco tenían gran interés. En un país con una calidad democrática baja, el consejo suministra información al ciudadano o a la oposición. ¿Cuántos concejales han acudido al consejo para pedir información que le negaban? Eso es positivo porque crea una opinión pública informada, algo que es esencial para el control político, que es lo que realmente temen los políticos.

¿Le ha decepcionado la actitud del Botànic?

Dígame, ¿cómo es posible que un gobierno de izquierdas no se haya preocupado de crear un consejo de transparencia fuerte y sólido? No lo han hecho y hay modelos, como el alemán, el de Gran Bretaña e incluso el andaluz, que tienen personalidad jurídíca, aunque no tienen una capacidad sancionadora potente.

¿Ese es otro déficit?

Sí. Mire hay un ejemplo muy claro: el del Ayuntamiento de Santa Pola. Para ellos la ley de transparencia no existe, se la saltan permanentemente, pero como no tenemos capacidad sancionadora. El procedimiento lo debe llevar el propio ayuntamiento y no lo hace.

¿Qué le parecen los cambios para el consejo previstos en la futura ley?

La nueva ley tampoco tiene capacidad sancionadora ni personalidad jurídica. Es una verdadera trampa. Mientras este consejo ha salido muy barato, el siguiente va a salir bastante más caro porque son tres personas altos cargos. El problema es que seguirá dependiendo de la Conselleria de Transparencia. Debe ser un órgano independiente, con personalidad jurídica y con capacidad sancionadora. ¡Cómo depender de la conselleria a la que tienes que controlar, es ridículo, es un intento de engaño, no explicable en un gobierno de izquierdas! También es un error la posibilidad de reelección.

¿El Botànic no quiere ser transparente?

Ellos dirán que son los más transparentes, pero quien tiene que garantizar esa dependencia es un consejo, neutral políticamente, con una buena dotación presupuestaria y elegido por las Cortas por una mayoría absoluta.

¿Entonces, se huye del control?

Claro, por supuesto, no hay un interés real por ser controlado, no quieren un órgano potente que mejore la calidad democrática. Nosotros con nuestras resoluciones ayudamos a crear una opinión pública.

Ha tenido presiones, alguien que lo haya llamado.No lo han hecho, posiblemente porque saben que yo jamás lo habría admitido, pero la presión es suficiente en el momento que no estás bien dotado, porque no puedes trabajar con la máxima eficacia. También le pasará al nuevo consejo, no será eficaz y será más caro.

¿Se ha planteado irse?

A los pocos meses me planteé seriamente irme pero prevaleció en mí que he sido siempre un servidor público. Y hablo por mí y creo que por el resto del consejo. No había atractivo económico, no nos facilitaban la tarea, nos ponían palos en las ruedas. Además, me gané la enemistad del conseller. Y ahora, tres años después, suben las dietas, ahora que estamos en funciones, no tiene sentido. 

¿Ha mejorado la relación con la actual consellera?

No, nos vemos tanto en tanto, pero ella sigue el proyecto Alcaraz. Por sus hechos no diría que nos ve favorablemente. No nos llamó para conocer nuestra opinión sobre el proyecto.

¿Aguantará hasta la renovación?

No sé los demás, pero no me quedaré sine die.

¿Es necesaria una Conselleria de Transparencia?

 Una Conselleria de Transparencia es un hándicap, no se justifica porque es un órgano administrativo que va a estar al servicio del Gobierno, no es su función. Hay un decisión política de mantener la y sigo sin entender por qué necesitan una dirección general. Eso ya marca el devenir del consejo porque la hace depender de ella.

Siente que la oposición ha abusado del consejo.

Hay un interés político para poder hacer oposición. No es solo el PP. Nos han venido reclamaciones de concejales del PSOE y Compromís. Hemos sido neutrales e imparciales.

¿Cuál ha sido la resolución más difícil?

Posiblemente la de la EMT porque tenía complejidad y tensión política y también, la de la tesis de Francisco Camps.

Con la pandemia, la opacidad ha estado cómoda.

Sí, porque la urgencia en la toma de decisiones ha tenido como consecuencia una mayor opacidad tanto a nivel estatal como autonómico. En la primera ola, la oposición no actuó con lealtad y el gobierno, al enrocarse, y aumentó la opacidad.

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