Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Alfred Costa : "À Punt debe tener controles, pero no la burocracia actual"

Director general de À Punt

El director general de À Punt, Alfred Costa, en los estudios de la radiotelevisión pública. | F. CALABUIG

Alfred Costa (Torrent, 1969) declina un café durante la entrevista porque ya lleva demasiados en el cuerpo, pero no esquiva ninguna pregunta. A pocos días de cumplir su primer año de mandato al frente de À Punt, acaba de presentar la última temporada de «L’Alqueria Blanca», con la que espera saldar «una deuda» con el pueblo valenciano. Todavía le quedan muchas batallas por delante.

¿Hasta qué punto le ha dejado la pandemia cumplir su proyecto?

Aceptamos el reto de convertirnos en un servicio esencial con responsabilidad pública y pusimos todas las energías en incrementar las horas de información y las conexiones en directo. Eso nos ha permitido ganarnos el respeto y el cariño de nuevos espectadores. Cerramos el año con un 3 % de audiencia, un 0,5 % más de lo que nos propusimos. Aumentamos los ingresos publicitarios a 1,5 millones y la inversión en contenidos audiovisuales ha sido 4 millones por encima de lo esperado, una cifra que consolida a À Punt como motor del sector. Todo ello sin dejar de potenciar la producción propia, con nuevos formatos.

El nuevo contrato programa con el Consell sitúa en un 4,7 % la audiencia para 2023. ¿Es factible?

Con el presupuesto actual será difícil, pero la programación es un organismo vivo que te permite ir jugando con lo que tienes. En todo caso, la audiencia no es el objetivo último: nuestra parrilla tiene una parte importantísima de servicio público , con contenidos divulgativos y culturales alternativos. El compromiso es llegar al 3,5% de «share»esta temporada. Tenemos formatos consolidados y vamos abrir nuevas ventanas para conseguir una audiencia estable.

El inicio de 2021 arroja una tendencia de espectadores a la baja. ¿A qué atribuye esas oscilaciones?

A la propia herramienta de medición de la audiencia, muy volátil. Cuando tu cobertura no es muy grande cuesta saber cuál es el comportamiento real y hay subidas y bajadas que están afectando a todas las televisiones autonómicas.

Las expectativas de audiencia e ingresos se han rebajado. ¿Ha fracasado el modelo inicial de À Punt?

Se hicieron muchas proyecciones numéricas y análisis sobre papeles en blanco cuando estábamos en negro y aún no sabíamos las posibilidades de una cadena en un entorno anómalo. Ayer (por el miércoles) hicimos un 4,4 % de «share» y la antigua Canal 9 cerró con un 4 %. Ya estamos en cifras similares, pero ahora las plataformas alternativas a la televisión generalista están muy arraigadas y casi la mitad de la población valenciana tiene acceso a ellas: la competencia es aquí mucho más agresiva que en otros territorios.

¿Sigue siendo una soga demasiado fuerte el contrato programa?

Si fuera un poco más flexible permitiría abrir el juego. Ahora mismo es como si te dicen que tienes que jugar con cinco centrales y un delantero: ya sabes que tu juego no será el «tiki-taka»; tienes que armar la defensa para que no te marquen goles y confiar en que tu delantero marque la mayor cantidad posible, aunque somos muy ambiciosos.

¿Confía en que se suprima el límite de gasto en personal para hacer fija a toda la plantilla actual?

Quiero pensar que el sentido común triunfará. Es una norma anómala y somos la única empresa a la que se le aplica. Ahora estamos cumpliendo el contrato programa con el número de horas de informativos, pero el documento que está a punto de firmarse dejaría de tener mucho sentido si tenemos que renunciar a parte del personal. La moratoria nos da tres años para estabilizarlo. Espero que antes de 2023 se haya resuelto el problema con un pequeño aumento del presupuesto que podría haber llegado ahora, con las cuentas más expansivas de la historia...

¿Qué espera de la subcomisión que debate cambios en la ley?

Querer juzgar y fiscalizar una empresa audiovisual como si fuera una conselleria comporta muchas dificultades burocráticas. Dentro de la complejidad que supone formar parte de la Administración pública, debe entenderse que somos una empresa audiovisual. Hemos de tener controles pero no la burocracia actual, porque nos movemos por trimestres: lo que te aprovecha en enero no te sirve en junio y eso necesita cierta cintura para poder moverte en un entorno tan complejo. La ley debería ayudarnos a ser más ágiles en cuestiones básicas, de marketing o adquisición de contenidos. Cuando haces una norma tienes que saber que estás poniendo parches y topes.

¿Considera una prioridad la reciprocidad con TV3?

Nuestro campo no da para muchas aventuras. Hemos de cuidar ahora al pequeño, que está creciendo, y permitirle dar el estirón. Lo que nos preocupa es que À Punt esté dotada del presupuesto suficiente para hacer grande el proyecto, afrontar nuestros compromisos y cumplir el contrato programa.

À Punt es un arma arrojadiza constante en la batalla política. ¿Esa presión supone un condicionante?

Presiones no se recibe ninguna. Esta casa nace con un espacio de garantías muy grande, con una fiscalización interna y externa. Estamos cambiando la mirada para que lo que antes se entendía como una subvención se vea como inversión, con la comercialización y exportación de experiencias audiovisuales, como las que difunden nuestro valor turístico.

¿Qué significa la adhesión a la plataforma de contenidos Bon Dia TV, con TV3 e IB3?

Es una decisión que tomó el consejo rector y no deja de ser una ventana más para nosotros. Estamos trabajando en crear una plataforma digital propia y hemos hecho una fuerte apuesta transmedia. Nos preocupa mucho que quien dispone de una plataforma privada pueda tener acceso a los contenidos de À Punt en todas las autonomías. También trabajamos en ampliar las coproducciones con otras cadenas y en fomentar que las productoras tiendan alianzas para conseguir productos potentes que traspasen fronteras. Hemos invertido en varias producciones finalistas en premios importantes.

¿Para cuándo el segundo canal?

El contrato programa dice que en la medida en que haya capacidad presupuestaria. Estamos dispuestos, pero implicaría restar fortaleza a la primera cadena. Ahora estamos ocupando espacios destinados al entretenimiento con productos culturales teóricamente del segundo canal que funcionan en «prime time».

A Compromís le preocupa el aumento de horas en castellano.

El informe al que se refieren analiza las comparecencias públicas hechas en espacios informativas y hay que tener en cuenta que en ese periodo las intervenciones de Salvador Illa, Pedro Sánchez y Ana Barceló ocupaban cuatro horas diarias. También hay personas que se les pregunta por la calle y hablan en castellano, pero ahora mismo toda la parrilla es vehicular en valenciano.

También han preguntado por el regreso de Bola de Drac.

Lo primero que hay que tener en cuenta es el código de valores infantiles de esta casa, que nos obligaría a emitir la serie a partir de las diez de la noche. La segunda pregunta es si se quiere destinar esa inversión a una distribuidora japonesa y no al sector audiovisual valenciano. No tenemos ni el espacio ni el dinero. Yo me preocupo por invertir casi 400.000 euros al año en animación infantil de productoras valencianas con una fuerte presencia de contenidos didácticos.

Compartir el artículo

stats