«Mi vida parece una pesadilla, pero pese a todo no quiero perderla, ¿me ayudas?», «me avergüenza pedir dinero, no lo haría si mi situación no fuera límite, solo quiero seguir viviendo». Estos mensajes con los que Paco Sanz, conocido como «el hombre de los 2.000 tumores», logró conmover y engañar a miles de personas para lucrarse en beneficio propio con sus donaciones, ya tienen castigo. La Audiencia Provincial de Madrid ha condenado al valenciano a dos años de prisión por un delito continuado de estafa, tras el acuerdo alcanzado por las partes el día del juicio, como ya informó este periódico. Además tanto él como su expareja —condenada a un año y nueve meses de cárcel— y la madre de éste, deberán indemnizar con 36.918 euros a los estafados, entre los que figuran numerosos rostros conocidos como el humorista José Mota o el deportista Pedro García Aguado.

Sin embargo, la pena impuesta dista mucho de la petición inicial del Ministerio Fiscal, que solicitaba seis años de cárcel para Paco Sanz y el pago de los 260.000 euros que presuntamente amasó entre 2010 y 2017 simulando padecer una enfermedad terminal —el síndrome de Cowden que se le diagnosticó en 2009 no lo es— con la excusa de costear su tratamiento en Estados Unidos. La defensa del valenciano, ejercida por el letrado José Vicente Gómez Tejedor, ha logrado rebajar la pena a los dos años, al contemplar la sentencia la atenuante de reparación del daño, ya que su cliente ya habría abonado el pago de la responsabilidad civil. Así, al carecer de antecedentes y la pena no ser superior a los dos años de cárcel, uno de los mayores estafadores recientes —que además se aprovechaba de la solidaridad de la gente y no del interés que en otros fraudes puede darse— no pisará ni un solo día la celda de un centro penitenciario.

La sentencia considera probado que Paco Sanz se aprovechó de su dolencia para obtener «un lucro patrimonial ilícito» desde 2010 hasta 2017. El propio condenado lo reconoció en el juicio, de ahí la rebaja de la pena. Así, éste hizo creer, a través de redes sociales y medios de comunicación, que su enfermedad era «muy grave», por lo que creó una página web en la que exageraba los síntomas de su enfermedad con la finalidad de «conmover a las personas» para que le donasen dinero y financiar así un supuesto tratamiento en Estados Unidos, que realmente consistía en un «ensayo experimental gratuito y sin coste alguno».

Para conseguir más donativos, Sanz daba la posibilidad de recibir dinero mediante mensajes de texto, con los que consiguió estafar a miles de personas. Su expareja, Lucía Carmona, era titular de una de las cuentas bancarias y también se lucró de esos donativos, con los que compraron viajes, tecnología de alta gama y un coche, entre otras cosas.

La sentencia lo que no contempla es ningún tipo de indemnización a los estafados por daños morales, al no haber afectado el engaño a su credibilidad profesional, reputación o imagen pública. Asimismo, tampoco han podido acreditar éstos el dinero que dejaron de ingresar durante el tiempo que invirtieron sin ánimo de lucro en colaborar con este supuesto enfermo terminal a favor de una causa solidaria que resultó ser falsa.