En los últimos días de nuevo la calima ha sido la protagonista en los cielos de buena parte de la vertiente mediterránea. Aunque en esta ocasión no se produjo deposición seca de la arena, como sucedió a principios de mes, sí que tuvimos concentraciones de polvo en suspensión muy importantes. Según los modelos, en el sureste peninsular y en Baleares. De acuerdo con las directrices de la OMS, cuando las concentraciones de las PM10 (asociadas al polvo en suspensión en este caso) superan los 50 μg/m3 de media en 24h, puede tener consecuencias negativas para la salud humana.

Esto por ejemplo sucedió el pasado fin de semana, y durante algunas horas se pasaron de los 200-500 μg/m3. No obstante, en el Plan Meteoalerta de AEMET sólo existe el nivel de riesgo amarillo para episodios importantes de calima, y además el umbral que se tiene en cuenta es la visibilidad. Creo que es algo que debería cambiarse, ya que está más que demostrado los problemas de salud que ocasiona una mala calidad del aire por la presencia de arena o tierra en las personas que tienen enfermedades respiratorias o alérgicos, sin olvidar los que prácticamente deporte de alta intensidad. Y no olvidemos que en un contexto en el que la corriente en chorro circula de forma más ondulada, estas intrusiones saharianas se están volviendo más frecuentes e importantes. En general, como ya he comentado otras veces hace falta una revisión de Meteoalerta para adaptarlo a la situación actual, y acercarlo a la ciudadanía.

Por ejemplo, un porcentaje muy bajo sabe qué significa cada nivel, umbral y qué consecuencias puede tener eso. También pienso que es un buen momento para pensar en introducir la contaminación atmosférica como elemento de riesgo, ya que causa la muerte de muchas personas en nuestro país y en todo el planeta, y es un riesgo que suele pasarse por alto.