La covid en la juventud no conlleva cifras altas de ingresos hospitalarios, neumonías bilaterales o fallecimientos. Ser joven y sufrir el coronavirus es hablar de enfermedad económica, de paro, precariedad, contratos parciales con sueldos parciales, de no poder emanciparse o, incluso, de regresar a la casa familiar tras un atrevimiento fugaz de intentar ser independiente. Porque una lleva ligada a la otra.

Así lo reflejan los datos del Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud de España del primer semestre de 2020. En el caso de la Comunitat Valenciana, uno de cada cuatro jóvenes entre 16 y 29 años que se encontraba trabajando vivió una de las afecciones más comunes del virus: el ERTE. Unos datos que, no obstante, están por debajo de la media estatal que roza el 30 %.

Un ERTE es un desempleo temporal o una reducción de jornada con su consiguiente bajada de sueldo, un problema que, según el estudio del Consejo de la Juventud, afectó al 25 % de los alrededor de 424.000 valencianos y valencianas que se incluían en la lista de ocupados en el segundo trimestre de 2020 según el INE. Esto es, más de 100.000 valencianos y valencianas de entre 16 y 29 años vivieron entre enero y junio un descenso de empleo.

De los ERTE no hay comparación con otras fechas anteriores puesto que es una figura cuyo uso ha ido ligado prácticamente a la pandemia. Pero no son las únicas cifras que muestran los síntomas de la situación económica que vive la juventud valenciana y que la pandemia no ha hecho más que agravar.

El mismo informe recoge que el paro (la tos del virus de la precariedad juvenil) entre el primer trimestre de 2019 y el de 2020 prácticamente se ha duplicado para quienes soplan entre 30 y 34 velas. En este grupo, ha pasado del 12 % en 2019 a acercarse al 23 % y ser la tercera autonomía con peores cifras en este aspecto y ganar seis puestos en 12 meses. Y más: uno de cada cinco asegura llevar más de un año en el paro.

No obstante, no todas las personas jóvenes que trabajan lo hacen, ni mucho menos, a tiempo completo. De hecho, la Comunitat Valenciana es la que peor registro en este tipo de contratos. Más del 25 % de quienes trabajan entre 16 y 29 años lo hacen a tiempo parcial y en torno al 20 % de entre los de 30 y 34 años.

Problemas con la vivienda

Esta realidad genera un fenómeno, la subocupación, donde las personas empleadas lo están menos horas de las que les gustaría. La juventud valenciana es la tercera que más admite sentir esta problemática, con un 17 % de quienes están entre los 16 y los 29 años y un 13 % entre quienes superan los 30 y no llegan a los 35 años. Asimismo, más del 40 % de los encuestados valencianos considera que está en un puesto sobrecualificado, esto es, que dispone de más formación que la que el trabajo requiere, con su consiguiente inferioridad en pago.

Pero si se habla de problemas económicos y juventud es prácticamente imposible no mencionar la palabra vivienda. Emanciparse es cada vez más un verbo de riesgo. En el caso valenciano, sus jóvenes son los segundos que más han dejado de irse de casa de sus padres desde 2008 cuando comenzó la anterior crisis.

La tasa de emancipación de quienes tienen 16 y 29 años es un 12 % menos que hace 12 años, la mayor caída solo tras Baleares, y prácticamente un 10 % (9,87 %) menos para los de entre 30 y 34 años, solo por detrás de Castilla-La Mancha. Aunque si solo se tienen en cuenta los efectos de la pandemia, la Comunitat Valenciana ha sido la quinta con mayor reducción de esta tasa, de un 1,7 %.

Con todo ello, la tasa de emancipación entre la juventud valenciana es del 17,2 % y es la más baja de la serie histórica que data en 2006 cuando uno de cada cuatro entre los 16 y los 29 se había ido de casa.