En 13 meses de pandemia los hospitales se han convertido en uno de los puntos neurálgicos para la sociedad. No ha habido mejor termómetro de la situación que lo que ocurría de puertas para adentro de estas instalaciones y la labor de quienes se emplean en ellas. Por ello, aunque pueda resultar paradigmático, el regreso al trabajo en el hospital es una buena noticia.

«Nos echaban de menos y nos echábamos mucho de menos», admite Sergio Claramunt. Payasospital, asociación de la que es fundador Claramunt, es una de tantas organizaciones que han podido volver a trabajar en los hospitales con la mejora de la situación epidemiológica y de la desescalada dentro de los propios centros. Una apertura que depende de cada departamento de salud tras la orden general de la Conselleria de Sanidad.

En el caso de Payasospital indican que pudieron regresar de manera presencial la pasada semana a tres de los ocho hospitales en los que operan (el General de Castelló, el San Juan de Alicante y el de Elx) mientras que este lunes regresan al General de Alicante y esperan instrucciones para regresar, en breve, a La Fe, el Clínico y el Doctor Peset de València y al de La Plana. Llevaban desde noviembre sin poder entrar.

«Es una buena noticia por lo que implica en la evolución de la pandemia y es una muy buena noticia para las familias, los sanitarios y los niños», explica el payaso profesional. «No tiene nada que ver hacer las actuaciones por videollamada, nosotros también estamos muy contentos», indica Claramunt.

Esta asociación lleva más de 20 años haciendo sonreír a los pacientes más pequeños que están ingresados en los hospitales, intentando que su tiempo entre quirófanos y batas blancas pueda tener la mayor alegría posible. «Nosotros cuidamos la salud emocional que está muy vinculada a la salud física», expresa el director artístico de Payasospital.

Durante este tiempo, igual que durante la primera ola, han tenido que echar mano de la videollamada, una forma de trabajo «más difícil, que requiere mucha más creatividad y más esfuerzo porque son atenciones más largas donde se pierde una parte de la reacción inmediata, de la interacción con las cosas y los hechos que van ocurriendo en la habitación porque fuera de plano pasan muchísimas cosas».

A la atención telemática también tuvieron que recurrir desde la Asociación Española Contra el Cáncer. Silvia Queipo es psicóloga y coordinadora de voluntarios de la entidad y explica que quienes acuden de manera voluntaria al hospital a ayudar a las personas en tratamiento oncológico todavía no tienen permitido volver, pero sí los profesionales como ella. «Estamos volviendo poco a poco porque lo más importante es la seguridad y la salud de los ingresados», dice.

Durante la pandemia, Queipo relata que especialmente las familias «se sintieron muy solas». En el caso de oncología infantil solo podía haber una persona acompañando sin cambios de turno, sin posibilidad de tutores o animadores presenciales y sin el uso de los juguetes que hasta entonces habían utilizado. «Nuestra labor es mejorar la vida del paciente y de sus familias, ahora, por ejemplo, solo están el padre o la madre con el niño durante semanas y no tienen tiempo ni para irse a tomar un café», explica.

Durante este tiempo han escuchado a través del otro lado del auricular, han seguido siendo un apoyo para enfermos y familias y el «qué fácil es hablar con vosotros» es una de las frases que más reciben. «Cuando no estamos en los hospitales es más difícil que decidan ponerse en contacto con nosotros porque tienen que dar ellos el paso, si estamos allí nos acercamos nosotros y rompemos el hielo», explica la psicóloga de AECC.

Carlos García también es psicólogo además coordinador del Servicio de Atención Psicológica del Comité Antisida, que también ha podido regresar a la presencialidad este abril. «Es gratificante y esperanzador ver que esto puede ser una vuelta a la normalidad, a ver si esta es la definitiva», indica a su vez que añade que necesitaban recuperar esa presencialidad.

García explica que la fórmula telemática contiene ventajas como la mayor disponibilidad o que el paciente hable desde un ambiente familiar que puede ayudarle a estar más cómodo. Sin embargo, también apunta desventajas como no poder observar la comunicación no verbal que pasa de solo poder ser contemplada en las pausas y los silencios, pero no pueden ver ni la gestualidad ni la mirada. «Se pierde mucha calidez», indica.

El psicólogo del Comité Antisida atiende a unas 150 personas a lo largo del año en hospitales como el Clínico, el Peset o La Fe. En su labor está hablar con nuevos diagnosticados y personas a las que la enfermedad les afecta a la salud mental. Quizás por eso explica que durante la pandemia ha visto «más necesidad de apoyo porque las personas con VIH son más vulnerables frente a la covid y se han visto amenazadas por el virus y toda la situación». «Hemos echado de menos venir y hablar en persona», sentencia.

Diecisiete veces menos ingresados que hace tres meses

El trabajo de organizaciones como la Asociación Española Contra el Cáncer o el Comité Antisida en los hospitales se ha visto marcada por la pandemia y la presión del virus. Estuvieron fuera de marzo a junio y volvieron a la labor telemática a finales de octubre al inicio de la segunda ola.

Su regreso cinco meses después se da con diecisiete veces menos ingresados por covid que hace tres meses, de los 4.777 del 24 de enero a los 268 de esta semana. También supone haber reducido prácticamente la mitad de enfermos de covid desde el último mes desde los 478.