Hace una semana escribí para Meteored un artículo sobre la lluvia de barro, su impacto y su beneficio durante su frecuencia en los meses de verano. Este fenómeno ocurre cuando los vientos del sur arrastran partículas provenientes del Sáhara hacia nuestras latitudes. Aunque nos pueda sorprender, las gotitas de agua de nuestra atmósfera no solo están formadas por agua. Generalmente, necesitan lo que conocemos como ‘núcleo de condensación’ para que alcancen un mayor tamaño y puedan caer. A veces este núcleo de condensación es el propio polvo en suspensión. En España es bastante habitual que se produzca este tipo de lluvia, especialmente en el litoral mediterráneo y en las Islas Canarias. Además, con el cambio climático se está aumentando su frecuencia. Aunque puede darse en cualquier momento del año, es durante la primavera y el verano cuando ocurren de manera más habitual, como ya vimos en Cataluña y en la Comunidad Valenciana hace algunos días. Para la salud, resulta perjudicial ya que las pequeñas partículas pueden entrar en las vías respiratorias, teniendo un impacto negativo para nuestro bienestar. Cuando ocurre este tipo de precipitación aumentan las partículas conocidas como PM10 y PM2.5, y cuando se superan los 50 μg/m³ (microgramo por metro cúbico), hay que preocuparse. Aunque siempre nos quejamos cuando aparecen, ya sea por nuestra salud o por la suciedad que generan, las lluvias de barro son muy buenas para los campos de agricultura y la vegetación. Aportan numerosos nutrientes a las plantas, como ocurre en el Amazonas. A modo de ejemplo, los aportes de fósforo que llegan desde el Sáhara son fundamentales para la selva, donde en sus suelos apenas hay. Las importantes lluvias que tienen lugar en el Amazonas arrastran la mayoría de los nutrientes que se generan por la descomposición de la materia orgánica. El suelo de la selva al estar tan poblado de vegetación es bastante pobre en nutrientes, por lo que la llegada de estas partículas ayuda a que la selva sea tan verde, ya que es rico en fósforo y resulta fundamental para el crecimiento de las plantas.