Estos últimos años están resultando los más cálidos desde que se tienen registros, sobre todo en los meses estivales. A nadie le tiene que sorprender que en paralelo exista una ola de incendios durante los meses más calurosos. Ahora, incluso se han llegado a extender desde las zonas árticas a las tropicales, como fue el caso del Amazonas. La conexión entre calentamiento global e incendios forestes es más que obvia, y también es acreditada y afirmada por la comunidad científica. A mayor variación de temperaturas, mayor es la intensidad y la extensión del fuego. Según Greenpeace, los incendios contribuyen de tres maneras al cambio climático: con la liberación directa de dióxido de carbono, con el ‘’carbón negro’’ u hollín que se deposita en el hielo del Ártico y evita que se refleje el calor del sol, y con la destrucción de los bosques y su potencial de absorción de CO2. El calentamiento global provocado por la acción humana aumentará la extensión de incendios en Europa estos próximos años. Una amenaza que podría reducirse si el aumento global de la temperatura no supera los 1,5 ºC, según unos investigadores de la Universidad de Barcelona. Con un calentamiento global de 1,5 ºC, el área quemada todavía podría crecer hasta un 40 % respecto a las estimaciones que consideran el calentamiento futuro. Por ejemplo, en la Península Ibérica con un incremento de 3 ºC el aumento sería del 100%. Actualmente el problema para el conjunto del planeta es que estas llamas, avivadas por la crisis climática, contribuyen a agravar las enormes emisiones de gases de efecto invernadero y especialmente de dióxido de carbono. La Organización Meteorológica Mundial calculó, a modo de ejemplo, que los incendios de 2015 durante dos meses arrasaron alrededor de 3 millones de hectáreas de la selva tropical de Indonesia. Las emisiones brutas de carbono de los incendios equivalen al 25% de las emisiones globales anuales de los combustibles fósiles. Los incendios desencadenados por el clima más cálido y seco podrían duplicar el área calcinada hasta un 16% del sur de la selva de la Amazonía para 2050. Allí los incendios forestales seguirán intensificándose antes del 2030 y para mediados de siglo la región emitirá 17.000 toneladas de CO2, dejando de ser la región que más gases de efecto invernadero absorbe.