La mejor forma de manifestar algo es demostrar que es posible hacer aquello que se reivindica. Que el ‘leitmotiv’ de lo que se desea tiene utilidad. Abrir los vacunódromos, esos grandes complejos por donde deben pasar miles y miles de personas cada día, es más que un acto administrativo, es un mensaje diciendo que la vacunación masiva es viable, que todo está listo, pero que faltan las dosis que inyectar.

La vacunación masiva tiene su cifra mágica en 400.000 dosis semanales. Casi medio millón, ha ampliado esta semana el president de la Generaltiat. Ese es el rendimiento óptimo, la cantidad a la que la maquinaria funcionaría a tope sin gripar el motor. De momento, no obstante, las llegadas están por la mitad y no parece que vaya a haber grandes cambios a corto plazo.

España recibirá la semana que viene dos millones de dosis. De estas, en torno a un 10 %, unas 200.000, mil arriba, mil abajo, irán a parar a la Comunitat Valenciana. Y más allá de que Pfizer es la que se encarga de segundas dosis de mayores de 80 e inmunización en la setentena, son de nuevo AstraZeneca y Janssen la preocupación y para quienes va el mensaje.

De los segundos falta un nuevo pronunciamiento de la Agencia Europea del Medicamento, que no había puesto hasta ahora ningún pero y a la que se exige una segunda verificación como con AstraZeneca. Falta saber si se tendrá la opinión de estos expertos en la misma consideración que con el fármaco anglosueco.

Sobre la vacuna de Oxford (universidad asociada al prestigio) lo que faltan son las dosis. Se ha llegado con las justas a la previsión de esta semana y el plan de la próxima se va a ver seriamente condicionado a qué y cuándo lleguen. Tanto que si hay otro incumplimiento podría haber un parón a mitad de semana. A los vacunódromos, de momento, solo irán los de 60 a 69 años, un grupo amplio (casi 600.000 personas) de los que ya hay casi uno de cada tres con una dosis y para los que tendrán que pasar tres meses hasta la segunda.

La semana que viene abren los vacunódromos sin que haya una avalancha de gente extra que lo justifique. Pero supone un mensaje a esa Unión Europea empequeñecida ante los éxitos de otros bloques y ante los incumplimientos constantes de AstraZeneca. No es lo mismo tener que cerrar una gran instalación por falta de dosis que simplemente dejar de vacunar. Señala y separa muy bien a responsables. A diferencia de con la financiación autonómica, no se pueden poner vacunas en forma de deuda.