Con el panorama que estamos teniendo de tormentas, habrá que pensar en hacer cambios en el refranero. “Hasta el 40 de mayo no te quites el sayo”, se ha dicho por estas fechas siempre, quedado atrás ese otro de “En mayo, cada día un rayo”. Yo haría una fusión para economizar y adecuarla al calentamiento global. Algo así como “Hasta el 40 de mayo lleva el sayo de soslayo, y aparta que cae un rayo” (clemencia, RAE). Este es el tercer mes de junio consecutivo en el que los episodios de tormentas son protagonistas, sin restar un ápice de protagonismo al calor en gran parte de España, siendo quizás el litoral cantábrico y en ocasiones el mediterráneo dos reductos de fresco gracias a las brisas marinas. Sin grandes alardes. Muchos de los fenómenos tormentosos están siendo provocados por depresiones aisladas en niveles altos (danas) que llegan desde el suroeste, procedentes de latitudes subtropicales y tropicales.

Las tormentas de esta semana están apareciendo por la presencia de aire frío en las capas medias y altas de la troposfera, sin ese vínculo “sureño”. Casi podríamos decir que son una excepción, porque desde que empezó el año casi toda la inestabilidad ha venido de la Macaronesia. Esa zona de Canarias y Madeira, tan atrayente por su clima templado, otorga a las depresiones un extra de calor y humedad que repercute en la posterior adversidad de las tormentas una vez llegan a la Península. Hasta la borrasca Filomena de enero, con toda esa cohorte de nevadas copiosas, encontró combustible en ese entorno subtropical y bueno, algo más allá para ser justos, también del tropical. El historial de estos envites ya es largo, llegando hasta el pasado sábado, cuando un sistema convectivo de mesoescala se paseó por el mar de Alborán y suerte que no afectó a ninguna zona poblada, porque tienen la deferencia de dejar inundaciones allá por donde pasan. Mañana llegará otra de estas ‘danas’.

Cuando llegue a nuestra latitud, la depresión habrá perdido bastante potencial pero encontrará otros mecanismos para lanzar el desarrollo de cumulonimbos: el calor extra de la superficie y los relieves de la Península que catapultan a las nubes, siempre que las condiciones sean óptimas. Además, la pérdida de aire frío en altura se podría subsanar con una segunda bolsita de aire polar que llegaría desde el noreste. Con todo esto las tormentas volverán a ganar protagonismo y podrían ser fuertes; mañana y el sábado en el sistema Ibérico, después puede que en otras muchas zonas de la Península, incluida la vertiente mediterránea.

Esto no hace más que confirmar la hipótesis de algunos expertos que apunta hacia la subtropicalización de nuestro clima. Puede que estos episodios no sean más que una concatenación casual de embolsamientos y flujos del sur y suroeste, de una troposfera “viciada”. También cabe la posibilidad de que se perpetúen en el tiempo.