“Un ilustre escritor español, don Ramiro de Maeztu [...] me ha dispensado el altísimo honor de compararme con Hitler. En descargo de mi modestia he de confesar que me abruma el parangón”. Así se despachaba José María Albiñana (Enguera, 1883/Madrid, 1936) en un artículo publicado en el diario La Nación, el 4 de mayo de 1932, titulado “El camarada Hitler, cosechando triunfos”. Este ilustre enguerino fue la primera persona en organizar un partido de corte puramente fascista en España, el Partido Nacionalista Español (1930-1933). Antisemita, imperialista, ultranacionalista, y dictatorial, Albiñana era un “reaccionario” que protagonizó un “ensayo mostrenco de fascismo”. Así lo tachaba Ramiro Ledezma, fundador de las J.O.N.S. 

Conocido también como doctor Albiñana (por tener tres doctorados; en Medicina, Derecho y Filosofía y Letras), provenía de una familia de clase media provinciana y estudió en Madrid, donde destacó en el campo de la medicina, con varios premios nacionales. El experimento fascista duró menos de tres años, momento en el que Albiñana adopta una actitud moderada al lograr un acta de Diputado en las Cortes por la provincia de Burgos. Pero en el camino fue detenido por la República, confinado en las Hurdes, y se prohibió su partido. 

Imperialista, ultranacionalista, dictatorial y antisemita, Albiñana era un admirador confeso de Hitler y Mussolini.

Pero hay que remontarse un poco antes para explicar la ambición política de Albiñana. Su buen rendimiento académico en el campo de la Medicina le valió un pasaje a México como investigador, de donde fue expulsado por el presidente Plutarco Elías Calles por sus artículos escritos en prensa, además de charlas organizadas en casinos. En ellos, explicaba sus ideas imperialistas de España, concretamente “la prolongación de su dominación en América”. Poco después de volver fundó el Partido Nacionalista Español (PNE) entendido como un “nacionalismo patriótico combativo”. 

Combativo en el sentido literal; una de las unidades del PNE eran los Legionarios de España, un “voluntariado ciudadano con intervención directa, fulminante y expeditiva en todo acto atentatorio o depresivo para el prestigio de la Patria”. Albiñana también escribió que “su misión es exterminar a los difamadores y destructores de la patria, impidiendo su actuación pública”. Era un grupo armado y violento, cuya intervención más sonada fue en el Cine Europa de Madrid, donde consiguieron reventar un discurso de Miguel de Unamuno. De esta forma, con la creación de su sección de choque, Albiñana pretendía emular a los Camelots franceses, las Squadre d’azione italianas o las S.A alemanas. Pretendía llevar el método de guerra a la vida política civil, al igual que otros movimientos fascistas de la época. Pero no era esta la única característica orgánica del fascismo del PNE, también quiso apelar al obrerismo y captar a la juventud, aspectos en los que fracasó.

Mitin de Unamuno en el Cine Europa de Madrid Levante-EMV

Ciclo revolucionario 

En los pocos años de ensayo fascista (1930-33), Albiñana pudo publicar cuatro libros (uno escrito desde la cárcel y otro confinado en las Hurdes) donde explica su visión de la política, y además, utiliza por primera vez en la literatura fascista de España el término falange (en 1930) . Además de ello, organizó concentraciones y mítines, y llamó al sublevamiento militar. La República tenía a uno de sus enemigos más empecinados ya antes de proclamarse.

En sus obras, Albiñana explica su concepción “democrática” y “biológica” de la dictadura como “una indispensable obra de saneamiento nacional” o un “tratamiento revulsivo al que se somete al Estado enfermo, en trance de descomposición. Temer la dictadura es propio de ciudadanos pusilánimes y menguados”. 

El antisemitismo de Albiñana tampoco era algo que ocultara. “Y es que Hitler, enemigo cordial de los judíos, que son los únicos causantes de la tremenda guerra europea, en la que acapararon, como siempre, todas las gigantescas contratas de de aprovisionamientos, realizando fabulosas ganancias a costa de las vidas de los cristianos, es para la prensa corrompida una amenaza universal”, escribía en el diario La Nación, en 1932. 

El partido de Albiñana era, también, eminentemente monárquico, algo que le valió roces con los que acabarían aglutinando a todo el fascismo español. De hecho, los elementos más combativos acabaron migrando a Falange y J.O.N.S, y el partido, acercándose a grupos carlistas, justo en el momento en el que Albiñana rebaja su discurso al lograr su acta de diputado. El 29 de octubre de 1933, el doctor Albiñana y sus Legionarios tienen reservada una platea en el Teatro de la Comedia, donde José Antonio Primo de Rivera pronuncia el discurso fundacional de Falange española, acto que supone la disolución del ensayo fascista de Albiñana. 

Un año antes, confinado en las Hurdes, Albiñana ya escribía pistas de lo que iba a ocurrir, sin saberlo. El doctor lamentaba que la clase burguesa le negara fondos económicos para el PNE, y se comparaba con otros movimientos fascistas. “En Italia, el fascismo contó desde sus comienzos con el apoyo económico de todos los patriotas. Alemania ha dado a Hitler cuantos recursos necesitó para la organización de un modelo de partido nacionalista que es el asombro de Europa…”. Lo que él no sabía es que por esas mismas fechas las J.O.N.S de Ramiro Ledezma y Onésimo Redondo comenzaban a ser financiadas por la burguesía castellana y vasca, mientras que los fondos promonárquicos se dirigían al grupo filofascista Acción Española. 

El “ensayo mostrenco de fascismo” terminó, pero no la influencia política del doctor. Según escribió José María Sanz Briones, comandante de artillería del régimen franquista en 1961, Albiñana conversó con Mola en Pamplona el 16 de julio de 1936, solo dos días antes del Golpe de Estado franquista que dio inicio a la Guerra Civil española. Según Briones, Albiñana sabía del golpe, pero cayó apresado en la Modelo de Madrid, donde fue ejecutado. 

Cuatro años después, en la primavera de 1941, sus restos mortales volvieron a Enguera (donde yace hoy), con destino a un mausoleo en su honor promovido desde Madrid, y para el que puso dinero el propio Francisco Franco. Debajo de ese mausoleo, es donde 9 familias de represaliados por el franquismo buscan a sus familiares, republicanos fusilados durante la guerra, y que hoy, según los testimonios orales, yacen bajo la tumba del primer fascista de España.