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La herida abierta en el feminismo

Compromís considera que el debate está superado en el Botànic, el PSPV teme por las políticas de igualdad y Podemos ve una disputa por el espacio feminista

Feminismo

En vísperas del 8M, el primero sin manifestación a causa de la pandemia, el feminismo vive tiempos convulsos a cuenta de las tensiones internas que está generando la ley trans impulsada por Podemos. La diatriba viene de lejos, pero comenzó a hacerse visible hace un año, cuando el debate ya había saltado del ámbito académico al activismo.

Doce meses después,la tormenta está en plena descarga. La conocida como ley trans, que permite la libre elección de sexo, elaborada por Unidas Podemos tiene en contra al socialismo y buena parte del feminismo clásico, que consideran que la norma es un torpedo a la línea de flotación de las políticas de igualdad.

Es un enfrentamiento entre partidos, en la que también participan académicas y feministas, y que ha acabado proyectando una imagen de fractura justo cuando la izquierda, abanderada de las políticas de igualdad, está en el poder. En València las entidades feministas han logrado consensuar un manifiesto conjunto para el 8M que salva estas diferencias, pero la herida está abierta.

La izquierda valenciana asiste a esta división con preocupación. Los partidos secundan las posturas fijadas por las direcciones nacionales, pero ponen en valor los consensos logrados en el seno botánico, sobre todo, en las Corts. Este diario ha pedido a tres responsables de igualdad de las fuerzas del tripartito -las diputadas Rosa Peris (PSPV); Mònica Àlvaro (Compromís) y Cristina Cabedo (Unidas Podemos)- una reflexión sobre las causas de la división.

Para Peris, hasta hace poco el feminismo y el colectivo LGBI han ido de la mano en temas como la defensa del matrimonio entre personas homosexuales, pero, sostiene, el problema ha llegado cuando «el transgenerismo ha pasado a ser el núcleo de sus reivindicaciones». Para la socialista, la ley trans supone «un cambio sustancial en el tablero» ya que sancionar la libre elección de sexo y la autodeterminación de género tumba el elemento nuclear de que el sexo biológico está en el origen de la discriminación que sufren las mujeres.

Peris alerta de que esta ley «hace saltar los por los aires toda la agenda feminista». Admite que el debate en torno al transgenerismo estaba en las redes sociales y en ciertos colectivos, pero la «alarma se enciende» cuando un partido (en alusión a Podemos) lo convierte en algo nuclear y «lo antepone a su compromiso feminista».

La diputada se muestra convencida de que la ley no saldrá adelante porque es insostenible jurídicamente, pero no tiene claro cómo de profunda será la fractura ni sus consecuencias en la alianza con el colectivo Lgtbi. Eso sí, subraya que ambos tienen agendas distintas. La diputada insiste en que el socialismo no es trásfobo y que la brutal discriminación que sufre el colectivo no lo solucionará esta ley. Es más le hace un «flaco favor» porque su principal causa de discriminación es su transexualidad.

Mònica Àlvaro destaca que este debate ya se produjo en la Comunitat y se cerró «con consenso y sin que nadie ha haya pedido ninguna revisión». Se refiere a la ley trans de 2017 y que ya abordó la identidad de género y la despatologización de la transexualidad. Peris matiza que la posición del PSPV ha cambiado y que lo más probable es que ahora no habría apoyado la ley valenciana».

Para la diputada de Compromís, el Botànic fue un ejemplo de consenso y sitúa el debate en el enfrentamiento estatal entre PSOE y Podemos. «Confío en que no salpique ni interfiera en los consensos con los que trabajamos aquí», añade.

«Hay discusión porque está vivo»

Asegura que su principal preocupación es que en esta legislatura el feminismo pueda seguir avanzando en cuestiones claves, como la nueva ley de igualdad, o en la pelea para que el teletrabajo no sea un enemigo sino un aliado para las mujeres. «Hay discusión porque el feminismo está vivo, prefiero hablar de aportaciones que de choque», añade.

Por su parte, la portavoz de Igualdad en Podemos, Cristina Cabedo, también huye del término «fractura» y apunta que el debate no es nuevo en el feminismo, si bien se ha producido en un contexto generacional y en medio de una disputa entre partidos por el feminismo institucional.

Recuerda que desde el surgimiento del feminismo radical, se pone en el centro del debate la sexualidad como origen de las opresión, y sí ve una cuestión generacional: «Las chicas jóvenes viven de forma más libre su sexualidad y conectan con el colectivo LGTBI», apunta. Para Cabedo el problema es la disputa por el feminismo institucional y la ruptura del bipartito. «La derecha había despreciado al feminismo y el PSOE ha tratado de capitanear en solitario las cuetiones de igualdad», señala. Cabedo aboga por una nueva teoría feminista que haga compatible la nueva perspectiva relacionada con la sexualidad y las leyes trans sin que ello suponga cuestionar la existencia de una estructura basada en los privilegios de los hombres sobre las mujeres.

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