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El periplo para demostrar la minoría de edad

«Policía y Fiscalía suelen ver los documentos emitidos por terceros países como poco fiables»

Mamadou, en el piso donde vive junto a otros chicos, en València. | M.A.MONTESINOS

Mamadou es otro número más en los ficheros policiales. Llegó en patera desde Louga, una ciudad norteña cerca del mar en Senegal, hace poco más de seis meses, con solo 16 años. Pasó por Canarias y se instaló en València, hasta que con 17 recién cumplidos, y tras varios viajes a Madrid, logró reunir documentos oficiales del gobierno senegalés para identificarse, y poder así ingresar en un centro de acogida. Quería aprender, aunque fuera solo un año, el idioma, un oficio, tener estudios, o cualquier cosa que le sirviera para labrarse una vida aquí en España.

Este lunes fue al Centro de Apoyo a la Inmigración (CAI), y su documento (una partida de nacimiento emitida por el consulado) fue admitido. Los trabajadores sociales advirtieron a la policía de la presencia de un menor en desamparo que debía ingresar en un centro. Pero no estaba todo dicho. Entró al CAI a las 11:18 minutos del lunes, con 17 años y 22 días, y salió del calabozo de Zapadores a las 13:00 del martes, con 19 años a ojos del estado y otro nombre; Papa, que la policía anotó por error.

No es excepcional

Lo que le ocurrió a Mamadou no es excepcional. Tuvo que enfrentarse un sistema que, según denuncian abogados extranjeristas y trabajadores sociales, es poco garantista con la presunción de minoría de edad que se supone que debe regir por ley en estos casos. Más bien todo lo contrario. Nadie se molestó en comprobar si el documento que aportaba Mamadou era real llamando al consulado para verificar su minoría de edad. Lo desestimaron porque no es un pasaporte.

La Policía Nacional se lo llevó del CAI al hospital de La Fe, para practicarle la «radiografía de la muñeca», una prueba de determinación de la edad que sigue siendo la más común en nuestro país pese a que organismos internacionales señalan que tiene un margen de error de más de dos años y los Institutos de Medicina Legal de España también han advertido de su imprecisión.

El resultado de la placa dio que Mamadou tiene 19 años, y ahora su fecha de nacimiento es el 01/01/2002. Como adulto, e indocumentado (recordemos que no tomaron en cuenta la partida de nacimiento), pasó la noche en el calabozo del complejo policial de Zapadores y salió con una orden de expulsión urgente. En 48 horas debía adjuntar su pasaporte para no correr el riesgo de ser expulsado de España. Durante el proceso le acompañó un intérprete francés, aunque él no lo habla. No fue hasta la mañana siguiente que un paisano senegalés al que llamó la policía le explicó lo que estaba ocurriendo.

Paco Solans es portavoz de la Asociación de Abogados Extranjeristas. Y asegura que este caso presenta varias irregularidades: primero, el documento adjuntado por Mamadou es perfectamente válido, segundo, nadie comprobó su veracidad con el propio consulado senegalés. «Hoy en día cuando un documento incluye una serie de trazas electrónicas (como el de Mamadou) quiere decir que es un documento expedido con garantías de autenticidad. Lo primero que tienen que hacer para verlo es pasarlo por un escáner de código de barras y enviarlo al consulado, para comprobar que es real», apunta.

Presunción de minoría

El protocolo actual para los menores extranjeros funciona con la presunción de minoría de edad, salvo que se consiga demostrar lo contrario. En el caso de Mamadou, que se asemeja a muchos otros, tanto policía como fiscalía dejaron en el aire varias comprobaciones que podrían haber hecho para verificar si se trataba o no de un menor de edad, según denuncia Adrián Vives. «Tanto policía y fiscalía suelen tener la perspectiva de que los documentos emitidos por terceros países muchas veces no son del todo fiables», remacha.

Hay que matizar que, como explica Vives, el documento de Mamadou no es uno de los dos que especifica la doctrina actual, pero por otra parte, critica que «pese a que los datos son perfectamente comprobables, no lo hacen». De hecho, asegura que normalmente «hay reticencias a hacer las comprobaciones en este tipo de documentos».

Solans, por otro lado, explica que «si hay un documento emitido por las autoridades de un estado soberano que dice que un señor de su nacionalidad ha nacido tal día, no hay nada que discutir. Para empezar no le deberían de haber hecho ni la prueba de la muñeca».

Pero Mamadou no es, ni excepcional, ni una violación flagrante de la ley. En realidad se han seguido los protocolos. Justo lo que critican desde Unión Africana de España, que piden que se den más garantías a la determinación de la edad de estos menores.

A Mamadou le queda lejano todo el papeleo que le explica su amigo Osseynou, que lleva más tiempo en España y chapurrea el idioma. Si le preguntas, lo único que le interesa ahora es «poder trabajar y poder mandar dinero a mi familia».

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