Era el primer día sin Estado de Alarma y en el patio del IES Lluís Vives sonaron los acordes del Himno a la Alegría, pero lo que allí se celebraba no era la recuperación de cierto nivel de normalidad, sino un solemne acto institucional por el Día de Europa. Con las imágenes de los festejos sin medidas de seguridad en Madrid revoloteando por los telefónos móviles de los presentes, el president de la Generalitat, Ximo Puig, fijó su mirada más allá de la emergencia estrictamente sanitaria para alertar sobre otra pandemia en ciernes, la de la desigualdad, «que conduce al populismo y al fanatismo» y contra la que Bruselas y sus fondos de reconstrucción deberían funcionar como el antídoto necesario. Para ello, sin embargo, llamó a las instituciones comunitarias a que sean más ambiciosas para liderar las grandes políticas de progreso.

«Sin justicia social no es posible la libertad», proclamó el jefe del Consell, ahora que tanto parece haberse distorsionado el significado de esta última palabra. Puig citó a Lluís Vives -ante la figura que evoca al humanista en el instituto- para reivindicar la «Europa Social que defiende la igualdad entre las personas», a tiempo que llamó a proteger a la Comunitat Valenciana «del ruido tóxico que tanto contamina» en un escenario de «polarización extrema» como el actual. Ante el fanatismo, profundizó, «no podemos mirar a otro lado» porque, a su juicio, «es un deber ético ser intolerante con los intolerantes». «Trellat y responsabilidad», pidió una vez más, en un eslogan que lleva repitiendo desde hace meses.

De esta forma, el president defendió que la UE esta vez sí ha entendido que no puede ocurrir como en los años treinta del siglo pasado, cuando, tras la Gran Depresión, Estados Unidos reaccionó con el New Deal y Europa se quedó sin respuestas. «La consecuencia fue el totalitarismo y la guerra», advirtió, antes de hacer hincapié en que el programa de fondos Next Generation «ha concretado el sueño que forjó el embrión de la UE hace 71 años» porque representa «el mayor ejercicio de integración y cohesión europea», con el objetivo de crear empleos, recuperar industria y fortalecer el Estado del Bienestar y los servicios básicos.

Puig equiparó el «mercantilismo de las vacunas» con el «nacionalismo de las vacunas» y aseguró que ninguno de los dos caminos es una opción ética en un contexto de pandemia global. El jefe del Consell recordó que la Comunitat Valenciana impulsó hace un mes en el corazón de Europa un debate sobre la liberalización de las patentes «que ahora se abre camino» con el propuesta del presidente norteamericano, Joe Biden, en ese mismo sentido. Ahora bien, aunque España la ha secundado,en Bruselas impera la división y se mantiene el escepticismo al respecto. «Europa tiene que superar la melancolía y volver a liderar las grandes políticas de progreso, sin limitarse a hacer seguidismo de un presidente americano que, afortunadamente, está derribando tabúes», reflexionó el jefe del Consell, que señaló la convivencia como el gran valor que deberían proteger hoy las instituciones comunitarias y que puso en valor la exportación de 77 millones de dosis de vacunas y la donación de 31 millones como un motivo de «orgullo europeo».

«Tomemos siempre partido»

En el acto conmemorativo del Día de Europa también intervinieron el secretario autonómico para la UE, Joan Calabuig, y la directora general de Relaciones con la UE y el Estado, Daría Terrádez, junto al Ensemble Casa Mediterráneo, que interpretó la primera ópera-ballet de la historia. Puig cerró su discurso citando a Max Aub -alumno del Lluís Vives, y volviendo sobre el fanatismo: «Tomemos siempre partido. El camino se llama Europa», apostilló.