Ciudadanía molesta, cabreada, por la subida del recibo de la luz. Ciudadanía que pregunta porqué los coches eléctricos son más caros que los de gasolina, si aquellos son más ecológicos. Ciudadanía inquieta porqué el agua subirá de precio en los próximos años. Ciudadanía que no se explica porqué lo “eco” cuesta más que “lo de siempre” en el día a día. La sostenibilidad cuesta dinero. Y lo notaremos más en los próximos años. Porque nuestro sistema productivo, económico, no está adaptado a estos nuevos tiempos en los que debemos respetar por encima de todo a la naturaleza, en los que debemos cambiar el “chip” de nuestra rutina diaria basada en la depredación de recursos y en el desperdicio. Algunos procesos, eso si, se abaratarán conforme se asiente el nuevo modelo económico que debemos implantar. Bajará el precio del coche eléctrico, de la luz, de los productos “eco”. Las mejoras tecnológicas y la inteligencia artificial lo permitirán. Pero aún quedan años de subida. Tal vez porque debíamos haber comenzado antes la reconversión socio-económica que conlleva la sostenibilidad y la lucha contra el cambio climático. No nos lo hemos querido creer hasta que ya empezamos a notar los efectos negativos del cambio climático y comienza a preocuparnos que podamos perder el bienestar económico que disfrutamos en la actualidad. En general, somos muy reticentes a los cambios. Como muestra un botón: en el sureste peninsular algunos defienden, con uñas y dientes, el mantenimiento de un trasvase usando con argumentos inciertos, porque no va a haber ni desierto ni paro como se dice. Y se defiende porque es lo que ha habido siempre y así debe seguir siendo, porque el agua así es más barata, sin importar los efectos ambientales. Sin reconocer que el clima está cambiando, sin valorar que las aportaciones de las lluvias se han reducido de forma ya destacada en cabecera y lo harán más en el futuro. Ahora bien, el recambio de caudales va a costar dinero, por supuesto. Y este mensaje debe decirse claramente. Otra cosa es que como sociedad desarrollada tengamos posibilidades y medios para afrontar ese coste, que lo tenemos. Y que se intenten minimizar los efectos colaterales asociados, que los hay. Pero es lo que hay. Vivimos en 2021 y las cosas han cambiado. La sostenibilidad tiene un coste. Luz y agua van a ser, de momento, más caras. Tenemos que asumirlo. No entender esto, es esconder la cabeza bajo el suelo, sin querer ver lo evidente. Y lo peor, querer mantener lo que ya no puede ser.