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Décimo aniversario

"El 15M removió conciencias e inspira las luchas actuales"

Representantes de la sociedad civil reflexionan sobre la protesta de «los indignados» una década después del hito que transformó la política

Participantes en el coloquio ante una pancarta que dice «15M, 2011-2021», ayer en la Plaça del Carme de València. | JM LÓPEZ

Un micrófono. Un grupo de personas, una plaza y mucho que decir. Esos son los ingredientes que hicieron emerger hace 10 años el movimiento de indignados del 15M aquel domingo de mayo. Con motivo de la década del aniversario de una marea que aglutinó a personas de todas las edades y que transformó la política de todo un país, ayer la Plaça del Carme volvió a acoger una de estas asambleas, esta vez, a modo de efeméride.

Una convocatoria en la que estuvieron presentes el conseller de Vivienda y Arquitectura Bioclimática y vicepresidente segundo del Consell, Rubén Martínez Dalmau, la directora general de coordinación de la Vicepresidencia, Adoración Guamán, y una representación de personas que se hicieron oír al unísono en las plazas. Jorge Ramos, Carmen Brisa, Óscar Bolívar, Rocío Segura, Pura Peris, Luis Alis, Raúl Lorente, Vicente Ros y Esther Sanz estuvieron allí. Como tantas otras mujeres y hombres. Y ayer, el espacio frente al Palau de Pineda sirvió de reflexión sobre lo que fue y la herencia que dejó.

Fin del bipartidismo

«Volvemos a encontrarnos en un círculo asambleario diez años después del movimiento que marcó un antes y un después en la política», decía ayer Guamán para dar comienzo al coloquio, micro en mano. Un movimiento que, según explicó ayer la directora general, «dio una sacudida al bipartidismo y al régimen hasta entonces inamovible del 78». Un hecho que se ha de recordar pues «la memoria es una herramienta de transformación social para no olvidar que todas las personas tienen derecho a tener derechos», apuntaba ayer Jorge Ramos, profesor de Historia Contemporánea de la Universitat de València (UV). «El 15M también es la inspiración para enfrentarse a asuntos actuales», dijo, al tiempo que matizó que «no hemos de ser adanistas, hemos aportado cosas, pero no todas. Conseguimos introducir cuestiones clave en la agenda política pero la precariedad continua y el sistema económico impide garantizar todos los derechos». Un 15M que sirvió, además, «para remover todas las conciencias», como recordaba ayer Carmen Brisa, de Amnistía Internacional, que vio cómo «las conversaciones y la sensación de tener fuerza para incidir en el cambio se vio acentuada». Fue un «terremoto», añadió.

Óscar Bolívar, de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca estaba allí. Dice que el 15M fue el punto de partida, pero «¿ahora qué?». «No quiero que el 1 de septiembre —fecha en la que acaba la suspensión de desahucios instaurada por el gobierno— el teléfono eche humo por los desahucios, quiero que el derecho a la vivienda sea una realidad», sentenció. Vicente Ros, también vinculado al activismo por el derecho a la vivienda, explicó que aquel «basta» colectivo tuvo repercusiones también a nivel local.

Pura Peris, directora general de Emergencia Habitacional, que también se sentó en aquellas asambleas en las que se aplaudía sacudiendo las manos al aire asegura que «el 15M no se queda solo en las plazas grandes, es un instrumento para remover las asociaciones y continuar reivindicando».

«Un fin de ciclo»

Habla Rocío Segura. «Me di cuenta que mi problema de precariedad no era aislado, sino colectivo». Sin embargo, apunta que actualmente se ha pasado de «la indignación colectiva a la rabia individual». «Es un fin de ciclo», decía ayer. Coincidía Esther Sanz, quien recuerda que la movilización en las plazas enseñó «a ver qué hacíamos mal, salir de la endogamia ideológica y construir con quien no piensa como tú».

Ella, que comenzó su activismo en las protestas contra el Plan Bolonia, resume en cuatro puntos los cambios que trajo aquel puño en la mesa, desde las plazas, en las principales ciudades del país. «Se acabó con el bipartidismo, se puso fin a la ley del silencio de la monarquía, a la tolerancia a la corrupción y se extinguió la exclusividad del PSOE y el PP en la dirección del Estado». Sin embargo, Sanz también advirtió del peligro del avance de la extrema derecha «me preocupa que la indignación la recoja la extrema derecha, hay que unir fuerzas para evitarlo».

Una juventud que convive con el sector más experimentado de quienes democratizaron las plazas. Como Luis Alis. Tenía 63 años cuando nació el 15M y ayer contaba que estaba en proceso de jubilación cuando comenzó a frecuentar las plazas. Para él, fue toda una representación del «sentimiento común, el apoyo entre personas».

Rubén Martínez Dalmau explicó a Levante-EMV que «el 15M ha sido la revolución democrática más profunda de los últimos 80 años y significó un antes y un después en la lucha de los derechos sociales». «Mandar obedeciendo», como dijo, por su parte Adoración Guamán. Ayer, una vez más, todas estas personas se volvieron a encontrar en las plazas.

«La gente tenía preocupaciones que se habían desatendido»

Raúl Lorente, profesor de sociología de la UV compara (salvando las distancias) el 15M con la eclosión del mayo del 68 en Francia y la primavera roja italiana. «Había preocupaciones que la política había dejado de lado», explica. «Muchísima desigualdad que aumentaba cada vez más en el paradigma neoliberal», razonaba. «En ese momento la gente manifestó su inconformismo con el sistema, especialmente después de la crisis de 2008, cuando los derechos sociales se vieron debilitados».

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