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La hazaña de entrar en la carrera con la nota de corte más alta

Estudiantes que ya han completado el primer curso del doble grado de Física y Matemáticas de la UV rechazan la etiqueta de ‘cerebritos’

Alonso, Clana y Luis.

Cada año, semanas después de los titulares en la prensa y los listados con las notas, empieza un curso académico y una nueva vida para miles de jóvenes que, en muchos casos, pisan por primera vez el campus universitario que será su segundo hogar durante varios años.

En julio, la atención se centra en las notas de corte para acceder a las carreras. El año pasado, la noticia fue mayúscula en la Comunitat Valenciana, con una titulación que logró desbancar a las carreras de Medicina: fue el doble grado de Física y Matemáticas que, por primera vez, ofertaba la Universitat de València y cuyo último alumno accedió en la fase ordinaria con un 13,59 inédito desde que se implantó la nota máxima de 14 puntos, hace una década.

Con el primer curso finalizado de esta carrera —y a la espera de las notas de corte de 2021-22, que se conocerán este mediodía—, Levante-EMV conversa con estudiantes y docentes para conocer cómo es aprender y estudiar en la titulación más exigente para entrar en ella.

Alonso Císcar explica que aunque siempre le había tentado Medicina, su profesor de Física de Bachillerato, Vicente Verdú, le transmitió su pasión por la Física, y también le llamaban las Matemáticas. Por eso, cree que la implantación del nuevo doble grado en 2020-21 fue «una señal del destino, porque así no hacía falta que me decidiera. Cuando lo vi, lo tuve clarísimo».

Sus compañeros de clase Clara Narciso y Luis Bononat coinciden en la suerte de incorporarse a la universidad justo este curso, lo que también les ahorró tener que elegir entre dos ramas de la ciencia o mudarse a otras ciudades; pues se han quedado en el Campus de Burjassot.

Alonso, de Paterna, es delegado y representa a los estudiantes en la comisión de seguimiento de estos estudios que tiene la universidad. Explica que la «la carga de trabajo ha sido intensa, pero al final se hace llevadera y lo sacamos». Clara es de València y una de las pocas chicas de la clase, y reconoce también que «ha sido duro». «No es un grado fácil, pero es muy bonito», afirma, al tiempo que advierte de que «tiene que gustar mucho, porque hay que dedicarle muchas horas» y saber cómo organizarse ya que «esto no es el instituto», en lo que coincide Alonso.

En cambio, Luis —también de València— no cree que la carrera «sea mucho más difícil que el resto», pero sí que «hay que cambiar el chip con respecto al colegio» y que les ofrecerá «mucha más flexibilidad» que una ingeniería, lo que le convenció.

Sobre cómo se sienten al cursar esta titulación, rechazan las etiquetas que se les podrían presuponer. «Parece un poco elitista, pero no es así. Simplemente estudiamos lo que nos gusta», dice Luis; punto en el que coincide Clara: «no somos cerebritos, solo que nos gusta».

No obstante, sí reconocen que tenían cierto respeto antes de tratar con sus compañeros de clase. «Me esperaba un grupo competitivo y me daba un poco de miedo, pero son muy simpáticos y agradables, además de inteligentes. Hay un ambiente muy bueno y sano para aprender... y eso ayuda a que sea llevadero», apunta Alonso.

A Luis, al principio también le preocupaba «que hubiera mucha competitividad, pero al contrario, somos una piña, nos consultamos dudas y nos vemos fuera de clase».

Ellos están satisfechos con lo que decidió su «yo» de hace un año. Luis dice que le hizo «ilusión conseguir plaza con estas notas, pero Clara también lanza un mensaje: « Hay que meterse si te gusta de verdad, no por tener nota. Y, si luego no te gusta, no pasa nada, no significa que no hayas podido».

Con ganas de aprender

Para el profesorado, la implantación de nuevos doble grados también supone un reto. Maite León ha sido la profesora de Estadística este curso, y define a su alumnado como «muy buena gente con muchas ganas de aprender». Confirma que para los docentes es «un caramelo darles clase» y eso que ella también ha impartido docencia en Medicina, aunque con grupos mucho más mayoritarios, ya que en el doble grado son solo una treintena de estudiantes.

«Son cumplidores y trabajadores y eso te obliga a prepararte bien, porque exigen más en clase», dice. La alta demanda para pocas plazas (lo que dispara las notas) explica que es porque confían en las salidas laborales; y aunque ellos reniegan de las etiquetas, la docente cree que la percepción de ‘bichos raros’ entre la gente joven «ya no es como antes». «Aunque es duro, el inicio de los grados es bonito», resume León.

Por último, Domingo Martínez, coordinador del doble grado, califica «muy positivamente el 2021-22 y ya espera a los nuevos estudiantes. «La respuesta ha sido excelente», indica. «Hemos percibido que en general están muy contentos y, de lo que no lo han estado tanto, lo hemos modificado», detalla. Asegura que ha habido mucho feedback con los alumnos y que la titulación se puso en marcha con un plan de estudios «coherente» con el que, en cinco años, dominar las Matemáticas y la Física. Tienen, de hecho, además de las asignaturas más básicas, otras 11 materias que no existen en sus disciplinas de origen.

Como afirma Martínez, la Física y las Matemáticas son ramas «históricamente relacionadas» y, teniendo en cuenta la trayectoria en otras universidades (como las catalanas), el doble grado hoy tiene todos los números para volver a tener una nota de corte desorbitada.

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