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El maltrato invisible que golpea a los mayores

La pandemia empeoró las condiciones del colectivo

Dos personas mayores caminan juntas por la calle en València. | LEVANTE-EMV

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) estima que una de cada seis personas mayores de 60 años sufrió algún tipo de maltrato en el último año. Sin embargo, esta problemática suele pasar desapercibida y las cifras no son tan visibles como las de otros tipos de agravios y vejaciones. «Hay un oscurantismo todavía, por decirlo así. Las personas mayores sufren el maltrato en silencio», reflexiona el presidente de la Unión de Pensionistas de la provincia de València, Diego Alcázar.

El pasado 15 de junio, Alcázar conmemoró con las autoridades valencianas el Día Mundial de la Toma de Conciencia del Abuso y el Maltrato en la Vejez, con el que se pretende concienciar sobre una práctica que pocos parecen asumir por completo y que se produce tanto dentro de casa como en las residencias, donde muchos de los familiares denuncian que falta información sobre lo que allí sucede.

«A mí me gustaría poder tener datos concretos, porque esto ha ocurrido en un porcentaje muy grande y todavía más en pandemia», afirma Alcázar, pero se lamenta luego de lo complicado que es encontrar los casos y que quieran contarlo. «Es bastante difícil de poder calcular todo lo que ha ocurrido en las 241 asociaciones que nosotros manejamos», sostiene el presidente de una agrupación con cerca de 100.000 socios.

Alcázar considera que el maltrato se esconde y se infiltra hasta que la víctima lo asume como natural. Es, para una persona de la tercera edad, lo que tiene que ser, porque siempre ha sido así y siempre lo será. «No consideran maltrato cuando les hablan mal o cuando la familia no les deja ver a los nietos. Solo consideran maltrato cuando les pegan. Pero maltrato también es que no te llamen tus hijos, que no te pregunta si necesitas comida», explica Alcázar. El presidente de la Unión de Pensionistas recuerda durante la pandemia haber oído testimonios de maltrato que, por tenerlo interiorizado, no eran capaces de detectarlo como tal. «El abandono es un maltrato», recalca.

«La mayoría terminan sintiéndose culpables por lo que les pasa. Muchas veces se preguntan: ¿seremos un estorbo?», observa, entristecido, Alcázar. Comenta que él, por suerte, no se ha visto nunca en una situación similar a las muchas que ha vivido en tercera persona.

La pandemia ha sido un doble castigo. Si las personas de la tercera edad ya han sido el sector de la población al que más ha golpeado la covid-19, aquellos que han sobrevivido a este último año aciago han sufrido, además, más soledad que muchas otras personas. «El confinamiento ha venido a comprobar perfectamente que ha habido una deshumanización», expresa Alcázar. Durante los peores meses de la pandemia, la Unión de Pensionistas habilitó un teléfono amigo en el que se recibieron multitud de llamadas, más de hombres que de mujeres. El presidente del colectivo destaca, curiosamente, que ninguno confirmaba estar viviendo maltrato a pesar de que se repetían las conversaciones en las que aseguraban estar solos y sin hablar con nadie más. Alcázar no se lo podía creer cuando lo oía.

Otra cuestión es que muchas localidades valencianas, a juicio del dirigente, «se olvidan del artículo 50 de la Constitución»: «Los poderes públicos (...) promoverán su bienestar (el de la tercera edad) mediante un sistema de servicios sociales que atenderán sus problemas específicos de salud, vivienda, cultura y ocio».

El espejo de las mujeres

El profesor del Departamento de Enfermería de la Universitat de València y director de la Cátedra de Envejecimiento Saludable, Activo y Participativo, Omar Cauli, afirma que solo uno de cada cinco casos de maltrato en la tercera edad sale a la luz. «Ni el maltrato psicológico ni el físico salen a la luz como deberían». Comenta también otro punto problemático: la economía. Muchas personas mayores que todavía están en uso de sus facultades ven cómo no pueden disponer del dinero de su pensión y los ahorros porque ya lo hace un familiar por ellos.

Ante el muro de años y años de asimilación de los insultos, el abandonado y hasta los golpes, Cauli estableció junto al Ayuntamiento de València un decálogo de buenas prácticas para con los mayores, como garantizar su calidad de vida, motivarlos y ayudarlos a tener un envejecimiento activo y saludable.

Cauli cree que la diferencia entre la violencia sufrida en la vejez y el resto de violencias que se producen en la sociedad es la movilización. «Tenemos que trabajar para concienciar a las personas mayores de que existe el maltrato», recalca Cauli, quien afirma que lo primero que debe hacerse es tratar a la tercera edad «sin infantilizarla». Y, después, fijarse en que «cada vez hay más movimientos sociales que protestan contra la violencia contra los niños y las mujeres».

«Hay que conseguir que el maltrato a la tercera edad llegue a los niveles de conocimiento de la población general y que se denuncia de forma parecida al camino que se ha emprendido con la violencia de género», argumenta Cauli.

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