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Así vivíamos antes del estado de alarma

La situación de emergencia se aprobó en octubre, pero la Comunitat Valenciana ya contaba con varias medidas aprobadas

Botellón en la Plaza de la Virgen durante el mes de octubre.

Quizás ya no lo recuerda, pero hubo un día en el que no había estado de alarma, aunque eso no significase que no hubiera alarma por el estado de la situación. Porque estado de alarma y pandemia de la covid no son sinónimos por mucho que en la práctica se piense que van de la mano. Algo así como Ana Belén y Víctor Manuel, que también actúan en solitario por mucho que la idea general es que son una entidad indivisible.

El último estado de alarma, el que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha anunciado que cesará el próximo 9 de mayo, se activó a finales de octubre cuando se avecinaba una segunda ola. Sí, octubre. Ha pasado más de medio año y otra oleada, todavía más letal que la segunda, y la memoria a veces falla. Por eso, un pequeño recordatorio de cómo eran aquellos días sin el amparo legal del mecanismo constitucional aprendido en el último año.

Sin estado de alarma hubo restricciones a la movilidad. En concreto, Benigànim y sus 5.841 vecinos y vecinas vieron cómo el 31 de agosto quedaba vetada la salida del municipio así como se prohibía la entrada de cualquier persona sin autorización. Este cierre perimetral duró tres semanas.

Sin estado de alarma en la Comunitat Valenciana ya había toque de queda. Fue apenas unos días antes de que se oficializase la propuesta de Sánchez y de que se refrendase en el Congreso, pero ya estaba en marcha. Puig decidió no esperar al acuerdo del Gobierno y proponer su propia restricción nocturna, de 12 de la noche a 6 de la madrugada, una medida que avaló el TSJ de la Comunitat Valenciana.

Sin estado de alarma no había ocio nocturno ni discotecas. Su cierre lo decretó la Conselleria de Sanidad en el mes de agosto cuando repuntaron los casos y hubo varios brotes vinculados a estos establecimientos. En el mes de diciembre hubo un tímido acto de reapertura que se quedó en apenas un par de fin de semanas intentando hacer por la tarde lo que se hacía a la noche.

Sin estado de alarma en la Comunitat Valenciana el máximo de personas por mesa eran 10 y la hostelería cerraba a la 1 de la madrugada. Hasta las bodas se tenían que adaptar a esta situación, con banquetes en versión reducida y sin bailes ni fiestas posteriores, o al menos, muy limitadas en el tiempo.

Las 10 personas eran también el número máximo de gente que podía encontrarse en una vivienda privada, una cantidad que con los meses ha ido cayendo, con seis en Navidad, y con prohibiciones hasta la fecha. Por supuesto, la mascarilla era obligatoria igual que la cuarentena en caso de contagio. Porque sin estado de alarma había restricciones y con él en marcha ha habido la peor ola a nivel valenciano. Estado de alarma y restricciones no son un dúo inseparable. El 9 de mayo la pandemia no habrá acabado.

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