Hablar de agricultura ecológica en la Comunitat Valenciana es hablar de sacrificio, trabajo duro, consciencia y éxito. Sí, la superficie de tierras destinadas a la agricultura en general disminuye progresivamente, (de 1996 a 2019 se pasó de 830.000 hectáreas cultivadas a 654.000). Esto es, se han abandonado aproximadamente 176.000 h cultivadas en 23 años. Por el contrario, la superficie dedicada a la agricultura ecológica creció en ese período en 147.000 h (de 2.000 a 149.000 h cultivadas) ¿Qué les parece? Y sigue teniendo futuro. En 2019 la agricultura ecológica valenciana generó un volumen de negocio de 518 millones de euros, el 25 % del valor de la producción ecológica de toda España.

Éste «éxito» hay que reconocerlo a las personas pioneras. Visionarios que creyeron en una agricultura que juega a favor de la vida y no en contra. A las entidades, cooperativas y administraciones que han creído en la misma y en sus protagonistas, apoyando y formando. Según cuentan expertos del sector, por ejemplo el Comité de Agricultura Ecológica Comunitat Valenciana CAECV sigue «trabajando humildemente, pero con precaución» en un mundo tan revuelto.

Por amor a la tierra

Si la agricultura tiene futuro será ecológico, parecen decirnos las cifras, y aquí la Comunitat Valenciana está bien situada. Además, debemos valorarlo, porque hay mucho esfuerzo detrás.

Lo ecológico genera nuevo empleo y mejor economía. Pero ¿solo nos interesan las cifras? Claramente no. La agricultura ecológica nace por amor a la tierra, a las aguas, a la biodiversidad. Por amor a los alimentos y a las personas que los vamos a consumir. Esto no se debería olvidar, si no el apellido «eco» podría devenir decorativo. Junto a «ecológico», queremos precios justos para los productores y consumidores y conservación de la biodiversidad y la salubridad de aguas, tierras y personas.

Por lo demás los problemas de los agricultores y agricultoras ecológicos son los mismos que los convencionales: precios variables a la baja, incumplimientos de acuerdos y el juego de los intermediarios y el mercado internacional, donde a veces se gana y muchas se pierde. En una actividad tan dura como cultivar la tierra, la especulación económica resulta demoledora para el pequeño y mediano productor. La mayoría de los que tenemos aquí.

Ante este panorama, muchas personas de nuestra agricultura han tenido que diversificar su actividad, asociándose, expandiendo su red de clientes a través de particulares, mercados, pequeños comercios o los conocidos «grupos de consumo». Esto profundiza en la autonomía y soberanía alimentaria de nuestro territorio, generando productos de cercanía, que retroalimentan la economía local ¿Lo apreciamos suficiente?¿Valoramos la riqueza y salubridad de los alimentos que nuestra agricultura ecológica nos está ofreciendo?

Sin productos químicos

En la comarca de l’horta de València, tenemos ejemplos ilustres: Vicent Martí (Alboraia) Premio Nacional de Agricultura Ecológica, lleva más de 35 años produciendo desde su Alquería y donde pueden ustedes comprar directamente alimentos cultivados sin tóxicos productos químicos. Pero también tienen a Silvestre Carceller (Cases de Bàrcena) surtiendo de vegetales eco desde 1998. Ambos tuvieron que lograr desde sus tierras, que una legión de personas cambiaran su dirección de compra del super hacia l’horta y las tierras de cultivo. Pero ahora son los viñedos, frutos secos, olivar y cereales quienes dominan la superficie de producción ecológica ¿los conoce? ¿Qué les parece el plan?

La llamada «crisis» económica del año 2008, produjo un cambio de tendencia y son muchas las nuevas propuestas de jóvenes que han trabajado su futuro en la agricultura ecológica en nuestra comunitat. Buceando en la red, pueden encontrar propuestas muy cerca de todas nuestras grandes ciudades y a lo largo y ancho de toda la comunidad.

Hay un mapa muy interesante de la Plataforma de Soberanía alimentaria que recoge en torno a 255 espacios de personas productoras, transformadoras, consumidoras, organizaciones y colectivos que promueven esa «soberanía» en la alimentación. Y a su vez, una comercialización más justa para quienes están directamente implicadas en ello.

Mayor implicación ciudadana

Por citar proyectos conocidos, puedo sugerirles algunos donde investigar, en la búsqueda de cítricos, frutales, horticultura, aceite, vino, cereales y más, como: Finca la Florentina (Carlet) , Finca BioCasella y La Val de la Casella (Alzira), l’Horta de Ximo (mercat ecològic d’Alzira i Jesús Pobre), Naranjas Eco (que aglutina diferentes productores), Mastika l’Horta (València), Camí de l´horta (Godella), Salvia la finca ecológica (Alcoi-cocentaina) y un sinfín que seguro pueden conocer. En este sentido, nuestra autonomía, sí podríamos decir que ha iniciado una interesante transición. Quizá quien escribe pueda echar de menos mayor implicación de nuestra ciudadanía, y muy especialmente de las personas responsables de las políticas públicas, en el esfuerzo de nuestros pioneros y pioneras.

¿Cómo reconocer a quienes cuidan nuestras tierras, aguas y biodiversidad, procurándonos a la vez alimentación saludable? Se calcula que apenas el 15 % de nuestra producción se queda por éstas tierras. ¿Qué les parece ésta cifra?

Una comunidad en transición necesita a toda su ciudadanía activa y comprometida. Un futuro posible y digno, necesita una agricultura ecológica, justa, de cercanía, de múltiples productores, pequeños, medianos y grandes. Todos los días. ¿Se apuntan?

Pero, queda mucho por hacer. La Comunitat Valenciana es la segunda en la península que más plaguicidas utiliza. Es urgente un cambio de modelo. Es urgente apostar de forma decidida prioritariamente por la producción ecológica y las administraciones pueden hacer mucho en este sentido.

A través de la compra pública, del fomento de dietas sanas y sostenibles con productos ecológicos y de cercanía en los comedores colectivos, de la creación de mercados agroecológicos, ejemplos de ello algunos ya tenemos, entre otras medidas, se puede dar el impulso necesario para que esta forma de producir alimentos respetando el planeta y las personas pase a ser el modelo agrícola dominante. La Comunitat Valenciana tiene todo lo necesario para mostrar que esto es posible, solo falta un poco más de valentía y voluntad política por una apuesta segura, que ya es presente.