El centro celebra su VII Congreso Internacional de Innovación Aplicada (IMAT), un encuentro que incide en las organizaciones inteligentes y sostenibles, así como en las nuevas necesidades sociales y económicas. La cita propone las últimas tendencias en educación capaces de adaptarse a estos retos transversales.

¿Cuáles son las previsiones respecto a esta edición de IMAT transcurrida ya la primera jornada?

Afrontamos esta edición con mucha ilusión y una estimación aproximada de más de 500 inscripciones, tanto en su formato presencial como telemático. El equipo de ESIC València lleva siete años apostando por un sueño que ya se ha convertido en realidad, denominándonos este año congreso internacional en lugar de simposio.

Contamos con profesores, investigadores, catedráticos, empresas… Lo singular de este congreso es que abordamos la innovación educativa de forma integral. No es un congreso sectorial de educación superior, sino sinérgico.

¿Qué esferas es necesario transgredir para consolidar el planteado nuevo modelo educativo?

Inmersos en los procesos de digitalización, la educación era uno de los ámbitos en los que no habíamos experimentado un gran cambio. El gran déficit es la falta de transformación del sistema, hacer de la tecnología el medio para formar y no el fin en sí mismo. Otro déficit es la falta de profundización en las raíces del aprendizaje.

Es decir, plantearnos cómo se enseña y se aprende mejor. Poner al alumnado en el centro de la enseñanza y construir, entre todos los actores, el conocimiento es otro aspecto sobre el que se debe seguir trabajando, lanzar grandes respuestas que permitan plantear grandes preguntas.

El profesorado debe acompañar a los estudiantes en su proceso de aprendizaje y estudio sin olvidar que este es propio y que cada alumno lo enfrenta en solitario.

En este sentido, ¿qué ventajas competitivas ofrece ESIC?

La experiencia. Formar, que para nosotros no es informar sino transformar, debe ir acompañado de un componente experiencial. Al final, todo se olvida menos lo que se sueña, menos lo que es capaz de erizar nuestro bello. En segundo lugar, la combinación entre el contenido teórico y el apartado más pragmático.

En tercer lugar, el aula y los grupos reducidos permiten compartir, empatizar y solucionar los problemas planteados en los procesos de aprendizaje. Otra ventaja es que nuestras titulaciones están orientadas al empleo. Es decir, no queremos convertir la escuela en una fábrica de parados.

Para ello, analizamos constantemente qué titulaciones ofrecemos, el profesorado que las importante y los objetivos de aprendizaje que queremos conseguir, orientado siempre al sector. Cambiamos los programas para que el alumnado responda de forma útil a las demandas del mercado en ese momento.

La combinación de presencialidad mixta, el power to choose y el campus infinito, que son las tres nuevas características que hemos incorporado a nuestro nuevo modelo educativo Transformative Learning, van a ser elementos fundamentales. Queremos consolidar el aula como un espacio privilegiado para aprender y emprender.

¿Estos cambios se consolidarán?

Apuesto por el sí. La generación Alfa llegará a la universidad. Nuestro reto es consolidar un modelo que les enseñe.

El director de ESIC Business & Marketing School reflexiona sobre nuevos modelos de aprendizaje. M. Á. Montesinos

Perfiles tecnológicos, multidisciplinares, nativos digitales… ¿Cómo de significativas son las competencias emocionales para la consecución de esa experiencia de aprendizaje a la que hace alusión?

Las soft skills son fundamentales. La pandemia nos ha enseñado a empatizar, a emprender de forma colaborativa. Cualidades que, junto al pensamiento crítico, van a estructurar la demanda de empleo. Es cierto que necesitamos perfiles digitales, pero que trabajen desde la resiliencia, la capacidad expositiva, la flexibilidad o la adaptabilidad.

A los alumnos les deseo que, ojalá, estén inmunizados, sanitariamente también, para que puedan resistir, adaptarse, volver a levantarse otra vez.

¿Qué demandan objetivamente las empresas?

Los perfiles que se están demandando son, principalmente, de ventas. Los empresarios quieren explotar las estrategias que les permitan recuperar sus negocios. En segundo lugar, los perfiles digitales, profesionales que se desenvuelvan en el ecosistema digital, pero con un añadido tecnológico.

También se buscan perfiles creativos capaces de generar ideas, teniendo como factor destacado la innovación. Además, son especialmente significativos los perfiles senior. Trabajadores que puedan dar estabilidad a la organización y abordar una segunda etapa laboral.

'Nuestras titulaciones están orientadas mercado laboral, no queremos hacer de ESIC una fábrica de desempleo'

¿IMAT ofrece una respuesta global a estas necesidades?

IMAT es un ecosistema que se prolonga más allá del congreso. Durante todo el año realizamos ponencias, actividades de investigación, etc. Es un espacio para que, quienes estamos interesados en la innovación, podamos plantearnos preguntas más que dar respuestas.

IMAT quiere ofrecer esas cuestiones porque innovar tiene que ver más con una forma de ser o estar que con crear nuevas cosas. Aun así, hay frutos concretos que se extraen cada año de IMAT, desde metodología hasta nuevos modelos de negocio. Nuestro reto es ver cómo llevamos estos frutos investigados al aula.

¿Qué compromete la efectividad de este nuevo modelo de formación?

Quien lleva la delantera en materia de innovación son las etapas educativas iniciales, ya han probado los chromebooks, aulas invertidas, trabajo colaborativo, bilingüismo, etc. ¿Serán capaces de encontrar estos pequeños alumnos las mismas calidades formativas cuando lleguen a la educación superior?

Las pilas nos las tenemos que poner nosotros. El reto es que esta transformación la impulse la alta dirección de las instituciones educativas. Si nos descabalgamos de las nuevas metodologías, estamos perdidos.

¿Cómo valora este primer curso pandémico?

Mi valoración es positiva porque hemos conseguido los objetivos de aprendizaje, que es lo que me quitaba el sueño, y hemos consolidado nuestro modelo Transformative Learning. Los brotes verdes que florecieron en esa primavera que nos robaron en abril no pueden marchitarse. No se nos pueden olvidar, aunque se vaya el virus, todas las lecciones aprendidas.