Sin palomitas no hay rentabilidad para un cine, y menos tras más de un año de pandemia. El alivio del toque de queda y la hora de actividad que vuelven a ganar los restaurantes coparon los titulares el sábado, cuando el Consell anunció las medidas de prevención que estarán vigentes hasta el 7 de junio en la Comunitat Valenciana. Pero los propietarios de las más de 30 salas de cine que hay en la autonomía acudieron corriendo a la letra pequeña de la resolución y confirmaron sus peores temores.

«El público deberá estar sentado y no se permite la consumición», reza el punto tercero del apartado cuarto, relativo a este sector y otros locales culturales. La prohibición va camino de cumplir ocho meses en vigor y está asfixiando a los cines, ya de por sí perjudicados por el impacto que la pandemia ha tenido sobre el número de estrenos y, por consiguiente, de espectadores que acuden a sus salas.

Y es que buena parte de los beneficios de estos negocios se obtienen del clásico combo de las palomitas y el refresco. Como explica Antonio Martí, representante del Grupo Martí, empresa familiar valenciana propietaria de los Cines MN4 de Alfafar, «la verdadera rentabilidad se centra en el consumo del servicio de bar», ya que las distribuidoras se llevan más de la mitad del precio de las entradas, según relata. Y además «redondean la experiencia» de ir al cine, sobre todo para el público familiar y con niños.

La prohibición, según denuncia Martí y confirma Antonio Such, presidente de la Asociación Valenciana de Empresarios de Cine (Avecine), está suponiendo pérdidas de entorno al medio millón de euros para las salas de mayor capacidad.

El enfado es notable entre el sector y se agrava por el silencio que ha mantenido la Conselleria de Sanidad ante sus reivindicaciones para recuperar este servicio. Martí remitió el 8 de mayo, tras la anterior revisión de las restricciones, un correo a la consellera Ana Barceló para pedirle una reconsideración, pero no recibió respuesta. Hizo lo propio hace siete días y tampoco.

«Agravio» con la hostelería

En la comunicación, consensuada con Avecine, Martí expone las diferentes medidas que pesan sobre su sector y sobre la hostelería. Los cines no entienden que se esté aliviando a la restauración mientras sigue vetándose comer en sus salas. «En los cines la gente no está cara a cara y sí cumple con llevar la mascarilla salvo para comer o beber, lo que no pasa en los restaurantes», explica. Además, destaca que las películas se ven en silencio, que los techos de las salas son mucho más altos y que además cuentan con sistemas de ventilación de triple filtro y que no recicla el aire.