El 17 de febrero de 2011, la señal de TV3 se fundió a negro en la Comunitat Valenciana sin solución de continuidad después de más de un cuarto de siglo de emisiones. El gobierno de Francisco Camps había conseguido su objetivo. Aunque la audiencia de la televisión catalana tierras abajo del río Sénia apenas rozaba el 0,5% de cuota de pantalla, el ejecutivo autonómico activó toda su maquinaria coercitiva hasta que a Acció Cultural del País Valencià (ACPV), asfixiada por las multas, no le quedó más remedio que desconectar los tres últimos repetidores que garantizaban la llegada de la cadena a los hogares valencianos. La desaparición de TV3 de la parrilla movilizó a más de 10.000 personas en una manifestación que aunó a toda la izquierda.

En los diez años que han pasado desde entonces, el Botànic lleva más tiempo gobernando que la derecha, pero la promesa de revertir la situación y asegurar la reciprocidad de las señales en los territorios que comparten área lingüística (es decir, que TV3 e IB3 se vean en la Comunitat Valenciana y À Punt en Cataluña e Islas Baleares) sigue lejos de materializarse. ¿Por qué? La historia es la de un rondo en el que el Ministerio de Industria y la Generalitat se pasan la pelota sobre a quién corresponde solucionar los escollos técnicos que dificultan el restablecimiento de la señal. Para recuperar TV3, la administración autonómica considera indispensable que el Gobierno Central restaure el segundo múltiplex -tecnología que permite emitir cuatro canales en alta definición- que la C. Valenciana perdió en 2014. Una demanda reclamada por las Corts que Compromís ha llevado al Congreso en varias ocasiones. Pero la respuesta siempre ha sido negativa. Desde el Ministerio de Industria mantienen que el actual marco jurídico permite la emisión de la señal de las televisiones públicas de una comunidad en otra limítrofe «con afinidades lingüísticas y culturales», utilizando los múltiplex autonómicos ya asignados a cada territorio. Para Compromís, esta afirmación supone que la pelota está en el tejado de Presidencia de la Generalitat, si se quiere garantizar el intercambio de señales.

La dudosa calidad de la señal

Pero la cosa no es tan sencilla. El único múltiplex del que dispone ahora la C. Valenciana da cabida a cuatro canales autonómicos, dos de ellos explotados por grupos mediáticos privados en régimen de concesión y otros dos por À Punt. Aunque podrían incluirse más señales, desde el departamento autonómico responsable remarcan que esta posibilidad comprometería de forma notable la calidad de las emisiones actuales, teniendo en cuenta las exigencias de alta definición de los receptores televisivos y el hecho de que en el múltiplex también se pretende dar cabida en un futuro a un segundo canal de À Punt.

El director de la radiotelevisión valenciana, Alfred Costa, ha intensificado las alianzas con TV3 para la producción conjunta de contenidos -con el éxito de «La Mort Guillem» aún reciente- pero también ha expresado sus reticencias respecto al regreso de las emisiones de la televisión catalana, por la competencia añadida que supondría para À Punt, una cadena muy joven con un presupuesto ínfimo en comparación con el de la catalana, que recibe cuatro veces más inyecciones de dinero público. «Sería como hacer jugar al Manchester con el Mestalla», resumió Costa hace unos meses en una mesa de debate junto a los directores de las televisiones públicas catalana y balear, que sí se posicionaron a favor de la reciprocidad (entre ambos territorios es un hecho hace años) y redujeron el entuerto a una cuestión de «voluntad política».

En esa tesis coinciden Compromís y Unides Podem, que en las Corts han anunciado una ofensiva legislativa para tratar de hacer posible el intercambio de emisiones con los medios técnicos actuales, siguiendo los pasos de Baleares, donde han vuelto a visualizarse todos los canales públicos catalanes. Es la respuesta a la presión de colectivos como ACPV, Reciprocitat Ja, la Plataforma per la Llengua o Escola Valenciana, que se ha puesto de manifiesto esta semana. La formación morada cuestiona que la actual normativa obligue a privatizar dos de cada cuatro canales autonómicos y estudia pedir la resolución de determinadas concesiones si se comprueba que las empresas no cumplen las condiciones acordadas. Otras voces en el seno del Consell, sin embargo, alejan la recuperación de TV3 de las prioridades actuales en un contexto dominado por la pandemia en el que, además, la TDT está en claro retroceso frente a los nuevos modelos de consumo televisivo, cada vez más centrados en las plataformas digitales. En este último terreno, TV3 invitó hace tiempo a À Punt a sumarse a Bon Dia TV, una red en la que también está IB3.