Nieblas, calimas y otros misterios modernos

 No hay nada más difícil de predecir en mi opinión que las nieblas, sobro todo las litorales y eso me ha pasado a mí en los últimos días, incluso con las interiores. Té suelen hacer quedar mal porque, si aparecen, toda tu previsión, por ejemplo, de temperaturas, queda trastocada, como la de las previsiones automáticas, ya que suben las mínimas y bajan las máximas si la niebla es persistente. Las nieblas litorales son un fenómeno recurrente en los meses de febrero a abril fruto de la inercia térmica del mediterráneo con aguas bastante frías y una súbita condensación al contacto con alguna masa de aire cálida que ya empieza a llegar a veces sobre sobre esas zonas. En las ciudades parece que se traguen literalmente lo edificios y llaman mucho la atención y eso es ahora sinónimo de difusión de imágenes por doquier. Hasta ahí todo está bien, el problema es que estas nieblas, según he leído en algún periódico, son fruto del cambio climático y han venido pare quedarse, afirmación absolutamente gratuita y fruto del desconocimiento de nuestra geografía o, aún peor, de las ganas de que le lean a uno. Para más inri, una nube de polvo en suspensión, muy bien prevista en los últimos días, ha afectado a muchas zonas del sudeste, con caída de ese polvo sahariano sin ni siquiera necesitar de que la precipitación lo impulsara, dando imágenes que algunos califican de insólitas, pero que yo solo veo llamativas. Para muchos todo son fenómenos paranormales dignos de ser analizados por Iker Jiménez o de conspiraciones que nos bombardean para envenenarnos, porque hay quien olvida que estamos a tiro de piedra de esa enrome masa de arena que es el Sahara y que cualquier configuración del sur no lo puede acercar. Cuando nevó, como casi todos los años, en las montañas de Alicante a muy pocos kilómetros del mar, se reiteró en los telediarios nacionales la idea de que era algo insólito, cuando es algo de lo más normal para todo aquel que conozca nuestra geografía y nuestro clima. Esto es predicar en el desierto, nunca mejor dicho, porque lo más cómodo es decir que todo es raro, y si alguien te pregunta como “experto” y dices que es normal sabes que no lo volverán a hacer, quizás afortunadamente, porque solo vende lo que es raro y paranormal. La estupidez nos asola aún más en tiempos de pandemia.