Con la duda todavía de los Juegos de Tokyo para este verano, la plaza del Ayuntamiento de València se convirtió en un pequeño estadio olímpico. Yoga, aerobic, kung fú o crossfit han sido algunas de las actividades deportivas ejercitadas en pleno centro de la capital del Turia con una intención: reclamar la apertura de las instalaciones deportivas.

«La Comunitat Valenciana es la única que mantiene cerrados sus centros deportivos, sus gimnasios, no me lo puedo creer, ¿qué hemos hecho?», protestó la tricampeona del mundo en disciplina aeróbica, Carmen Valderas, que recibió aplausos no por la finalización de una pirueta bien hecha sino por sus frases reivindicativas.

Ella fue la encargada de leer el manifiesto en el que se exigió la reapertura de estas instalaciones y declarar la actividad física como «esencial». A su lado, Uwe Henningsmeyer, representante de la Plataforma Defiende tu Centro deportivo, lamentó que estos llevan «de los últimos 12 meses cinco de ellos cerrados, 44 días de manera consecutiva, pese al esfuerzo grandísimo que hemos hecho en tiempo y dinero por cumplir rigurosamente con las medidas».

«La situación es insostenible e indignante», criticó Salvador Huertas, director y profesor del Gimnasio Línea Sport dedicado a las artes marciales y el fitness. «Los gastos fijos son de 4000 euros al mes, las ayudas no llegan y no sabemos por qué nos cierran», expresó mientras planteaba un ejercicio de aerobic con alumnas de la tercera edad en medio de la plaza. «Esto para ellas es fundamental», añadió.

A unos metros, entre saltos y movimientos marciales, Juan Carlos Sabater, presidente de la Coalición Española de Wushu-Kung Fu y director de un centro en Algemesí, señalaba su frustración: «Sigo pagando el autónomo y veo cómo en el resto de España abren y aquí no». Sobre dar las clases al aire libre indicó que es una «solución puntual para un día», pero que tiene inconvenientes como la meteorología variable o que el suelo no tiene la protección de un tatami para hacer saltos y movimientos.

Susana Febrer alza su pancarta frente a una clase de aerobic improvisada. Tiene a la mayor parte de su plantilla del gimnasio GentSana de Vinaròs en ERTE. «Es una ruina, ni ayudas ni nada, queremos que nos dejen abrir», reclama. Antes de que la música y el deporte tomaran la plaza, un minuto de silencio recordó a las empresas cerradas, los profesionales despedidos y la salud perdida cada día de cierre. Al final la competición acabó en pérdidas.