«Tras vacunarme el jueves pasado a las 9:10 horas, llegué a perder el conocimiento a la mañana siguiente, después de pasar la noche bastante mal». Éste es el testimonio de Natalia Soria Briones, farmacéutica treintañera del Port de Sagunt, que recibió esa primera dosis de AstraZeneca en la sede de su mutua, en Silla.

Como explicó ayer a Levante-EMV: «Tras el pinchazo, noté durante una hora y media un mareo pero casi inapreciable. Luego estuve toda la noche con temblores, escalofríos, pero sin fiebre. Me levanté para ir al baño y sentí que me desplomaba». Por suerte, sin saber muy bien cómo, pudo llamar a su pareja, pero más tarde perdió por completo el conocimiento.

«Me llevaron en una ambulancia al Hospital de Sagunt sobre las 7 horas, según me explicaron luego, porque yo ya no era consciente. Allí abrí los ojos, pero al principio no vi nada. Notaba que estaba consciente pero no podía moverme», relata. Poco a poco, empezó a despertarse, aunque no del todo bien. De hecho, perdió también la movilidad y la capacidad de hablar hasta cerca de las 11 horas y estuvo en observación hasta las 14 horas, cuando ya le dieron el alta, al pasarle progresivamente los síntomas tras darle un paracetamol a las 11:18 horas y al ver que tenía 37,8º de temperatura. «Al principio, no pensaron que fuera por la vacuna, pero al final en el parte médico sí lo consideraron una reacción adversa a ella», decía tras mostrar el documento y destacar que no tenía patologías previas que le hicieran persona de riesgo. 

Tras esta experiencia que nunca había esperado cuando acudió confiada a vacunarse, ahora Natalia ya no quiere volver a ponerse la segunda dosis, tal y como, según asegura, le recomendó su médica de cabecera, por las posibles consecuencias en su organismo.

Como explica Natalia, quiere denunciar, pero no sabe a quién, cómo, ni dónde, porque a nadie de su empresa le han proporcionado información ni el número de lote de la dosis suministrada.