«En 28 años que lleva la empresa nunca habíamos visto nada así». Quien habla es Esther Calero, propietaria de Mar y Sombra, la compañía que tiene varios kioscos repartidos por la playa de València en los que se gestionan las hamacas y sombrillas y además se vende comida, refrescos y helados, «los chiringuitos de toda la vida». En la mañana de este pasado sábado y de hoy, domingo, se han encontrado varios de estos puestos azules y blancos, literalmente, destrozados.

Algunas de las placas del techo se hundieron por los saltos. | J.M.LÓPEZ

Este es el primer fin de semana sin toque de queda en la Comunitat Valenciana y con el fin de esta restricción, ha vuelto el botellón. Y parece que el descontrol ha llegado más fuerte que nunca porque los daños causados en la estructura de la empresa de Esther «superan los varios miles de euros, calculamos que los de la noche del sábado serán unos 3.000 euros pero es que los de esta noche oscilarán entre los diez o 12.000 euros» lamenta Calero.

Pero es que a esto hay que sumarle las pérdidas de este día porque «no podemos trabajar hoy, hay que arreglarlo», asegura. Los incívicos que se han dedicado a romper estos kioscos han sacado las colchonetas de las hamacas, que se guardan dentro de estas garitas, han volcado sombrillas (»que entra dentro de lo habitual», cuenta resignada la dueña) pero es que en esta ocasión, «se han subido al techo y se han puesto a saltar encima. Y no solo un par de personas, tienen que haber sido muchas para hundir la estructura, si se llega a romper, se produce una desgracia», explica Calero a Levante-EMV.

No contentos con eso, han entrado y han asaltado los kioscos. Todo lo que había dentro, ha volado. Los puestos de la empresa se reparten por todo el arenal de València «desde el puerto hasta el límite con la Patacona, pero la zona realmente problemática es la que une la playa del Cabanyal con la de la Malva-rosa. «Es la zona de botellón».

Denunciado ante la policía

Esther Calero confirma que ayer mismo denunció los actos vandálicos que ha sufrido. «Esta noche ha sido sobre las tres de la madrugada. Lo sé porque un sobrino mío lo vio todo», explica. Ya han presentado una denuncia por los hechos del viernes, pero mañana volverá a denunciar en este caso, los desperfectos del sábado por la noche.

«Esto es un tema muy serio y todo el mundo debe tomar cartas en el asunto», tanto es así, que también tiene pensado hablar con el Ayuntamiento de València. Calero cree que no es una cuestión de falta de policía «aunque quizás harían falta más efectivos en la zona», es que como los chiringuitos están en la arena, el acceso para los agentes es más complicado. Sobre la posibilidad de poner vigilancia privada, Esther no lo descarta, «hace años sí que teníamos lo que ocurre es que esto es obra de mucha gente y para parar a estos grupos numerosos no basta con una persona, necesitaríamos varios vigilantes».

Con respecto al valor de los daños, el seguro no se hará cargo. «Para los negocios que estamos al aire libre la cuota del seguro es tan alta que resulta imposible hacerle frente por lo que estamos muy desprotegidos».

«De verdad que la gente se ha vuelto muy loca y salvaje. Siempre hemos tenido problemas con el botellón, pero esta vez, esto se ha ido de las manos», sentencia.

El PP recuerda los botellones, de los que se hizo eco este diario, en la plaza Honduras de Valencia y afirma que se se extienden también a los barrios de Algirós, Benimaclet, Marxalenes, Marítimo, Ruzafa o Plaza del Cedro.