No se llamó siempre así, aunque su nombre, acuñado en la que es probablemente la ciudad más turística de España, Benidorm, resonó durante años en la noche valenciana. Era Penélope, una discoteca que intentó replicar en Valencia el mismo éxito que cosechó en la ciudad alicantina y que para ello se valió de las instalaciones de otra gran sala de ocio nocturno: Chivago River.

La discoteca, conocida popularmente como Chivago, fue una de los locales más exitosos desde finales de los años 70 y durante la década de los 80, una época en la que ya comenzaban a florecer las salas de ocio nocturno en la provincia pero que aún se encontraban lejos del nivel que alcanzarían apenas unos años después, cuando la noche valenciana se convirtiese en referente nacional. Chivago River, situada en la carretera entre Benifaió y Catadau, a unos 30 kilómetros de la capital del Túria, vivió sus momentos de gloria en aquella época.

Penélope y Chivago River, del éxito a un montón de ruinas

Primero Chivago River y luego Penélope, la sala recibía visitantes desde todos los puntos de la provincia, atraídos por su ambiente, sus diferentes salas de baile, su terraza, su gran aparcamiento y su zona de grill, un área en la que se podía cenar cómodamente y a buen precio unas chuletas o embutido de la zona.

Eso fue, sobre todo en la época de Chivago River, uno de los puntos más característicos y especiales de la discoteca . Disponía de un enorme asador en el que durante toda la noche había brasas encendidas para que los clientes cenasen o tomasen un tentempié, algo que permitía a la sala recibir público incluso desde antes de que anocheciera y, sobre todo, explotar un modelo de negocio que no sólo se apoyaba en la venta de copas. Todos salían ganando: los clientes empezaban antes la velada y prolongarla casi hasta el amanecer, mientras que a la discoteca le salían de sobra los números, ya que vendía cantidades ingentes de carne y embutido y copas durante toda la noche.

A principios de los 90 Chivago River comenzó a decaer y, aunque aún mantenía el éxito, la clientela se hizo más escasa que antes. La oferta de ocio nocturno ya era mayor, los intereses de los clientes comenzaron a cambiar (la ruta del Bakalao ya copaba el interés de muchos jóvenes) y su distancia a la ciudad de València se convirtió en un hándicap. El público empezó a ser cada vez más local y más joven y, antes de que llegase el ocaso definitivo, casi una década después, los propietarios intentaron reflotar el negocio y Chivago River pasó a ser Fontana.

La nueva sala no llegó recuperar el éxito y pasó a manos del grupo Penélope, que intentó replicar aquí el éxito que cosechaba en Benidorm. La discoteca vivió de nuevo noches de gloria y mantuvo sus sesiones durante varias temporadas aunque, finalmente, se vio obligada al cierre en 2008. Desde entonces, su estado ha ido deteriorándose cada vez más hasta alcanzar el punto en el que se encuentra actualmente: la ruina total.