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"Decían que eran gases y no hacían pruebas, ahora hay indicio de cáncer"

A una vecina de Silla le han detectado en un viaje a Colombia un proceso neoplásico en la vesícula después de más de medio año esperando para que le hagan una ecografía por sus dolores abdominales

Nubia, vecina de Silla. | LEVANTE-EMV

Nubia, una vecina de Silla de 51 años, es una víctima colateral de la pandemia. Desde marzo del pasado año arrastra frecuentes y fuertes dolores abdominales pero la crisis sanitaria vivida por el coronavirus ha ido retrasando unas pruebas de diagnóstico que permitieran detectar a tiempo un posible cáncer. Después de infinidad de llamadas a su centro de salud para pedir cita con su médico de cabecera —de las que solo dos fueron presenciales— y acudir hasta tres veces a Urgencias, donde simplemente le daban un medicamento para los gases, ha sido en un viaje a Colombia, su país natal, cuando en una resonancia magnética de abdomen le han detectado un «engrosamiento de las paredes vesiculares de aspecto neoplásico con probable extensión infiltrativa», indicadores de un cáncer.

El caso de Nubia, que ahora sí tendrá que ser atendida por un especialista y sometida a nuevas pruebas en València, es solo una de las muchas quejas presentadas en los últimos meses por la deficiente atención a pacientes que debido a la pandemia han sufrido retrasos en la realización de pruebas de diagnóstico —hasta un año y medio para una colonoscopia en algunos casos— y que eran atendidos, salvo gravedad o urgencia, vía telefónica sin que el médico viera presencialmente a su paciente para dar un diagnóstico clínico más fiable.

Como informó Levante-EMV la pasasa semana, las reclamaciones de pacientes por cita previa o una atención telefónica incorrecta se han triplicado en los nueve meses posteriores a la entrada de la llamada «nueva normalidad» (21 de junio). Hasta 1.149 quejas han recibido los distintos departamentos de salud de la Comunitat Valenciana en ese periodo.

Una de ellas es la de esta mujer, residente en Silla y que actualmente se encuentra en Colombia tras viajar para visitar a sus padres enfermos. «Decían que eran gases y no me hacían pruebas, ahora hay indicio de cáncer», se lamenta Nubia, quien antes de viajar el pasado 4 marzo todavía seguía esperando fecha para la ecografía que en el mes de septiembre, después de mucho insistir, le habían dicho que le iban a mandar para salir de dudas sobre sus fuertes dolores y su distensión abdominal.

Ya en el mes de marzo de 2020, justo al comienzo de la pandemia, acudió a su médico de cabecera por estos problemas. Desde entonces reconoce que ha perdido la cuenta de las veces que ha llamado para pedir cita presencial, y que habitualmente le respondían a los días por teléfono, cada vez un médico distinto al estar saturados por los casos de covid. La solución que le daban en el centro de salud de Silla era siempre la misma: un medicamento para el tratamiento de trastornos gastrointestinales. «Me mandaban Flatoril y me decían que si seguía con dolores volviera a llamar», explica la afectada.

La única prueba que le mandaron complementaria fue un análisis de creatinina para saber si estaban funcionando bien los riñones y «vieron que tenía el hígado graso», argumenta la paciente, quien viendo que solicitando cita previa no le atendían de forma presencial, optó por acudir directamente a Urgencias hasta en tres ocasiones.

Una de estas veces, en las que los fuertes dolores estomacales no remitían, le pidió a la doctora que la atendió que le hiciera una ecografía y asegura que la facultativa le respondió: «¿Aquí quién es la doctora, usted o yo?». «Me pareció una incompetente, si yo no tuviera el dolor que tengo no hubiera ido», critica Nubia.

También acudió al servicio de Urgencias del Hospital La Fe tras otro episodio de fuertes dolores, pero tan pronto como estos remitieron después de darle unos medicamentos, la mandaron de nuevo para casa sin hacerle prueba alguna. Entre abril y septiembre le fueron dando largas, hasta que le dijeron que ordenarían una ecografía, que todavía hoy está esperando.

Después de viajar a Colombia en marzo, y a raíz de unos dolores en la espalda se hizo una radiografía de la columna lumbosacra y vieron que tenía un problema en una vértebra derivado de lo que arrastraba del hígado. De esta forma y harta de esperar, se hizo una resonancia magnética de abdomen en una clínica privada, donde le han detectado inflamación en los ganglios linfáticos y un proceso neoplásico en la vesícula. «Si no fuera por la pandemia me lo habrían podido detectar mucho antes», lamenta resignada a la espera de ser tratada en cuanto regrese a España en mayo.

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