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Pistoletazo de salida a la planta de residuos sanitarios de Buñol con la llegada del autoclave

La instalacion permitirá paliar el déficit endémico de la C. Valenciana, que ya antes de la pandemia solo podía tratar el 46,4 % de los desechos de tipo III

Un momento de la instalación del autoclave, la semana pasada, en la planta de Buñol. | LEVANTE-EMV

La emergencia sanitaria que ha supuesto la pandemia del SARS CoV2 no solo ha evidenciado carencias previas a la covid, sino que ha agravado otras. Entre esas otras está el ingente volumen de residuos sanitarios que ya se producían antes de la llegada del coronavirus y que ahora se han multiplicado de manera vertiginosa: casi 5.000 toneladas de basura de origen sanitario, según el cálculo de la propia Generalitat. Y son cifras de febrero pasado.

Hasta ahora, la C. Valenciana solo disponía de tres plantas de almacenamiento y de dos de tratamiento de residuos de tipo III —los específicos y de riesgo—: una en la Vall d’Uixó y otra en San Vicente del Raspeig. La propia Generalitat, a través de su Conselleria de Medio Ambiente, reconoce en un informe sobre este tipo de desechos que 2.489 toneladas de las 4.641 que se producen se quedan sin recibir tratamiento actualmente, lo que demuestra un claro déficit en la capacidad de gestión, sobre todo si se quiere cumplir con el nuevo Plan Integral de Residuos (PIR) valenciano. De hecho, según ese informe, solo se está tratando en la C. Valenciana el 46,4 % de los residuos de tipo III.

Ahora, la situación mejorará con la entrada en funcionamiento, posiblemente antes de que acabe este mes, de la mayor planta de tratamiento integral de residuos sanitarios con la que contará la C. Valenciana, y que ya tiene todo preparado para empezar a recibir los desechos tras la instalación de un autoclave gigante, fabricado exprofeso para esta instalación ubicada en Buñol, a la que llegó hace apenas una semana.

Con un coste de 450.000 euros, tiene capacidad para la desinfección térmica de 100 contenedores de 60 litros por hora de residuos de tipo III, que incluyen todos los que tienen capacidad para infectar y/o herir, como, por ejemplo, agujas o bisturíes, perro también los restos de sangre, vacunas y otros desechos biológicos.

Toda esa basura sanitaria debe ser desinfectada antes de ser fracturada y destruida, o enviada a un vertedero cuando ya se considera material inerte, para lo cual es sometida a una temperatura de 150 grados durante 50 minutos en el interior del autoclave.

Inizia Networks, la empresa con capital totalmente valenciano que ha puesto en marcha esta iniciativa, prevé la instalación de un segundo autoclave, lo que duplicará su capacidad de tratamiento de residuos de tipo III.

Además del autoclave, las dos naves de almacenamiento y tratamiento ubicadas en el polígono industrial de Buñol, disponen de un triturador capaz de reducir los residuos a menos de un centímetro de tamaño, lo que convierte en definitivamente inocuas las agujas y el resto de objetos punzantes y cortantes que se utilizan diariamente no solo en los hospitales, sino en cualquiera de los 2.111 centros de producción de residuos sanitarios existentes en la C. Valenciana, según recoge el citado informe de Medio Ambiente.

Un proyecto previo a la pandemia

El proyecto para crear esta planta de tratamiento, que ha contado con la oposición de grupos ecologistas, pero con el visto bueno del Ayuntamiento de Buñol, gobernado en coalición por PSPV, Esquerra Unida y Podemos, data de 2018.

Los cinco empresarios valencianos que formaron Inizia Networks apostaron por una planta de este tipo por «la carencia que detectamos en la C. Valenciana y la falta de inversión de los gestores públicos en los últimos 30 años», afirma su director.

Y en ese momento, aún faltaba por llegar la pandemia, que ha agravado la situación con la producción de toneladas de desechos, no solo de mascarillas, guantes o equipos de protección, sino de toda la basura generada en la atención hospitalaria de los ingresados con covid, la desinfección de miles de espacios o lo millones de jeringas de desecho generadas solo con el desarrollo del plan de vacunación, por citar solo los ejemplos más visibles.

De hecho, los retrasos sufridos, principalmente derivados del tiempo transcurrido hasta que la Generalitat aprobó los informes medioambientales, ha provocado que la planta no pudiera entrar a funcionar en plena pandemia, lo que habría servido para aliviar la saturación de desechos sanitarios generados en este tiempo.

La planta está proyectada para recibir los contenedores y garrafas de tipos III y IV en camiones isotermos, tras lo cual se almacenarán en cámaras frigoríficas, a 4º C, hasta su tratamiento final.

Los contenedores del grupo III, se introducen en el autoclave para proceder a su desinfección térmica, para enviarlos después a una línea robotizada que abre el contenedor vertiendo el contenido del mismo a un triturador, dando como resultado un residuo inferior a 8 mm.

Los contenedores ya liberados de su contenido son triturados para obtener una granza de polipropileno que se vende a empresas de valorización de este producto, al tiempo que se consigue entre un 20-25 % de reducción de residuo con destino final a vertedero.

Los contenedores del grupo IV, los más contaminantes, son remitidos a un gestor final autorizado para su eliminación por incineración, ya que ese proceso de quemado está prohibido en la C. Valenciana.

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