Entramos de lleno en esa parte del verano en el que la única novedad en el pronóstico de un día a otros es que las temperaturas suban o bajen algún grado, oscilando, sobre todo de día, entre el calor moderado y el extremo, pasando por el calor “normal”, si es que eso existe. La lluvia no está ni se la espera en una buena parte del entorno meridional y mediterráneo. En ese contexto me toca hablar de otras cosas que también pueden tener interés en su vinculación con el medio ambiente y la sostenibilidad. Los alumnos del Grado de Gastronomía y Artes Culinarias de la Universidad de Alicante, bajo la supervisión de su profesora Rosa Torres, han sido capaces de organizar un evento al que han denominado “Gourmeet Alicante, La sostenibilidad global desde lo local”, en un momento en el que la pandemia no ha terminado y en el que demuestran la apuesta por la Gastronomía en un sentido muy amplio como una de las opciones económicas en la postpandemia. Entre el 17 y el 18 de junio fueron capaces de montar atractivas mesas redondas regidas por el título indicado. Profesores del grado, especialistas y productores sostenibles hemos participado en ellas, pero el evento también ha estado salpicado por mercados de productores, actividades culinarias e incluso artísticas. Tiene mucho mérito montar todo esto bajo cualquier circunstancia, pero aún es más llamativo en estos momentos. En la mesa redonda en la que me tocó estar, que versaba sobre buenas prácticas en gastronomía sostenible, compartí mesa con un productor de harina, un apicultor, la autora de la Guía de Gastronomía sustentable, un apicultor y la cooperativa de agricultura sostenible, La Camperola. Fue muy productivo el debate sobre la necesidad de desarrollar una gastronomía sostenible bajo los tres pilares básicos, el ambiental, el social y también el económico. En mi opinión, todos entendemos la necesidad de respetar la naturaleza y la justicia social en cualquier actividad, también en la Gastronomía, pero conviene no olvidar que el punto de partida necesario es la viabilidad económica. De hecho, la mejor forma de demostrar que es posible desarrollar una actividad con respeto ambiental y equidad social, frente a los grandes lobbies, es la viabilidad económica.