Después de un crecimiento constante de casos vinculados al macrobrote (casi 2.000 contagios en toda España), cuatro días de aislamiento en un hotel, una sentencia judicial, un viaje de siete horas en barco y un testeo generalizado de antígenos, los 118 estudiantes tomaron camino hacia sus casas, pero catorce de ellos (ocho andaluces y cinco gallegos) dieron positivo en los test de antígenos a los que se sometieron posteriormente.

Los jóvenes dejaron el barco en autobuses fletados por las autonomías de origen que acudieron hasta las tripas del buque para no romper la burbuja en la que debían permanecer. Los saludos desde las ventanillas ahumadas de los en algunos casos adolescentes, en otros, adultos de reciente estreno a pie de rampa del ferri fueron lo más cerca que estuvieron estos jóvenes de ciudadanos valencianos sin trajes de protección.

Minutos después, se veían rodeados de carpas y haciendo fila para tomarse una prueba que confirmase un negativo por covid que les ha servido de pasaporte para poder, al menos, abandonar el hotel en Palma y poner rumbo a casa.

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Los jóvenes del macrobrote de Mallorca desembarcan en València Germán Caballero

No obstante, casi como si se hiciera cierto el cántico futbolístico de «el resultado nos da igual», todos ellos sabían que iban viajar sí o sí desde València hacia sus hogares. Y así fue: fila, test y de vuelta al autobús con destino Galicia, Andalucía (desde Córdoba hasta San Fernando, Cádiz) y Madrid. Para ello, cada autonomía había preparado su propio plan de contingencia para cubrirse del siempre inesperado «por si acaso».

Por ejemplo, la Junta de Andalucía había enviado una ambulancia del 061 (servicio autonómico de emergencias) y hasta 7 autobuses distintos por si hubiera que establecer alguno de ellos como burbuja dentro de la burbuja. También es cierto que los casi universitarios de esta autonomía eran los mayoritarios dentro del barco con 72 miembros por los 21 de la Comunidad de Madrid y los 20 de Galicia (que también contó con una ambulancia).

Viaje de 12 horas

Hasta dejarse caer sobre los asientos y esperar que los kilómetros terrestres se fueran devorando en la noche (camino especialmente largo para los norteños), los recién examinados de la selectividad llevaban ya prácticamente 12 horas de itinerario. Su camino de regreso comenzó a las 8 de la mañana en una operación en la que el objetivo era evitar que tuvieran contacto con cualquier otra persona.

Las pruebas que les habían realizado días antes negaban que se hubieran contagiado, sin embargo, al haber coincidido con otras personas que sí se habían infectado deben guardar una cuarentena de 10 días porque el virus a veces tarda en mostrarse días.

En autobuses, fueron llevados hasta el puerto mallorquín desde el alojamiento en el que permanecerán aún más días los positivos obligados a quedarse y otros negativos que han preferido cumplir el aislamiento en la isla.

En salones aislados

A las 10 de la mañana partió el Sicilia, el barco fletado por el Govern balear para actuar de cápsula hasta la costa valenciana. En el buque, con una capacidad para un millar de personas, contaron con dos salones aislados del resto de pasajeros que formaban parte de un trayecto de línea habitual que tuvo que amoldarse a las excepcionalidades de los tiempos pandémicos que corren.

Sobre las 5 menos 15 de la tarde la silueta de la naviera de Balearia rompió el horizonte del Puerto de València. En uno de los balcones superiores, se podían observar pequeñas siluetas que saludaban y que se iban definiendo conforme el barco se iba acercando marcha atrás. Eran algunos de los jóvenes que oteaban el horizonte y saludaban a las cámaras de prensa que esperaban la llegada a pie de mar.

Prácticamente dos horas de desembarco coordinado por la Generalitat Valenciana (después de algún tira y afloja con Delegación de Gobierno por ver quién se tenía que encargar de ello). Primero fueron las salidas de camiones de mercancías y luego los pasajeros hasta que finalmente fueran entrando los autobuses a recogerlos directamente. Primero los madrileños, luego los gallegos y, por último, el convoy más numeroso, el dela comunidad andaluza. De ahí al dispositivo montado por la Conselleria de Sanidad: una carpa medicalizada, tres ambulancias con personal de apoyo y un equipo de especialistas en salud pública, «por si fuera necesario dar apoyo sanitario». Tras las pruebas a los jóvenes, carretera en autobuses burbuja camino de casa en las que deberán continuar la cuarentena indicada.