En la semana del 90 aniversario de la República, 17 familias de republicanos han podido recuperar los cuerpos de sus familiares fusilados en junio de 1940 por el franquismo que sucedió a la Guerra Civil. En dos semanas se mató a 143 hombres de toda la Comunitat Valenciana y de fuera, como Albacete y Badajoz, y fueron enterrados en tres sacas de la Fosa 127. «Cortaron el futuro de 143 hombres jóvenes. Les arrebataron la vida, pero no los quitaron de nuestra memoria», leyó José Leal, llegado de Badajoz para recuperar los restos de su abuelo, José Benavides.

Los cuerpos que sí pudieron ser entregados a sus familiares fueron los de Antonio Reche, José Perera, Ambrosio Vijuescas, Enrique Gimeno, Juan Bautista Balbestre, Francisco Torregrosa, José Benavides, Bernardino Molina, Isabelino Almerich, Gabriel López, Carlos Cataluña, Francisco Sáez, Ramón Villaescusa, Román Ibáñez, Eugenio Granero, Miguel Frasquet y Ruperto Solaz.

De este último eran sobrinas Dolores y Coral Collado, de Tuéjar, que recogieron a su tio al que fusilaron «por asumir un error que no cometió él. Su hermano, nuestro otro tío, estaba en el servicio militar de guardia mientras fusilaron a Ruperto, no sabía nada. Ahora podrá descansar en el panteón familiar», explicaron las hermanas.

Por su lado, Pepa Benavent, nieta de Román Ibáñez, recogió los restos de su abuelo al grito de «Viva la República». A la muerte de su abuelo y poco después su abuela, la madre de Pepa fue adoptada por una familia de Gandia que la tuvo de criada. Hace algunos años, en un paseo por la Beneficiència, supieron que allí trabajaba la empresa Arqueoantro y decidieron preguntar por Román: allí apareció todo su expediente y la fosa en la que estaba, la 127, que iban a abrir en los próximos meses. «Él nos encontró a nosotras, no nosotras a él», señaló Pepa.

La asociación de familiares de represaliados en esta fosa se organizó en 2017 y cinco años después, gracias a una subvención de 200.000 euros de la Diputación de València, han podido sacar a la luz a 17 cuerpos. El resto, 133 personas, están todas identificadas.

La asociación organizó ayer una ceremonia de entrega de restos entre los que se encontraban hijos e hijas directos y varios sobrinos, nietos y bisnietos. El presidente de la asociación, Juan José González, comenzó su intervención agradeciendo la subvención de la Diputación de València -primero con la diputada Rosa Pérez Garijo, hoy consellera de Calidad Democrática, y después con el diputado Ramiro Rivera, ambos presentes - así como a la empresa PaleoLab, encargada de la exhumación e identificación de restos. «En 2017 nos reunimos 4 familias y hoy somos 48», señaló.

Los fusilados venían de todas partes de la Comunitat Valenciana. Muestra de ello fue la representación institucional de alcaldes, ya que asistió el de Manises, Jesús Borrás, la de Benifaió, Marta Ortiz, el de Ontinyent, Jorge Rodríguez, el de Canet d’En Berenguer, Pere Joan Antoni Chordà, el de Vinalesa, Francesc Javier Puchol, y el de Burjassot, Rafa García, también diputado de Carreteras en la Diputación.

La nieta de Severino Miralles, Ana Miravalles, llegada de Alcoi leyó los nombres de las 130 personas fusiladas e identificadas que no han podido ser desenterradas todavía como Felipe Delgado o Blas Miñana. La propia Ana espera todavía poder enterrar dignamente a su abuelo.