Activistas de Greenpeace llevan a cabo este jueves un acto de protesta en la vía de acceso a la central nuclear de Cofrentes (Valencia), que han bloqueado, para pedir el cierre definitivo de la instalación y que se paralice la renovación de la licencia, prevista para el 20 de marzo. Con un bidón y cadenas, los participantes en la acción han exhibido tres pancartas con el lema 'Cierre Nuclear: No más Fukushimas'.

Las fuerzas de seguridad han procedido a retirar a los activistas y a colocarlos en el arcén para despejar el acceso. Desde la organización ecologista se subraya el día seleccionado para llevar a cabo esta protesta ya que un 11 de marzo de 2011 fue la fecha en la que una veintena de activistas de Greenpeace entraron en la central nuclear y escalaron a uno de sus reactores. En esa acción pintaron en la torre de refrigeración el mensaje 'Peligro Nuclear' para exigir que no se renovara la licencia para que siguiese operando.

"Mientras esto sucedía, en Japón, la central nuclear de Fukushima pasaba a la historia por sufrir el peor desastre nuclear desde Chernóbil en 1986", recuerda la organización, que ha descatado que una década después regresan al mismo lugar "para exigir, una vez más, que no se renueve la licencia de Cofrentes porque si algo hemos aprendido en este tiempo, es que las nucleares son instalaciones envejecidas y que no las necesitamos para mantener la seguridad del suministro".

Por lo tanto, sostienen desde Greenpeace, "no debemos renovar sus licencias sin, además, la participación de la ciudadanía en la toma de decisiones, algo que sí se pide para cualquier pequeña instalación energética y renovable".

La organización ha señalado que, en sus 37 años de vida operativa, la central nuclear de Cofrentes ha sufrido una "larga serie de fallos y problemas de seguridad sin resolver". "Hasta 2011, hay que destacar los problemas de corrosión que obligaron a sustituir todo el sistema de accionamiento de las barras de control de la vasija del reactor, una parte de ellos incluso dos veces, los reiterados fallos en la apertura de las válvulas de alivio del sistema primario, el aumento de las dosis recibidas por los trabajadores en el mantenimiento o el desafío a los márgenes de seguridad en los sistemas de refrigeración", enumera.

Además, añade que, desde 2011, "la cultura de seguridad de la instalación no ha mejorado mucho" y como ejemplo apunta que, en 2017, "tras ignorar los indicativos de que había un problema, se produjo la rotura de una gran válvula del circuito primario, cuyos fragmentos llegaron a la vasija del reactor, y encadenados con otras dos averías en la turbina y en los accionadores de las barras de control, obligaron a prolongar la parada para recarga durante varios meses".

"Tampoco se han completado todos los requerimientos derivados de las pruebas de resistencia que se están implementando a consecuencia del accidente nuclear de Fukushima", asegura la organización ecologista, que considera que el cierre nuclear es "una oportunidad económica y un ahorro para el mercado eléctrico".

Impacto económico del desmantelamiento

Greenpeace ha calculado cuánto costaría "dar la vuelta al sistema, una vuelta que implica la transición energética a unas fuentes de energía limpias y renovables". Según afirma, el impacto económico de las actuaciones ligadas al desmantelamiento, la gestión de los residuos y la sustitución de la energía nuclear por otras fuentes "supondrá la creación neta de unos 300.000 empleos, de los que 100.000 corresponden al desmantelamiento de las nucleares y 200.000 a la instalación de nueva potencia renovable. Además, implicaría un aumento del PIB de unos 20.000 millones de euros".

En esta línea, agrega Greenpeace que en España, "la electricidad vale más de lo que cuesta porque debido al diseño del mercado eléctrico marginalista, se paga al mismo precio el gas, el carbón, la nuclear, la hidráulica y las renovables, independientemente de lo que realmente cuesten; por ello, algunas fuentes de generación de energía están sobre retribuidas (nucleares e hidroeléctricas), especialmente en la coyuntura actual".

Por ello, la organización mantiene que cerrar las nucleares "supone otra oportunidad para el país y un alivio para la seguridad, un incremento del PIB y un respiro para el mercado eléctrico".