Han corrido ríos de tinta sobre el impacto de la pandemia de covid-19 en el turismo. La paralización fue absoluta, con una mínima recuperación durante el verano de 2020, pero vapuleado de nuevo con las restricciones durante el otoño y el invierno. Los tímidos datos de la primavera dejan paso a un verano de esperanza, donde los agentes implicados -empresarios, políticos y promotores- auguran una recuperación lenta, pero sólida, y sacan pecho al asegurar que ningún otro sector hubiera resistido 16 meses sin actividad y sin ayudas públicas.

Reflexiones, exigencias, agradecimientos y propuestas se intercambiaron el lunes en el Foro de Economía Comarcal de La Ribera Baixa ‘El turismo que viene’, organizado por Levante-EMV, con el patrocinio de Aigües de Cullera y de la Confederación Empresarial de la Comunitat Valenciana, y con la colaboración del Ayuntamiento de Cullera. Una nueva edición de estos diálogos impulsados y desarrollados desde el terreno implicado. En este caso fue en el histórico Hotel Sicania de Cullera, una localidad referente del turismo en la Comunitat Valenciana. Allí estuvieron representantes del sector en todas sus vertientes, organizados en dos mesas de debate. La primera de ellas versó sobre ‘El inicio de la recuperación económica del sector turístico’, mientras que la segunda se ciñó a la oferta de Cullera como Destino Turístico Inteligente.

La localidad costera de La Ribera ya detecta los primeros síntomas de recuperación económica gracias al turismo. La ocupación roza el 90 % cada fin de semana y aunque los días laborables cuesta más llenar habitaciones, el camino parece el adecuado. Así lo confirmó el alcalde de Cullera, Jordi Mayor, quien acudió junto a la concejala de Turismo, Debora Marí, y que participó en la primera mesa junto al secretario autonómico de Turismo, Francesc Colomer; el responsable de la patronal hotelera Hosbec en la provincia de València y representante de la CEV, Alberto Galloso; y el director de Visit València, Antoni Bernabé. El periodista de Levante-EMV Julio Monreal moderó la cita.

"El Turismo que viene"

Mayor lo tuvo claro: en turismo no hay nada escrito y la pandemia ha sido un jarro de agua fría. Sin embargo, se ha comprobado que Cullera había iniciado ya «el camino correcto» antes de que la covid-19 pusiera en jaque al país: «Se exigían destinos inteligentes, preparados y sostenibles, y estábamos en ese camino. Solo tuvimos que reforzarlo», asegura. De hecho, Mayor reconoce que hasta la pandemia, el sector vivía «en una burbuja, pero teníamos los pies en el suelo, y la pandemia nos ha concretado dónde teníamos que ponerlos».

Uno de los aprendizajes ha sido la confirmación de que el producto que se ofrece no puede depender de terceros. «Cuando uno tiene una marca turística, la dependencia en sectores o subsectores tiene que ser mínima. La autosuficiencia es clave para ser un municipio inteligente».

Lo que resulta evidente un año después, es que el turista sigue buscando seguridad y proximidad. Las reservas de última hora son una buena confirmación de esta tendencia, y en Cullera buscan desde el año pasado atraer de nuevo a familias o a aquellos turistas que pasaban largas vacaciones en un solo sitio. A ellos se dirigen, ya que la recuperación del mercado internacional «es lenta», mientras que el turismo que se desplaza en coche es el que está funcionando. Por eso, el mercado nacional y el del sur de Francia son la mayor esperanza y apuesta de los expertos.

En este sentido, Francesc Colomer asume que los ingleses no volverán este verano. Al menos, no de la forma en que lo hacían antes de la pandemia. Por eso, confirmó que es el sur de Francia la región más interesante y factible a la que dirigirse, aunque en estos momentos la Generalitat está en una campaña para reforzar otros mercados de largo alcance, como China o Estados Unidos, pero también Holanda. «Aún así, hay que programar la salida de las grandes dependencias», sentenció el secretario autonómico.

El «mazazo» inglés

En este punto, el representante de Hosbec reconoció que la última decisión de Reino Unido de solo permitir viajes a Mallorca es «un mazazo». Pero de un problema siempre nace una solución, y Galloso reconoció que la C. Valenciana recibe mucho turismo nacional «y eso nos ha ayudado a sobrellevar el parón».

Tanto Galloso como el alcalde de Cullera alabaron el trabajo y la resistencia, además de resiliencia, de los empresarios hosteleros durante todo este tiempo. «Se critica mucho nuestro sector, pero a ver qué otro hubiera resistido 16 meses sin actividad», defendió Galloso. «Por saneado que esté el sector hostelero, que lo ha demostrado, estamos mal, somos industrias con muchos trabajadores», concluyó.

De hecho, según los datos que facilitó el representante de Hosbec, todavía hay entre un 15 y un 20 % de establecimientos hoteleros cerrados. En la mayor parte de los casos se debe a que dependen del mercado inglés, por lo que resulta imposible abrir sin no van a tener público. Además, «no podemos reconvertirnos en 18 meses», lamentó Galloso.

'El Turismo que viene' de Levante-EMV

Pese a todo, el director de Visit València recordó que a partir de esta semana el aeropuerto de Manises estará de nuevo conectado con 83 de los 87 aeropuertos a los que se volaba en 2019. «Habrá menos frecuencia y las capacidades aéreas serán más bajas», reconoció. La esperanza para Bernabé también reside en el pasaporte covid-19, que abra las puertas valencianas al turismo internacional.

Por eso, las expectativas siguen puestas en el turismo nacional y sobrevuela una incertidumbre desde hace meses que no se despeja y que mantiene al sector hotelero en vilo: qué pasa con los viajes del Imserso y cuándo se reactivarán.

Sol y playa, pero algo más

Para ser elegidos dentro de la amplia oferta que existe en España, hay que diferenciarse. Como apuntó Bernabé, el turismo tendrá tres vertientes. La primera será la digitalización, para interactuar con el turista permanentemente y ofrecerle en cada momento lo que busca. La segunda línea de trabajo será ofrecer un producto de calidad, «porque cuánto más interesa, más se paga», mientras que el tercero y definitivo es la sostenibilidad, «porque genera valor y refuerza la autenticidad de cada lugar», con la conservación del entorno natural, por ejemplo, o conocer la huella de carbono de la ciudad de València gracias a los medidores con los que ya cuenta.

«Si el sol y la playa que vienen a buscar se adereza con otras cosas, se genera una sensación de querer volver», aseguró el alcalde de Cullera. En esa oferta variada, el ocio resulta fundamental y ha sido el gran perjudicado por las restricciones. «Era importante que pudiera abrir, organizado, y que la gente no tenga la sensación de delinquir para poder disfrutar», aseguró Mayor.

Críticas y «complejos» del sector

Los participantes salieron en defensa del sector turístico porque fue inevitable reproducir algunos de los reproches que se le han hecho durante este año. «El sector turístico no ha tenido rescate, ¿por qué? Porque nos sentíamos avergonzados y porque parecía que apostar por el turismo, políticamente, no era lo mejor», lamentó Galloso. En ese mismo sentido reflexionó: «Vivimos autocastigándonos. Éramos agrícolas y nos sentíamos mal; luego fuimos industriales y también, y ahora porque somos turísticos. España es un ejemplo mundial, todos miran lo que hacemos».

Para Colomer, es impensable que se pueda producir una desconexión del mediterráneo y el turismo. Batalló contra las críticas acarreadas por la dependencia del turismo en relación con otros sectores porque «tal vez no deba seguir creciendo pero sí compitiendo».

Además, el secretario autonómico reivindicó la calidad turística valenciana porque «a diferencia de otros turismos, el nuestro es el más leal y más firme en sus anclajes con el territorio, somos un modelo de modelos. No fabricamos tornillos; somos un sector de personas, con un bagaje milenario, con música, paisajes y gastronomía. Eso no se estandariza», concluyó.

Cullera, municipio turístico inteligente. Miguel Ángel Montesinos

Cullera remonta la crisis con sol, playa, cultura, gastronomía y entorno natural

El 21 de mayo de 2020, en pleno confinamiento por la pandemia,Cullera recibió el reconocimiento de Destino Turístico Inteligente, entonces segunda ciudad de la provincia a la que se distinguía con este certificado nacional. Como el alcalde explicó durante la primera mesa redonda, esta cualidad añade al sol y la playa cuatro pilares: gastronomía, cultura, naturaleza y gestión.

Por eso, el segundo encuentro del Foro de Economía Comarcal quiso ahondar en estas vertientes. Para ello se contó con la presencia de Xavier Pascual, director del Patronato de Turisme València; la gerente de Aigües de Cullera, Laura Gascón; el presidente delClub de Artesanos delArroz, Jesús Palacios; y con el gerente del festival Medusa Sunbeach Festival, Andreu Piqueras. También participaron Rocío Torregrosa, directora del HotelSantamarta, y el secretario comarcal de UGT en La Ribera, La Costera, La Canal y La Vall d’Albaida, Raúl Roselló.

Los cinco compartieron sus esfuerzos y dedicación en colaborar para queCullera haga honor de su distintivo «inteligente», un estatuto más complejo que el de municipio turístico, fruto de una «reflexión para reconocer la diversidad turística y las obligaciones que conlleva», como señaló Xavier Pascual.

Así las cosas, José Palacios expuso qué se está realizando en materia gastronómica. Hablar de Cullera es hablar de arroz, y crear una marca competitiva es el objetivo de los hosteleros del municipio de la mano con el ayuntamiento. «Es el primer municipio que cultivó esta especie, tenemos grandes profesionales y podemos convertirnos en la capital mundial del arroz», apuntó Palacios. Para englobar esa solicitud, se registraron como Club de Artesanos del Arroz de Cullera y es solo el inicio, ya que a partir de septiembre se espera una serie de actividades para defender esta marca en el territorio nacional, a fin de dotar a Cullera de una etiqueta gastronómica que colabore en ese ansiado turismo de calidad.

En la vertiente cultural, más allá de la tradición de las bandas de música que vertebran el municipio - «Dudo que haya alguna familia enCullera sin músicos», dijo el alcalde Toni Mayor- el ocio nocturno es un paradigma en esta ciudad costera y el Medusa Sunbeach Festival se erige entre los espectáculos referentes de España.Su gerente,Andreu Piqueras, reconoció un día después de este foro que debía ser cancelado para cumplir con las medidas sanitarias, ya que como explicó durante la mesa redonda, «si todavía nos resulta chocante ver botellones con 1.000 personas, va a ser muy difícil traer de vuelta a los 50.000 espectadores del festival».

Pese a todo, la intervención de Piqueras dejó claro cómo de «estigmatizados» se han sentido los promotores del ocio nocturno durante la pandemia.«Parecía que el virus se hubiera generado en una discoteca o en un concierto», lamentó, y apuntó que los esfuerzos están ahora centrados en las pequeñas celebraciones como el Beach Club que han implementado en sustitución del festival.

El aforo es de 1.200 personas y está totalmente organizado, para lo que necesitan indudablemente al ayuntamiento. «O vas de su mano, o no es posible: generamos problemas de tráfico, por ejemplo, y se necesita a la Policía Local», señaló.

En ese mismo sentido, la gerente de Aigües de Cullera, Laura Gascón, explicó cómo se gestiona un recurso básico en un municipio que quintuplica su población durante el verano y otra vez, la colaboración público-privada es «imprescindible» para ser útiles. «La estacionalidad es un paradigma, el servicio de agua potable, alcantarillado y depuración es el mismo todo el año pero no su uso. Se nota la conciencia ciudadana por no abusar del agua, ya que se ha reducido el consumo, que también tiene que ver con la eficiencia de la red», señaló.

De eficiencia también trató la intervención de la directora del Hotel Santamarta. ¿Cómo lidiar con una ocupación de casi el 100 % durante los fines de semana y un 30 % entre semana? «Con riesgos», sentenció. «Entre semana te sobra plantilla y los sábados y domingos, te falta, pero hay que asumir ese riesgo, igual que en la compra de materias primas» explicó. Pese a todo, prefieren dar un buen servicio que quedarse cortos, sobre todo debido a un turismo que ha cambiado radicalmente y que se rige por el «de hoy para hoy», con cancelaciones por el mal tiempo o la citación de la vacuna.

Por último, Raúl Roselló repasó la importancia del turismo en términos de empleabilidad en Cullera: el 27 % de la demanda de mano de obra proviene de la hostelería, «pero si ampliamos a subsectores que dependen del turismo, se eleva hasta la mitad de la oferta», aseguró. Aún así, el representante de la UGT exigió mejoras «en la temporalidad y parcialidad de los trabajadores, ya que es un sector que vale la pena conservar por la cantidad de puestos de trabajo que crea».  

Yanina Maggioto y Óscar Pellicer con Julio Monreal Miguel Ángel Montesinos

De la observación de aves en la Albufera al bautismo de buceo

El acto final del Foro de Economía Comarcal ‘El turismo que viene’ estuvo a cargo de los creadores de experiencias. Por un lado, Yanina Maggiotto, gerente de Visit Natura y presidenta de la Asociación de Guías de Ornitología. Por otro, Óscar Pellicer, responsable del Club de Buceo Delfín de Cullera.

Magiotto explicó cómo la modalidad turística de la observación de aves crece poco a poco en España frente a otros países donde está consolidada: en Estados Unidos mueve cada año 41 billones de dólares. En la C. Valenciana «es incipiente aún», muy en parte al tardío apoyo que han recibido por parte de la Generalitat, que comenzó en 2015. «Esta actividad no se contempla si no va de la mano de la conservación de los parajes, falta coordinación entre Turismo y Medio Ambiente», lamentó. En Visit Natura, una excursión de medio día para observar aves en la Albufera puede costar unos 20 euros por persona en un grupo de cuatro, «una demanda que se ha incrementado tras la pandemia, sobre todo en las zonas de interior», aseguró Mangiotto.

Mientras, Pellicer explicó cómo la costa Mediterránea es una de las más solicitadas de España para practicar el buceo. Más si cabe en Cullera, donde puede practicarse el buceo arqueológico y visitar restos de pecios hundidos. «Bajamos, vemos, no tocamos y por supuesto no cazamos ni matamos», explicó Pellicer. Llega gente de nivel medio y alto, pero un bautismo de buceo de una mañana cuesta alrededor de 60 euros por persona e incluye los neoprenos y la formación y el guía que acompaña en la inmersión.