Cada embarazo es distinto, tanto o más como son las propias mujeres gestantes. Sin embargo, si lo vives durante una pandemia global, la experiencia tiene unos parámetros similares en todas ellas. Si además vives en un pueblo, con las ventajas pero también inconvenientes que acarrea, más semejanzas todavía. Soledad, incertidumbre, intimidad, tranquilidad o tiempo, son algunos conceptos que manejan Áurea, Paula y Ana, tres madres primerizas que han vivido una situación parecida y que se conocieron a través de las clases online que imparte la matrona del centro de salud de Buñol, Pilar Sánchez.

Todas ellas concluyen que pese a todas las dificultades, haber vivido su embarazo en Buñol y su entorno natural ha sido «más positivo que negativo, hemos estado más tranquilas, todo está cerca, no hay aglomeraciones y no tienes contacto con nadie más allá de los vecinos», como explica Paula. Sobre todo en el primer trimestre, cuando todo pende de un hilo y Paula podía escaparse a la huerta de enfrente de su casa con sus dos perros a esperar que llegara Marina.

De hecho, en el caso de Áurea, su vida cambió radicalmente. Un día vivían en el centro de Madrid y cuando las cosas se pusieron feas en la capital con el incremento de contagios, su marido -músico profesional con las actuaciones suspendidas- y ella, estudiando un máster, decidieron volver a Buñol. Sin embargo, por miedo a contagiar al entorno, decidieron mudarse a una casa en el monte que usaba su familia en verano. De ser algo temporal se convirtió en el refugio de esta pareja durante todo el embarazo de Áurea. Hoy, con Olmo ya en brazos, están de vuelta en Madrid, donde ella ejerce como diseñadora de vestuario escénico. Sin embargo, de aquellos días destaca la «calma», algo que cuando estás embarazada «es lo que buscas».

Estar menos expuestas al contagio fue sin lugar a dudas algo tranquilizador. Sin embargo, la incertidumbre general ha sido, para las tres, lo peor de este año. Según explica Ana, al miedo natural de los primeros meses de embarazo se sumó la pandemia y qué iba a pasar, incluso qué ocurría si una mujer embarazada se contagiaba. Parte de las precauciones que se tomaron en ese momento recayeron sobre las propias embarazadas, que vieron peligrar durante algunas semanas que los acompañantes pudieran estar presentes en el parto. Esa medida cayó al poco de ser planteada. «Bastante solas estábamos ya como para tener que enfrentarte al parto tú sola», explica Ana.

Fueron precisamente las clases con la matrona de Buñol lo que les hizo sentirse mejor. «Eliminábamos la tensión de estar embarazadas y encerradas», señala Ana. En el caso de Paula, tuvo hipotiroidismo, y dado que en Buñol no hay especialidades, fue la matrona quien gestionó todo: «Habló con el Hospital de Manises, me llamó para explicarme lo que tenía que hacer y evitó que tuviéramos que desplazarnos, porque en pandemia daba miedo», cuenta Paula. Para Áurea supuso «sentirnos arropadas y comprendidas».

Falta de consejos maternos

Lo más duro de este año, especialmente en los meses más restrictivos de 2020, fue el nulo contacto con la familia en un momento tan delicado. En el caso de Ana cuenta cómo fue especialmente triste la ausencia de su madre, que siempre «da consejos y ayuda», pero no pudo estar con ella durante el embarazo. Tampoco la madre de Paula, ya que ella es asturiana y su madre vive allí. «Además de ser de riesgo, solo pudo venir a verme una vez durante el embarazo. Ahora hace un par de semanas que vino a verme, cuando todo se relajó un poco. Solo me ha visto dos veces en un año. Me he pasado todo el tiempo enviando fotos y vídeos, porque mi padre vive en Barcelona y mis grupos de amigas en Teruel y València. Ellas ni siquiera me han visto embarazada», cuenta Paula.

Áurea explica lo contenta y feliz que estaba su familia por el embarazo y lo difícil que es no poder compartirlo con ellos. Cuando se hace, siempre con distancia y mascarilla, claro. Sin embargo, también destacan la absoluta intimidad que han podido tener tanto durante el embarazo como tras haber dado a luz, incluso en el hospital. Esos meses donde no había presión por salir, ni relacionarse con nadie, fue un tiempo de calidad de ellas con sus parejas y tras haber tenido a sus bebés, son días para disfrutar los tres.

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