Debido al elevado número de consultas y peticiones generadas por el capítulo anterior, he decidido extender la información sobre energía en la serie ‘Una Comunidad en transición’. Creo que vale la pena. Espero les guste.

En el capítulo anterior comentábamos cómo la producción de energía en la Comunitat Valenciana se basa en la peligrosa energía nuclear y en los combustibles fósiles (petróleo, gas), generando una gran dependencia del exterior para abastecernos de energía. Teniendo -en cambio- potencial para darle la vuelta a este sistema, utilizando recursos propios (energías renovables diversificadas). También vimos cómo nuestra capacidad económica se desvía, pagando el servicio a grandes empresas energéticas ajenas a nuestro territorio, mientras estas generan menor y peor empleo aquí que lo haría una diversificación de actores propios, como vienen haciendo por ejemplo las cooperativas en la Comunitat. Generar energía propia con fuentes renovables, por pequeñas y medianas empresas valencianas, genera más y mejor empleo que el sistema actual. Se reparte, además, esa riqueza, in situ, donde se produce, de un modo directo y participado por la ciudadanía que la puede gestionar. ¿Qué preferiremos para nuestra Comunitat?

En este capítulo vamos a repasar la evolución actual y posible del empleo generado por las energías renovables frente a las contaminantes fósiles y el surgimiento de nuevos yacimientos de empleo, en la ya manida «transición energética».

Para ello, vamos a retrotraernos a 2015. En ese año, Greenpeace España encarga a la consultora independiente de análisis económicos Abay Analistas, que trabaja para administraciones públicas, empresas privadas e instituciones de todo el mundo, como por ejemplo, el Fondo Europeo de Inversiones, un informe sobre ‘La recuperación económica con renovables’. En él, la consultora demuestra que un modelo económico basado en las energías renovables permitiría la generación de 3 millones de puestos de trabajo de 2015 a 2030; de incrementos de 2 puntos del PIB anuales; de bajar un 24 % la factura de la luz, y de ofrecer una inyección de ingresos de 14.000 millones de euros a los ayuntamientos, vía impuestos de estas actividades. ¿Les sorprende? Eso mismo les pasó a muchos actores económicos, acostumbrados a tratar con condescendencia las cuestiones ambientales. Si limitar el descontrol climático no es suficiente motivación, aquí va un poco de pura economía.

Empleo y transición energética ecológica

Para ello, eso sí, se deberían invertir en ese período, unos 19.535 millones anuales para implantar un sistema eléctrico 95 % renovable en 2030, que mantendría anualmente 203.000 empleos y aportaría al PIB 37.936 millones de euros también anuales. ¿Recuerdan que salvar los bancos de las inversiones de la década loca nos costó 61.000 millones en un año y aún nos estamos recuperando? ¿Puede este país invertir 19.000 millones al año para generar 37.936, sumando sector público y privado? La respuesta es sí. Este período de inversión productiva (2015-2030), acumularía un crecimiento económico de 545.160 millones de euros en la producción agregada.

Lo cierto es que los diarios económicos acogieron con gran resonancia los resultados del informe de Abay Analistas y lo mejor es que tras estos primeros años, el movimiento mundial les está dando la razón. ¿Optamos por el futuro aquí también?

En EE UU, ya en 2015, el empleo en renovables creció un 6 %, mientras que los empleos en los sectores del gas y el petróleo disminuyeron un 18 %. Allí donde hace un siglo nació la industria petrolera tal como la conocemos hoy, la energía solar ha tomado la delantera: 209.000 empleos en el sector solar, contra 187.000 en el petróleo. Pero es que en China, ese mismo año, las renovables emplearon a 3,5 millones de personas, mientras que petróleo y gas emplearon a 2,6 millones. ¿Hacia dónde van los tiempos? En estas condiciones mundiales, ¿apoyarían ustedes aquella antigua intención de efectuar sondeos petrolíferos en el Golfo de Valencia?

El Plan Nacional Integrado de Energía y Clima Español (PNIEC 2021-2030), recién aprobado en Consejo de Ministros y remitido a la UE, es bastante más optimista que el estudio de Greenpeace de 2015, y abunda en que la electrificación genera más y mejor empleo y riqueza que el actual consumo lineal de energías fósiles. Derivar las inversiones y subvenciones de las energías que queman carbono a las renovables, apostar por la eficiencia, la gestión de la demanda, y el uso racional, es una oportunidad para el binomio clima-economía que no debemos dejar pasar.

Los sectores de actividad más beneficiados por este desarrollo están siendo los de fabricación de maquinaria y equipos mecánicos, equipos eléctricos, de construcción, de ingeniería y asesoramiento técnico, pero ligados a ellos surgen y se asocian una serie de actividades que abren yacimientos de empleo asociado para la transición: desde la digitalización de todo el proceso energético (gestación, implantación, redes, producción, gestión de la oferta/demanda, acumulación, mercado interior…), al asesoramiento energético público y privado, la educación del usuario que de mero consumidor pasa a ser un gestor energético más de su oferta/demanda a través del autoconsumo, las comunidades energéticas y la acumulación en casa o en los vehículos (’grid to grid’).

En València, la cooperativa Aeioluz, creada desde cero, cuenta en la actualidad con siete puestos de trabajo y otros tantos alrededor, que asesoran y acompañan a actores energéticos (empresas, ayuntamientos, comunidades educativas...) en la transición energética. Mediante, por ejemplo, la elaboración de planes energéticos, evolucionan la gestión de la energía, optimizando su uso hacia la responsabilidad. Solo con esto, han logrado ahorros de energía cercanos a un 30 % en centros educativos, en Requena, Cheste, Llíria, Bonrepos, o Montaverner, o 200 euros anuales a familias, a través de la Oficina verde del Ayuntamiento de València. Tan solo estudiando cómo usamos la energía y modificando racionalmente nuestras rutinas de uso. Enseñan a gestionar la energía y se logran ahorros importantes, yendo más allá del tradicional ‘cambio de luces a led’.

En 2020 ganaron el #Renovathon 2020 de Greenpeace, con el proyecto ‘La energía del cole’. Un proyecto en Huelva que ha sido presentado al Gobierno de España como un ejemplo de comunidad energética local y que consiste en la creación de una comunidad formada por un colegio y las familias del alumnado para, a través de instalaciones fotovoltaicas y actividades energéticas y ecológicas, abordar la producción y reparto de energía, la educación ambiental y la responsabilidad compartida para ayudar a las familias vulnerables.

Los principales beneficiarios serán precisamente los hogares más vulnerables del centro y del barrio. La iniciativa está buscando financiarse con el apoyo de ayuntamientos, del IDAE, ‘crowdfunding’ y otras herramientas comunitarias como el ‘rent a roof’. Puestos de empleo y gestión directa de energía.

También conozco Sapiens Energía Coop, cuyo proyecto está centrado en impulsar la creación de comunidades energéticas locales CEL (pioneros en españa) e impulsar el autoconsumo. Por ejemplo la CEL de Fontanars dels Alforins, con 50 kwp de placas fotovoltaicas en la cubierta del colegio público Comte de Salvatierra, abastece a unos 80 usuarios y el plan es utilizar otras cubiertas de edificios, públicos y privados, para llegar al máximo número de familias de la localidad, reservando una parte de la producción para abastecer a quienes puedan sufrir pobreza energética. Todo otro logro, que genera en torno a10 puestos de trabajo en un área inexistente y novedosa.

Igualmente es conocido el ejemplo de Aras de los Olmos que, harto de la inestabilidad de la red eléctrica, está estudiando ser autosuficiente al 100 % gracias a las energías renovables y la eficiencia energética. Allí han creado una empresa distribuidora municipal (Sersuma) que junto al Departamento de Ingeniería Eléctrica de la Universidad Politécnica de Valencia, ha diseñado su autosuficiencia, gracias a la producción local y renovable de electricidad con cuatro fuentes diferentes: una central de biogás asociada a una instalación de tratamiento de residuos ganaderos y vegetales para la producción de biogás; una central solar fotovoltaica; un molino eólico; y un salto de agua que se utilizará para almacenar la energía sobrante de la generación. Aras de los Olmos seguiría conectado a la red eléctrica pero se autoabastecerá gracias a las energías limpias y locales.

Por último, recordarles que se ha enunciado por parte de la Generalitat un objetivo 2030, que aúna lo público y lo privado: al menos una CEL en cada municipio de la Comunitat. ¿Les gustaría formar parte de este movimiento? Es un objetivo bueno, pero es solo el inicio. ¿Llegará un momento en que quien quiera podrá abastecerse de luz propia de su barrio? En nuestras manos está.

Como insisten en Aieoluz, «la alfabetización energética (...) es el principio de la cadena lógica de uso de los recursos: aprender, usar solamente lo necesario, ser eficiente y por último generar y compartir nuestra propia energía. Éste es el camino y queremos transitarlo contigo».

Fíjense en los cambios que puede y que ya está trayendo la transición energética en términos de empleo y regeneración del sistema. No se me olvide añadir que, además de transición ecológica, queremos y necesitamos que sea justa, repartida, en manos de la ciudadanía y diversificada. ¿Vamos a por ello?