Mientras la C. Valenciana activa con cuentagotas su servicio de psicólogos emergencistas, Madrid dispone de psicólogos en emergencias que acuden, junto con el resto de operadores habituales —sanitarios, policías y bomberos—, a cualquier suceso violento o de alto impacto emocional, desde un accidente de tráfico a una violación, pasando por el maltrato infantil, a mayores, agresiones machistas o una simple parada cardiorrespiratoria.

La capital madrileña está dotada de ese servicio público y gratuito desde 2003 a través del Samur-Protección Civil, dependiente del área de Seguridad y Emergencias del Ayuntamiento de Madrid y la Comunidad se sumó a la iniciativa y tiene el mismo servicio hace casi dos años, en este caso dependiendo de la Consejería de Sanidad y bajo la marca SUMMA 112.

En el caso del Samur, un grupo de seis psicólogos y seis técnicos en emergencias, con un vehículo propio e independiente del de los sanitarios, atienden una media de 4,3 situaciones críticas al día. En 2019, fueron 1.573. Sólo en el término municipal de Madrid. «Trabajamos en equipos de dos, un psicólogo y un técnico, en turnos de guardia de 24 horas», explica una de las psicólogas, Esther López, que lleva 18 años prestando este servicio, pionero en Europa, exactamente desde su creación. Su trabajo es imprescindible a estas alturas. Y está totalmente normalizado.

Acuden junto con el resto de emergencistas y aplican una «atención multidisciplinar» a víctimas directas, indirectas (familiares, allegados, testigos...) y a los propios intervinientes cuando lo solicitan. Esther explica que «lo primero es aislar a la persona de la fuente de tensión, ayudarle a expresas emociones y procurarle intimidad».

Por supuesto, actúan y han actuado en sucesos con víctimas múltiples (11-M, atentado de la T-4 o el accidente de Spanair), pero es en el día a día donde su soterrada labor adquiere toda su sentido.

Acuden a accidentes de tráfico —«sobre todo a los atropellos, los que dejan heridos graves o fallecidos», explica la psicóloga—; ferroviarios; suicidios —tanto los intentados como los consumados, donde arropan y ayudan a la familia «con los tremendos pensamientos de culpabilidad», matiza Esther—; a los casos de maltrato infantil —sobre todo intervienen en los colegios—; y a también al que sufren las personas mayores.

Tienda de campaña para despedidas

También los activan en casos de violencia de género, ya sea para atender a la víctima directa como a sus familiares cuando ellas han sido asesinadas, y agresiones sexuales. «Acudimos al domicilio, al hospital o la comisaría. En esos casos, acudimos con una UVI móvil y el psicólogo acompaña a la víctima incluso a la hora de ir a denunciar», detalla la especialista. Cualquier cosa que sirva «para amortiguar el tremendo impacto emocional y reduzca el sufrimiento, tanto presente como futuro. La ayuda en ese momento, cuando acaba de ocurrir el hecho, favorece la asimilación o el duelo que empiezan después. Es un enfoque preventivo que ahorra sufrimiento». Y vidas. Incluso dinero.

Por supuesto, están siempre presentes en cualquier hecho violento, desde un atraco con rehenes o heridos, hasta un homicidio o una agresión grave, pero también en las paradas cardiorrespiratorias, algo muy cotidiano y tremendamente doloroso para los familiares. Son «el nexo de unión» entre los sanitarios y las familias y favorecen, casi siempre, el papel de los testigos al «bajar su nivel de ansiedad» y tranquilizarlos para que declaren en las mejores condiciones posibles y recordando los hechos que han visto o escuchado.

En las paradas, o en los heridos graves, preparan a los familiares para el peor resultado a petición de los sanitarios y, cuando ocurre, les ofrecen despedirse de ellos. «Llevamos siempre una pequeña tienda de campaña para darles esa oportunidad». Así, son ellos siempre, como expertos en situaciones críticas y en el manejo de las emociones, quienes comunican el fallecimiento. Nunca un policía, un sanitario o un bombero, porque su labor es otra. «Qué menos que darles a esas personas el servicio que merecen», concluye. Y su labor no acaba ese día: hacen informes y seguimientos a todos los usuarios, y, si es necesario, los derivan a otros recursos. «Siempre públicos y gratuitos, claro», asevera Esther justo antes de acudir al siguiente aviso.

Valencia: «Al psicólogo lo activa Emergencias, nunca un ciudadano» 

La conselleria de Justicia e Interior admitió ayer que la Generalitat sí dispone de psicólogos para intervenir en situaciones de crisis, incluso en las individuales, pero aclaró que «sólo los puede activar Emergencias, que no el 112, y siempre que sea un recurso de Emergencias, como un médico del SAMU o un policía, o una autoridad, como un alcalde o una directora de colegio, por ejemplo, pero nunca un ciudadano. Y desde luego no a través de las llamadas del 112. Ese es el protocolo. Y es posiblemente la razón por la que en el caso de la familia del menor que se quitó la vida, no se activó el psicólogo de Emergencias cuando su tía llamó al 112».

La portavoz de la conselleria de la que depende la Agencia Valencia de Seguridad y Respuesta a las Emergencias (Avsre) matizó así la versión facilitada un día antes por la propia agencia, que aseguró que «no atendemos a ciudadanos». Esta segunda fuente afirmó que el convenio existente desde hace dos décadas entre la Generalitat y un equipo de psicólogos emergencistas «solo se aplica para grandes catástrofes, siniestros con víctimas múltiples o para los intervinientes». El convenio, sin embargo, recoge que se «movilizará al personal de la Asociación en aquellas emergencias con gran conmoción de la familia/s de las víctimas, en aquellas de especial gravedad y en las que se active el procedimiento de actuación frente a emergencias con múltiples víctimas».