Durante la primavera, en ecología decimos que estamos entrando en la fase pre-vernal vernal (invierno) con cierta variación morfológica fenotípica (conjunto de caracteres visibles que un individuo presenta, por ejemplo características físicas, bioquímicas que estudia la composición química de los seres vivos, el color de la librea de una pluma de un ave) que se presenta en los organismos, que es un nombre muy bonito, y ese cambio de luz va a despertar los ritmos internos de los animales. Algunos de ellos lo van a captar a través del ojo, a través de la vista. El ojo actúa como una pantalla de recepción y de ahí el estímulo pasa al cerebro, del cerebro a una glándula que en el hombre tiene el tamaño de un guisante, aproximadamente, que es la hipófisis y a partir de ahí se segregarán una serie de hormonas que van a revolucionar el organismo.

Pero en el mundo de las aves, especialmente sensibles a este cambio de ritmo, en algunos casos, se cree que hasta el cráneo entero puede funcionar como una esponja absorbente de esa radiación. Y son las hormonas las que lo revolucionan. Y por este motivo, en muy poco tiempo vamos a ver un espectáculo. Los gorriones van a empezar a pelearse. Se van a pelear, que nadie intente separarlos como hacía David el Gnomo con los ciervos, que no pasa nada. Esto es la realidad. La naturaleza ya lo tiene todo diseñado para que esas luchas sean prácticamente incruentas (que no produce o muestra derramamiento de sangre). Pero a veces forman un verdadero escándalo. Los gorriones comunes, cuyo nombre científico es (Passer domesticus), que traducido al castellano significa, "pájaro doméstico", "pájaro de casa" se muerden y picotean fuertemente. Llegan a pelearse 8 o 10 machos juntos que se revuelcan como pelotas -fuertemente- y terminan por desaparecer en la copa de un árbol y vuelven a aparecer peleándose otra vez. La luz tiene la culpa. En los machos es muy espectacular sus peleas. En las hembras se nota menos. Pero, éstas, empiezan a ponerse –me voy a atrever a utilizar la palabra “coquetería-”. Ellas observan las peleas de los machos, las peleas territoriales. Y ellas lo que están buscando es quien va a ser el macho mejor y por tanto con el que merece la pena buscar un pisito que este caso van a ser las ramas donde hacer el nido en la cavidad debajo de una teja. Las hormonas cumplen cientos de funciones en nuestro organismo: regulan nuestro metabolismo, el deseo sexual, estado de ánimo e incluso intervienen en el desarrollo físico. Y eso que en la fauna ibérica no tenemos ejemplos tan espectaculares como algunas aves tropicales, que llegan a formar un jardín y si se encuentran con algún trocito de algo que brille, por ejemplo: un cristalito, lo ponen allí para deslumbrar. Pues todo esto que parece increíble, todos estos cambios en la naturaleza, derivan, insisto, de la luz, de ese cambio de luz, que aunque haga muchísimo frío, va a despertar en los animales, estos instintos reproductores. Por ejemplo, el trópico es muy bonito y muchas veces cuando pensamos en un paraíso de naturaleza, pensamos en el mundo tropical. Pero la verdad es que este mundo nuestro de ritmos cambiantes a mí me parece más bonito todavía, me parece bellísimo.