Notas previas para entender las elecciones en Cataluña: si el independentismo mantenía la mayoría, si Salvador Illa era el candidato más votado, si hay opción para un tripartito (transversal) de izquierdas, si Ciudadanos se hundía y si se producía el sorpasso en las derechas a favor de los ultras.

La respuesta es un sí a todo, pero tantos síes no resuelven nada. Todo se queda como estaba. Y, de momento, los bloques continúan mandando en Cataluña. El frente soberanista mantiene la hegemonía. Queda por ver si el hecho de que ERC esté por encima (ligeramente) del Junts de Puigdemont produce algún cambio. Sería lo lógico. O es quizá el clavo ardiendo al que agarrarse para mantener la esperanza.

Y la respuesta (la no respuesta, más bien) tiene consecuencias al sur. Ximo Puig tendrá que esperar para saber si Cataluña será la aliada especial en la reforma de la financiación autonómica, en la profundización de la España federal y en el empuje al corredor mediterráneo. Con Illa estaba claro. Pero lo normal si el independentismo vuelve a formar gobierno es que continúe con su hoja de ruta de alejamiento de las instituciones españolas, al menos mientras no se avance en las mesas de diálogo, si empiezan a funcionar.

Son demasiadas frases condicionales para que la Comunitat Valenciana pueda pensar que el Govern catalán va a regresar a los foros donde se va a discutir la financiación o la España federal. Y si lo hace será después de un tiempo prolongado de ajustes y acuerdos bilaterales con el Gobierno de España. Puig no lo descartaba anoche, sin embargo. Pero la C. Valenciana tendrá que buscar consolidar lazos con Baleares, Murcia y Andalucía de cara a la batalla por el dinero. 

Puig mantiene su primacía

Es posible que Pere Aragonès (ERC), de ser el presidente, no sea Quim Torra. Es posible que las relaciones mejoren. Pero es improbable pensar en un aliado catalán pronto para la agenda valenciana.

Y Puig tendrá que hacer valer así que sigue siendo el socialista al frente de la autonomía más importante. Es la parte positiva del resultado. Puede contar además en el seno del PSOE con el respaldo de Illa, que sale reforzado. Esa situación de ventaja debería notarse en los grandes debates.

En la izquierda, el 14F deja además una sensación de alivio en Podemos. La valenciana Jéssica Albiach resiste. El avance del PSC no es a costa de los morados. El protagonismo en la campaña de Pablo Iglesias tiene premio. Se puede sostener que Podemos consolida un suelo considerable. Un partido tranquilo es una buena noticia para Pilar Lima, que tras los temblores sísmicos por el relevo de Naiara Davó no necesita más turbulencias.

Las arenas movedizas están la derecha. Ciudadanos queda en una situación más que delicada en la que puede pasar cualquier cosa. Lo que pueda suceder en los próximos meses con el joven partido es tan inescrutable como lo que pueda hacer su actual líder valenciano, Toni Cantó, que ha pasado de la exaltación a la moderación para volver en la última semana a la casilla de salida.

El panorama en el PP no es tan dramático, pero es crítico, ya que el líder queda tocado. Esa posición de debilidad puede afectar a las autonomías en cualquiera de los sentidos: puede dar más fuerza a Isabel Bonig al preferir Génova no mover piezas en un momento difícil o puede acelerar renovaciones para evidenciar un proyecto nuevo. Todo en el aire.

Puig señalaba anoche mirando a Bonig que ya se ve el resultado cuando el PP se radicaliza. El líder del PSPV prefería además mantener la esperanza en que el nuevo Govern, aunque sea soberanista, apueste por el pragmatismo y se puedan establecer vías de colaboración. «Es la última oportunidad para ERC», subrayó el jefe del Consell, que hizo hincapié en la inquietud porque «se instala la fractura» en Cataluña, con dos bloques separados en los que además avanzan las fuerzas más radicales, Vox y CUP. Lo positivo, para Puig, es la victoria del PSC, que le «permite articular una alternativa al frentismo», aunque sea en la oposición, donde sería «un interlocutor fuerte y no algo espumoso».

Lima, por su parte, hablaba de algo que casi nadie recordaba anoche: que la izquierda también ha ganado y podría gobernar.