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Veinte años después las periferias crecen y el interior agrava su despoblación

La comarca de Camp de Túria es la que más aumenta, con un 67 %, y el Rincón de Ademuz la que más pierde con un 23 % menos

Plaça Major de Llíria.

Dos décadas es mucho tiempo. La distribución de la población en las comarcas de la Comunitat Valenciana refleja el anhelo de toda una generación que, desde el año 2000 hasta 2020, ha establecido su vida en un lugar u en otro según sus necesidades, recursos y esperanzas. La Comunitat Valenciana ha crecido en casi un millón de habitantes en los últimos veinte años; en concreto, ha aumentado en 936.624 personas.

Los datos no mienten. Las zonas rurales se vacían y las periferias residenciales y el litoral crecen para satisfacer las necesidades de las nuevas preferencias fuera de la ciudad. De las 33 comarcas que vertebran el territorio valenciano, hay dos que destacan especialmente por su evolución -totalmente antagónica entre sí- en estos veinte años.

El Rincón de Ademuz es la comarca que menos población tiene, y también la que más ha perdido en las últimas décadas. El número de habitantes ha bajado un 23,46 % y ha pasado de tener 2.920 en el año 2000 a contabilizar en 2020 un total de 2.235, según el Portal Estadístico de la Generalitat Valenciana. A menos población, más se aprecia el descenso y más grande es el porcentaje negativo.

«La mayoría de población es mayor, alrededor del 60 %, el problema que tenemos con la gente joven es que los que se quedan tienen conocimientos de formación profesional, como trabajos forestales, albañilería.. .es esto lo que ofrece el Rincón, y quien quiere estudiar en la universidad tiene que irse fuera. Que después vuelvan a vivir aquí a posteriori es muy difícil». Quien así se manifiesta es Eduardo Aguilar, presidente de la Mancomunidad del Rincón de Ademuz, quien reflexiona sobre la dificultad de repoblar y rejuvenecer el censo de la comarca.

Desde la mancomunidad, dice, están desarrollando un proyecto transversal, el llamado «Rincón Impulsa», una iniciativa para revalorizar los productos locales, diversificarlos y dar salida laboral a más disciplinas profesionales.

Desde el inicio de la pandemia, Aguilar explica que sí ha habido parejas jóvenes que se han interesado por viviendas en la zona, con el objetivo de vivir en la comarca y teletrabajar. Sin embargo, «ese interés todavía no se ha materializado», apunta el presidente de la mancomunidad, al tiempo que reconoce que todavía falta «mejorar los servicios de fibra. Estamos trabajando en ello».

Por el contrario, la comarca de Camp de Túria es la que más ha crecido en las últimas dos décadas, un 67,31 %. El territorio, capitalizado por el municipio de Llíria, ha pasado de tener 99.083 personas en el principio de siglo a contabilizar 165.771 habitantes. El aumento de población coincide con la presencia de zonas de urbanizaciones y chalés, relativamente cerca de la capital y con un ambiente más horizontal y verde.

Tal como explicaba hace unos días el alcalde de L’Eliana, Salvador Torrent, a Levante-EMV, el atractivo para la gente que decide mudarse a su municipio es «la calidad de vida». Según detallaba, «la calidad de vida es muy elevada, hay zonas verdes y mucha cultura. Estamos a 15 kilómetros de la capital y muchos trabajadores del cap i casal viven aquí y los fines de semana hacen vida aquí. El confinamiento también ha hecho que viniera mucha gente, aunque es difícil de medir si no están empadronados».

Las capitales se hacen grandes

Las capitales han aumentado su población en su totalidad. València ha subido un 8,28 % en habitantes. A principios del milenio, la comarca del cap i casal contaba con 739.014 habitantes. A fecha de 2020, ya se han alcanzado los 800.215. Por su parte, la Plana Alta, con la ciudad de Castelló como referente ha engordado su población de 195.810 en 2000 a 256.455 habitantes en 2020. Alicante, perteneciente a la comarca de l’Alacantí, ha elevado, asimismo, su población. En 2000 registraba, según el Portal Estadístico de la Generalitat, 379.173 y en 2020 alcanza 491.772.

Existe una tendencia generalizada al echar un vistazo a los datos de población, y es que las zonas de interior, las más rurales, son las que más habitantes pierden mientras que las zonas cercanas a las grandes ciudades valencianas y, sobre todo, cercanas al mar, son las que triunfan.

En este sentido, las comarcas alicantinas de la Marina Alta, la Marina Baixa, el Baix Vinalopó y el Baix Segura han crecido más de 20 % en población en los últimos veinte años. Destaca la Marina Baixa con un aumento del 45,49 % y el Baix Segura con un 58,15 % más de habitantes que a principio de siglo. En estas comarcas, la población extranjera supone ya el 15 % del padrón y ha alcanzado el pasado año las 72.413 personas. La nacionalidad que lidera entre los residentes extranjeros es la rumana, seguida de la marroquí y la británica.

Eso sí, crecen en la costa. El interior de la comarca, como suele pasar con las zonas más rurales, continúa decreciendo de forma dramática. Un ejemplo de ello es el municipio de Benigembla, que ha descendido un 36% en población en los últimos nueve años, pasando de 490 vecinos a 443.

Una radiografía de dos décadas que deja un mensaje claro: las zonas de interior y rurales se vacían y, una vez más, llaman a su repoblación para no morir.

Productos autóctonos como elementos dinamizadores

La Mancomunidad del Rincón de Ademuz no cesa en su empeño de crear iniciativas que den vida a la zona de interior y rejuvenezcan los núcleos poblacionales que se llenan en verano y se vacían en invierno. Por eso, en su proyecto «Rincón Impulsa» tratan de identificar sus productos agrícolas autóctonos y darles un valor especial. La manzana esperiega es un ejemplo de ello. «Esta variedad es única por las condiciones climatológicas, la tradición agrícola...y puede ser un icono de la comarca. Por eso, buscamos diversificar los usos del alimento y darle valor turístico». 

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