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Bonig se va sin doblar la rodilla ante Génova

La todavía presidenta del PPCV reivindica su gestión en los peores momentos pero se aparta por obediencia a Casado y deja el acta de diputada

La despedida de Isabel Bonig en las Corts

La despedida de Isabel Bonig en las Corts LMV

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La despedida de Isabel Bonig en las Corts Sergio Gómez

Se marcha con un regusto amargo por no haber podido gozar de una segunda oportunidad para tratar de desbancar a la izquierda del Consell. Muy a su pesar, por pura obediencia debida al partido que le hizo crecer y para evitar una guerra interna, pero sin doblar la rodilla ante Génova y sus satélites. Visiblemente dolida con quienes han propiciado su caída. «Me voy porque no cuento con la confianza de la actual dirección nacional de Partido Popular», dejó claro desde un principio. Una década después de aterrizar como consellera en los últimos compases del Gobierno de Francisco Camps, Isabel Bonig se despidió de la política valenciana.

Fue un adiós por partida doble, primero desde la sede del PPCV y más tarde desde las Corts. Cuarenta minutos de comparecencias que le brindaron tiempo más que suficiente para sincerarse como nunca, para deshacerse en lágrimas, para lanzar algún que otro dardo a la cúpula de Pablo Casado, para reivindicar su gestión en los momentos más difíciles del PPCV y para airear una encuesta interna del mes de abril que augura un notable crecimiento electoral de su partido e incluso un posible vuelco político en la C. Valenciana. Ese es, vino a decir, su legado. También quiso pedir perdón: por la vehemencia excesiva de alguna de sus intervenciones y por haber repudiado a Rita Barberá en 2016.

Obligada a dejar la presidencia regional para dar paso a quienes sí cuentan con el beneplácito de Génova -«quise presentarme pero se me dijo que había un mejor candidato», remarcó, en una alusión velada al ungido Carlos Mazón-, la hasta ayer síndica de los populares ha decidido renunciar al acta de diputada autonómica para tomar distancia y retirarse a reflexionar. El PP está dispuesto a compensar su marcha, pero por ahora ella asegura que ni ha pedido ningún puesto ni ha aceptado oferta alguna.

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Las dos décadas (por ahora) en política de Isabel Bonig en imágenes

Bonig recordó que tomó las riendas del PPCV cuando «nadie se atrevía ni quería» y que las deja «ahora que parece que todo el mundo las quiere», una señal -a su juicio- de que las cosas se han hecho bien en la organización. Lejos queda aquel 2015, cuando se ganó la confianza de Mariano Rajoy para tratar de reflotar una marca en sus horas más bajas por los escándalos judiciales. La presidenta del PPCV- seguirá en ese cargo hasta el cónclave regional de julio- no ocultó que le hubiera gustado que Génova «hubiera hecho las cosas de otra forma», trasladándole con anterioridad que no confiaba en ella. Bonig afirmó que si no ha conseguido ganarse el favor de las estructuras nacionales del partido ha sido porque estaba centrada en su labor de oposición y porque no se ha preocupado de los adversarios internos dispuestos a moverle la silla. Aun así, defendió el valor de las primarias como las que le encumbraron en 2017 con un 95 % de votos, y deslizó que al partido no le debería asustar confrontar proyectos.

Guiños a Rajoy y Camps

La dirigente aprovechó para agradecer la fe de Rajoy y Camps en ella y agasajó a su círculo más íntimo, formado por su número dos, Eva Ortiz, Mari Carmen Contelles y su jefa de prensa.Camps le devolvió el guiño con un tuit en el que elogió su «extraordinaria labor».

Bonig no desveló cuál será su futuro. Lo único seguro, dijo, es que continuará como militante del PP. A partir de ahí, no descartó regresar a la actividad privada como abogada ni hacer política desde segunda línea, reforzando su participación en alguna de las fundaciones en las que colabora, como la Lluís Vives o la creada por Mayor Oreja.

La presidenta del PPCV celebró la victoria de Díaz Ayuso y de su «batalla cultural» en Madrid como un éxito de aquello que ella pregonaba en la C. Valenciana pese a los recelos de algunos sectores internos. «Yo empecé a poner las bases que Ayuso y otros han podido llevar a cabo en otros territorios. Dije que quería un PP que recuperase el alma y defendiese sus ideales sin complejos. Libramos una batalla a favor de la libertad y me hubiera gustado demostrar que tenemos proyecto», lamentó. Aun así, matizó: «Fui libre para entrar y he sido libre para salir».

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