La fatiga pandémica supone una mayor amenaza para la población en general a medida que se eternizan las restricciones y el día a día se ve condicionado por la covid, y para combatirla los expertos recomiendan tanto un esfuerzo personal por mantener la mente ocupada y entretenida como una normativa clara y justificada que sea fácilmente asimilada.

La OMS describe la fatiga pandémica como «la desmotivación para seguir las conductas de protección recomendadas debido a diversas emociones y experiencias, así como por el contexto social, cultural, estructural y legislativo» y se expresa de varias formas, tanto en el ámbito personal como el colectivo.

«Supone una gran amenaza para todos, para uno mismo y para quienes nos rodean. Es real y está generada por el constante estado de alerta en el que vivimos, que es agotador y deriva en una lógica búsqueda de la libertad y el deseo de hacer cosas», explica la psicóloga clínica y vicedecana segunda del Col·legi Oficial de Psicologia de la Comunitat Valenciana, Concepción Sánchez. Con el paso de los meses, algunas de las decisiones individuales se ven alteradas por el hartazgo respecto a la pandemia, y aunque los comportamientos dependen básicamente de la personalidad y la percepción personal del riesgo, existen otros factores que pueden posibilitar cierta relajación de las medidas.

Primero «es necesario que tengamos información clara que podamos seguir y factores sobre los que podamos hacernos responsables. Muchas veces nos sentimos cansados por ajustarnos a unas normas sanitarias cambiantes, a las que no vemos el sentido. Son imposiciones sin justificación clara, fundamentadas a veces en criterios económicos y otras en motivos sanitarios», explica esta especialista.

Según datos del Consejo General de Psicología, un 40 % de los españoles presenta síntomas graves o moderados de depresión, el 30 % de ansiedad y un 41 % duerme menos que antes de la pandemia.

Falta de perspectivas

«La sociedad está cansada, por el miedo al contagio y al virus, pero también está harta y desesperanzada, agotada, física y mentalmente debido en buena medida a la incertidumbre y la falta de control que se percibe respecto a la pandemia. Cuando la falta de perspectiva se alarga crece la angustia y baja el ánimo», avisa. Así, se pueden reproducir actitudes que «niegan la realidad para liberarse de la angustia» o que «viven desde la irresponsabilidad y el egoísmo, pensando que el virus no existe y sin ninguna empatía». «Por suerte, hay una mayoría social que, a pesar del cansancio, mantiene conductas responsables. Incluso los niños hacen lo correcto», agrega.

En este contexto de incertidumbre, esta psicóloga recomienda mantener el pensamiento en el «aquí y el ahora», porque «aunque es inevitable proyectar la mente, es necesario aceptar la situación en la que estamos y mantener unos hábitos saludables».