Se llama atención temprana porque cuanto antes, mejor. Así lo recalcan los especialistas a las familias de menores con Trastorno del Espectro Autista (TEA) en cuanto realizan el diagnóstico. Así, el neuropediatra deriva al niño o la niña con autismo a un centro de atención temprana (CAT) que, sin embargo, no puede atenderlo. Están saturados. No hay plazas.

Y es que, a pesar de los esfuerzos de la Conselleria de Igualdad y Políticas Inclusivas para ampliar la red pública -las plazas han aumentado en un 89,5 % desde 2015 al pasar de las 1.476 plazas disponibles a las 2.797 actuales- la atención temprana en la Comunitat Valenciana hace agua ya que las familias esperan meses para ser atendidos y denuncian que les dan de alta a los 4 años para liberar plazas e intentar reducir una lista de espera que, en la actualidad, registra a 1.385 niños y niñas.

Es más, el grupo de Ciudadanos en las Corts Valencianes preguntó a la Conselleria de Igualdad cuál era la lista de espera en atención temprana. En el mes de noviembre, la vicepresidenta y consellera de Igualdad respondió que la cifra era de 1.400.

Así, en dos meses, el Consell ha reducido la lista en 15 menores, aunque desde la Plataforma Defensa TEA aseguran que «la conselleria libera plazas dando de alta a los niños con 4 años, en lugar de hacerlo cuando cumplan los 7 que es lo que marca la normativa para garantizar la atención temprana de 0 a 6 años. Pero necesitan plazas libres ante el colapso y actúan de esa manera desde hace mucho tiempo aunque fue en el mes de julio cuando hicieron una instrucción interna para que los CAT tuvieran un marco legal para incumplir su propia normativa de atención temprana».

Reducir la demora en breve

Fuentes de la Conselleria de Igualdad aseguraron a este diario que esperan reducir la lista en breve «con la apertura de nuevas plazas que permitirá atender a 300 niños y niñas, además de los que ya están atendidos».

El problema es que el tiempo pasa y la atención no llega a niños y niñas que solo reciben terapias si sus padres las pueden pagar de su bolsillo. Y es que una de las bases principales para la reducción de los signos negativos del autismo es la atención temprana, que se define como «el conjunto de intervenciones, dirigidas a la población infantil de 0-6 años, a la familia y al entorno, que tienen por objetivo dar respuesta lo más pronto posible a las necesidades transitorias o permanentes que presentan los niños con trastornos en su desarrollo o que tienen el riesgo de padecerlos».

Desde la Plataforma Defensa TEA explican el «abandono» que sienten unas familias a las que el médico les insiste en una atención temprana a la que tiene derecho, que es fundamental en el desarrollo del menor y que, sin embargo, no llega».

«El tema es que todos los especialistas y todos los estudios aseguran que cuanto antes se inicie la atención temprana, mucho mejor porque es una etapa vital para que adquieran conocimientos y habilidades porque luego el aprendizaje es más lento y más costoso. Hay que verlo como una inversión, no como un gasto», explica Alejandro Amblar, portavoz de la plataforma.

Además, en la respuesta parlamentaria sobre los problemas de la red pública de atención temprana, la vicepresidenta del Consell, Mónica Oltra asegura que «por lo que respecta al tratamiento de los niños y niñas, es el equipo de profesionales de cada centro (CAT) quien realiza las valoraciones y programación individualizada de cada caso, cosa que incluye el número, tipología, duración y periodicidad de las sesiones, de acuerdo con la evolución de cada caso. Por tanto, no hay ninguna tipología o pauta común a todos ellos».

Sin embargo, desde la Plataforma Defensa TEA aseguran, directamente, que «esto es mentira». Y lo argumentan con datos. «El tope semanal es una hora y media, dividida en dos tardes a la semana donde los críos reciben terapia de 45 minutos. Y punto, no hay más. Eso es el máximo. Y es el mismo máximo para todos, lo que no significa que todos reciban la hora y media».

Desde la entidad, lamentan que hay muchísimas familias cuyos hijos «solo reciben 45 minutos a la semana de atención temprana». «No se pautan las sesiones en función de los que necesita cada niño o cada niña. Hay un tope y si no lo saben que nos pregunten a nosotros», lamentan.