El pasado domingo buena parte de la vertiente mediterránea despertaba con las calles y todas las superficies cubiertas de tierra de color rojizo. Ya no nos tiene que sorprender nada en este 2021, que ha empezado fuerte. Aunque las lluvias de sangre o de barro son muy conocidas en nuestra zona, en esta ocasión no hubo precipitación (lluvia), que suele ser lo habitual. Fue algo curioso, ya que al correo y a la página del Laboratorio de Climatología de la UA nos mandaron varios vídeos en los que se aprecia perfectamente como el polvo en suspensión se iba depositando, similar a una nevada, debido a la gran concentración de partículas en el aire.

No es algo insólito, pero sí que es bastante poco habitual y apenas hay episodios documentados de esta naturaleza. Con la entrada del poniente y de una masa de aire atlántica, la nube roja viajó hacia los Pirineos y los Alpes, donde la nieve quedó como un Cola Cao en polvo. Prácticamente ha viajado por media Europa , en una aventura que comenzó en Tlemcen, en Argelia. No hay que olvidar que estamos a un paso de África, y que eso condiciona nuestro clima.

En el caso del polvo en suspensión, se trata de un fenómeno conocido y documentado por los habitantes de nuestra zona desde hace muchos siglos, con numerosas referencias en el refranero, para desgracia de los conspiranoicos que denuncian que nos están envenenando. Sorprendentemente (ironía on), son los mismos que defienden la tierra plana o que la pandemia es un cuento. De vez en cuando, la arena del Sáhara cruza el Atlántico y llega a América, donde es vital para las selvas sudamericanas. Como vimos en los anteriores días, con fuerte viento de poniente nosotros también podemos producir nuestro propio polvo en suspensión, cuyo origen se encuentra en zonas de valles o en las que predominan arcillas, limos, arenas y materiales similares.