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El PPCV mantiene el censo ficticio de 134.000 militantes de la etapa dorada del partido

La previsible retirada de Anaya librará a Mazón del riesgo de pinchar en la participación y del reto de lograr al menos tantos votos como avales reunió

Mazón,junto a Català, en la presentación de su candidatura el pasado 7 de mayo. | GERMÁN CABALLERO

El proceso congresual que vive el PP valenciano y que debe culminar el 3 de julio con la proclamación de Carlos Mazón como nuevo presidente ha vuelto a evidenciar la falacia del censo de militantes de la organización valenciana, otrora una máquina de ganar votos y adhesiones. Pese al ocaso, el PP mantiene la ficción de un censo que supera los 130.000 militantes, en concreto, 134.527 afiliadas y afiliados. La cifra está por debajo de la mítica de 150.000 que el PP llegó a dar por buena en la etapa de Alberto Fabra, última en el poder.

Ni las sucesivas crisis (económica, política y sanitaria) ni la pérdida de poder institucional han impactado en un censo que parece quedar congelado en el tiempo, más propio de la etapa dorada de las mayorías absolutas y que sigue sin depurarse. Con los congresos provinciales ya realizados, el partido sigue sin poder dar una cifra exacta de cuántos militantes lo son de pleno derecho, es decir, están al corriente del pago de sus cuotas y por lo tanto pueden avalar a candidatos y votar en los congresos. Apuntan que el plazo para ponerse al día expira hasta 72 horas antes de la votación del cónclave regional.

Un arma de doble filo

De forma extraoficial, algunas fuentes en el PP valenciano, calculan que este censo depurado no superaría en las tres provincias las 20.000 personas. El censo burbuja del PP valenciano es un arma de doble filo. Los populares valencianos no quieren renunciar a exhibir este supuesto músculo ni de puertas para fuera ni en clave interna ya que en buena medida su poder territorial dentro de la organización depende de su abultada militancia.

En clave territorial, ninguna de las tres provincias quiere perder influencia y, sobre todo Valencia y Alicante, prefieren mantener censos hinchados ya que la afiliación forma parte de la fórmula que se usa a la hora de repartir compromisarios para el congreso. De hecho, en el proceso congresual del PPCV, Alicante tendrá más delegados que la provincia de València.

Pero la falacia de la militancia, tiene efectos colaterales. La todavía presidenta del PPCV, Isabel Bonig, fue la primera en sufrirlo. Eligió la fórmula asamblearia para su congreso de 2017, es decir, la de un afiliado, un voto, un compromisario, lo que al margen de si tenía o no contrincante (lo tuvo, pero se retiró en el último momento) debía someterse al escrutinio de la militancia. Bonig reunió 7.200 avales para su candidatura, pero solo le votaron 6.000 personas. Una participación que resultaba ridícula si la referencia era ese censo que entonces todavía se situaba en 150.000. A Mazón podría ocurrirle lo mismo si el alcalde de Ayora, José Vicente Anaya, llevara su pulso hasta la votación del día 29.

El candidato bendecido por Génova dio un golpe de efecto el pasado viernes al presentar cerca de 12.000 avales frente a los escasas 235 firmas de Anaya. Los avales solo son válidos si la persona que firma está al corriente del pago de cuotas en el último año.

El comité organizador del congreso (COC) no tuvo que comprobar si los miles de avales de Mazón eran válidos, ya que con 90 eran suficientes para ser proclamado precandidato. Lo mismo ocurrió con Anaya.

Negociación

Anaya negocia ya con Mazón su retirada, pero si no lo hiciera o la postergara para después de la votación, pondría a Mazón en un brete. Su equipo tendría que emplearse a fondo y movilizarse de nuevo para conseguir acercar avales y votos. El voto, es secreto, y no puede delegarse y, además, la persona debe saldar los recibos pendientes. Al menos el ejercicio de 2020, según consta en una de las circulares.

Con todo, y aun en el mejor de los casos, reunir el voto de 12.000 militantes con un censo de 134.000 de referencia sería un pobre resultad o, incluso ridículo ya que significaría que Mazón solo habría recibido el respaldo de algo más del 10 por ciento de la militancia. Una movilización sin duda superior a los congresos de antaño, los del dedazo sin primarias de disimulo, pero pequeña si se compara con la lograda por otros partidos de izquierda que abren sus urnas a militantes y simpatizantes. En las últimas primarias de Unides Podem participaron unas 5.000 personas.

Si, como es previsible, el alcalde de Ayora se retira antes de la votación, Mazón no tendrá el problema que tuvo Bonig ya que, al no solicitar la fórmula asamblearia, solo se someterá al escrutinio de los compromisarios permitidos para el cónclave del tres de julio: alrededor de un millar. Sin urna de la militancia, el congreso de aclamación está más que asegurado.

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